miércoles, 9 de agosto de 2017

LA CANCIÓN TROVADORESCA CUBANA





La música popular cubana se forja en las capas más humildes de la sociedad, con un predominio de negros y mulatos que formaban parte de las orquestas de bailes del momento. Pero en los márgenes de la sociedad sonaban también los ritmos puros de las etnias africanas traídas a Cuba, en las humildes casas urbanas, en los barracones de esclavos o en el monte de cimarrones, en constante confluencia y fusión que fueron madurando células rítmicas, uso de nuevos instrumentos y   acercamiento a ritmos y melodías de otras procedencias (hispánicas, italianas, árabes, etc.) que fueron conformando el impresionante universo sonoro cubano. En los salones de los estratos dominantes, se oficializaba, depuraba y “blanqueaban” los ritmos que se oían y bailaban en la Cuba decimonónica.

En este período se forja en Santiago de Cuba una forma de la canción  cultivada por gente humilde que entonan melodías acompañados de guitarras y con temas referidos al amor principalmente, eran los antecedentes de la trova santiaguera y de su forma predilecta el bolero que sería perfilado en sus características criollas por José (Pepe) Sánchez (1856-1918), considerado el trovador mayor de Cuba, músico intuitivo, cantante de bella voz, compositor inspirado y buen guitarrista dentro de su género. Se estima que su bolero “Tristeza” (1885), marca le nacimiento del bolero cubano. Con él nace la canción cubana, dejando atrás las formas populares de la romanza y otras tonadas españolas y fomentando una forma de hacer la canción que ya podemos llamar nacional.

 La canción trovadoresca cubana se difunde por otras partes de la isla en este período, abordando los temas el amor, la naturaleza y la patria. Esta última forma muy ligada a las luchas independentistas que se reiniciaron en el país en 1895. Eran canciones recogidas por la tradicional patriótica, muchas anónimas y que tienen el objetivo de enaltecer los sentimientos de libertad e independencia para Cuba, algunos de estos títulos que recoge la tradición fueron: “El combate de Mal Tiempo”, “La caída del Guacamayo” (en alusión a los españoles), “La bandera cubana”, “La libertad de Cuba”, “Los guerrilleros del rancho”, “Cuba para los cubanos”, “La Ley de los orientales”, “El bolero camagüeyano” y “El bolero de Marianao”, entre otros .

 Los últimos años del siglo XIX trajeron la creación en la parte occidental del país, de una institución que influiría profundamente en la música popular cubana. Fueron los Coros Líricos, surgidos en La Habana y Matanzas, con un origen similar pero con una evolución diferente.

 Los coros líricos fueron una mezcla sincrética de las corales españolas, con la riqueza melódica de los rezos yorubas[1]. Formaban parte de estas agrupaciones hombres y mujeres, negros y mestizos en su mayoría que se reunían en sus locales de ensayo y hacían sus fiestas, saliendo en Navidad haciendo rondas de canto por otros lugares de la ciudad.

 En La Habana los coros incorporaron las claves y un tambor pequeño (viola) que se percutía con las manos, lo que dio origen al nombre de “Coros de Clave”. El coro de clave tenía un director, un sensor[2], un tonista, un decimista y una clarina de voz aguda y fuerte. Proliferaron por todos los barrios habaneros entre siglos siendo muy conocidos los Coros, “El Timbre de Oro”, “La Unión”, “El porvenir”, “El Pañuelo Blanco”, “La Discusión”, “La Moralidad”, entre otros. Eran muy frecuentes las visitas entre coros para Las Pascuas, Día de Reyes, Fiestas de Santos, Cumpleaños y Carnavales.

 En Matanzas los coros líricos fueron conocidos como “Bandos de la Calle”, muy similares a sus homólogos habaneros, pero se caracterizaban porque en sus rondas callejeras no solo iban acompañado de clave y viola, sino que se enriquecía el sonido con la adición de cajones percutidos con cucharas cuando tocaban en un lugar fijo. En Matanzas fueron famosos los bandos, “El Flamboyán”, “La Rosedá”, “El Rosado”, “El Lírico Blanco”, “El Verde”, “El Toronjil”, “La Valencia” y “El azul”

En cuanto al bolero, se reafirma como uno de los géneros de más calidad en el país de la mano de canta-autores, trovadores, de la talla de Sindo Garay(1867-1968), Manuel Corona(1880-1950), Graciano Gómez(1895-1980), Oscar Hernández(1891-1967), Alberto Villalón(1882-1955) y Rosendo Ruiz Suárez (1885-1983), entre otros, quienes hace un bolero con personalidad propia, cubano.
 Particular destaque para María Teresa Vera (1895-1965), interprete y compositora de notable obra en este período, como solista o formando parte de duos, cuartetos o sextetos. Cantó junto a Rafael Zequeira hasta la muerte de este en 1924, luego formó dúo con Lorenzo Hierrezuelo a partir de 1937, durante 28 años. En 1935 compuso la habanera “Veinte años”, un clásico de la música cubana


[1] Helio Orovio: Los Coros de Clave y Guaguancó.
[2] Cuidaba la calidad de los textos a cantar.

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