jueves, 31 de agosto de 2017

VÍCTOR MANUEL Y SU GITANA TROPICAL





El cuadro que encabeza este escrito es un mito en la pintura cubana, es como decir la novela “Cecilia Valdés” de Cirilo Villaverde para la literatura cubana. Posiblemente sea la pintura cubana más conocida en la isla, la gente la tiene en afiches, llaveros, pulover o simplemente recortada de alguna revista para tener cerca esta mujer de ojos grandes, amulatada y con un paisaje minimalista detrás, es la “Gitana Tropical” la que obsesionó a Víctor Manuel desde sus años mozos cuando fue a París buscando la buena pintura que de todos modo llevaba en la destreza de sus manos y en su sensibilidad de artista.
La gran figura cubana de las artes plásticas de este período (1925-1940) fue sin dudas Víctor Manuel García Valdez (1897-1969) fue discípulo de Leopoldo Romañach en la Academia San Alejandro, pero se levanta contra estos mismos preceptos aprendidos en la academia y marcha a París en 1925 en busca de las técnicas y la información desconocidas en su isla. Allí comprende que pese a la necesidad de lo novedoso, los temas de su país, su paisaje, y su gente común son dignos de ser llevados al lienzo.
 El post impresionismo marca su obra en la que son evidentes las influencias. En París crea una colección de paisajes y cabezas de mulatas en las que la cubanía radica en la intimidad llena de optimismo con que trabaja sus temas. Su visión de Cuba pasa por el exotismo de París y el indigenismo en ascenso en Latinoamérica.
 En 1926 regresa a Cuba, participa de la exposición de arte nuevo e impacta su forma de hacer, regresando a Francia tras comprender el ahogo en que viven las artes plásticas cubanas. Será en París donde pinte su cuadro definitorio, “Gitana Tropical”.
 La “”Gitana Tropical” es una pequeña pintura (46 x 38 cm) pintada sobre madera y premiada en el Salón de Pintores y Escultores de 1929. Representa a una muchacha mestiza, más cercana al tipo mexicana que a la cubana característica teniendo como fondo un paisaje.
Aparece en aquel Salón del 29 en el momento en que decae el primer impulso del “arte nuevo” en Cuba frente a la “(…) anemia de lo imitativo, en ausencia de la maduración de lo verdadero autóctono, que no puede entenderse como deslavado reflejo del paisaje con palma, o de un folklorismo superficial para el consumo del turismo tonto”[1]
 Víctor Manuel fue inaugurador de lo moderno en la pintura cubana, marcado por la sencillez de su obra, casi monotemática, una gitana multiplicada en otros cuadros y sus dormidos paisajes. Su pintura parece detenerse en esos logros, como si se hubiese agotado a sí mismo, pero la brecha que el abre da paso a otros jóvenes artistas cubanos[2] que incluso superan su propia obra.



[1] “Una gitana en La Habana”, Juan Sánchez, Rev. Bohemia Nº 13, 1992
[2] Carlos Enriquez, Fidelio Ponce y Eduardo Abela, entre otros, integrantes de la conocida “primera vanguardia cubana”



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