Desde finales del siglo XIX en Cuba
se juega beisbol, pelota como le gusta decir al cubano que ama este deporte,
creo que desde su entrada en Cuba este deporte nunca había tenido un momento de
crisis como ahora, dado por múltiples factores entre los que no escapan la excesiva
centralización de su organización, la calidad de los terrenos, la falta de “oficio”
del pelotero joven y la burocratización
irracional de la Serie Nacional, que fue en su momento el mayor
espectáculo lúdico de Cuba y que hoy no
pasa de ser una triste caricatura, por aquello
de horarios irracionales de jugar por
las tardes con un sol intenso , en terrenos de mala calidad, la insuficiencia
de buenos árbitros, excesos de “guapería” que deriva en faltas de respeto de
público y atletas y no pocas veces en violencia.
En estos tiempos estamos heridos en el orgullo
patrio porque el beisbol nuestro está cuestionado y porque ha perdido varios campeonatos
internacionales seguidos y como problema mayor todos en esta isla debatimos y
tenemos opiniones en el conjunto de las cuales están las verdaderas causas de
un estancamiento peligroso. Causas económicas, políticas y deportivas se
mezclan con otras menores pero que pesan para la pérdida de calidad del mayor
espectáculo nacional cubano.
Para aportar un granito más a esta pasión
nuestra por la pelota quiero referirme a cómo vio José Martí a la pelota allá
en sus inicios neoyorquinos en el que pudo percibir su despunte como fenómeno
lúdico de masas, que lo llevaría a ser el mayor negocio deportivo de los
Estados Unidos, las Grandes Ligas donde la megalomanía yanqui los lleva a
nombrar Serie Mundial a la final de su liga de beisbol.
Llegar a la cuna del béisbol en enero de 1880
no pudo dejar indiferente a José Martí ávido lector, observador acucioso y
simpatizante de todo fenómeno social que beneficiara al ser humano. Eso era el
beisbol o base boll, su nombre
original, cuando allá por los años de la Guerra de Secesión (1861-1865) de los Estados
Unidos se extendió por toda la geografía del país norteño llevado por los
soldados de la Unión, principalmente los que procedían de New York y sus alrededores,
en cuya ciudad había nacido y se desarrollaba el deporte de las bolas y los
strike, a tal punto que el juego comenzó a ser conocido en todo el país como el
New York Game(El Juego de Nueva York)
Ya en la década de los 80 del siglo XIX el
béisbol se había consolidado en los Estados Unidos con la creación en 1876 de la National League(Liga
Nacional) que agrupaba a ocho equipos profesionales del este y centro este de
ese país: Grises de Louisville, Rojos
de Cincinnati, Mutuales de Nueva York, Gorras Rojas de Boston, Azules Oscuros
de Hartford, Browns de San Louis, Reservas Blancas de Chicago y Reservas de San
Louis
Debe ser por esta popularidad tan grande que Martí
llama a este deporte, “pelota yanqui”[1],
aunque para referirse a él en la mayoría de los casos usa el sustantivo “pelota”, como conocemos hoy todos los
cubanos al béisbol, palabra que Martí no usa en ninguna de sus crónicas.
Como para que no quepan dudas al referirse a
otros juegos con pelota le agrega un calificativo identificador: “pelota de pié” (fútbol), “pelota de césped” o de “jardín” (tenis) y pelota emplumada (bádminton),
pero para el béisbol siempre escribió, pelota.
En sus conocidas crónicas para la prensa de
Hispanoamérica aparecen más de una veintena de menciones o comentarios breves sobre la pelota, la
mayoría de ellas para dar cuenta de la popularidad del juego entre los
estadounidenses.
Con asombro nos habla de la masiva
participación de la gente de todas las clases sociales en las múltiples
actividades lúdicas que se generan en el estío norteño. En medio de tanto
ajetreo el béisbol ocupa un lugar protagónico, jugado en todas parte por niños,
jóvenes y adultos: “(...)Si se mira a las calles por las tardes, no se ve
sino mozos robustos que andan a buen paso, para cambiar sus trajes de oficio
por el vestido de paseo, con que han de lucir a la novia, o el del juego de
pelota, que aquí es locura, en la que se congregan por parques y solares
grandes muchedumbres”[2] y
en otra de sus “Escenas Norteamericanas” agregará: “En cada solar hay
un desafío de pelota”[3],
son gente común que acude a dar rienda suelta a sus energía en porfías donde “(...)juegan
con brazos desnudos y ágiles los favoritos de la ciudad(...)”[4]
Para quienes han leído sus crónicas, resulta
muy llamativo su calificativo de juego “desgraciado y monótono”[5] ,
que aplica al béisbol en comentario escrito en 1887 al reseñar una serie de
reuniones y convenciones que se realizaban en la ciudad. Estos juicios van
dirigidos no al juego en sí, sino a los vicios que a su alrededor se fueron generado
producto de la enconada rivalidad y la pugna entre clubes, las apuestas y las
riñas con su secuela de vicios y holgazanería, consecuencias estás incluidas en ese calificativo de
“desgraciado”; en tanto lo de “monótono” tan vez esté dado por lo extenso de un
partido de béisbol, que como promedio rebasa las dos horas, siendo frecuente
llega a las tres y más, problema que aún hoy arrastra el béisbol como uno de
sus principales inconvenientes.
En cuanto a su conocimiento del juego de
pelota, quedan en esas notas suyas, apreciaciones que dan fe de su dominio de
las reglas del juego, “(...)con
sus cuatro bases y sus dieciocho jugadores(...)[6]
que será noticia porque “(...)los nueve de Chicago vencen en el juego de
pelota a los nueve neoyorquinos”[7]
y lo hacen basándose en un fildeador que
“(...)gana diez mil pesos, porque no va una vez la pelota por el aire que el
no la pare(...)”[8];
o comenta con sorpresa la contratación de un joven estudiante universitario a
punto de graduarse, que abandona la carrera, porque como jugador de béisbol
gana fama y mucho más dinero que como abogado o médico y todo “(...)por su
firmeza para recibir la bola de lejos, o la habilidad para echarla de un
macanazo a tal distancia que pueda, mientras la devuelven, dar la vuelta el
macanero a las cuatro esquinas del cuadro en que están los jugadores(...)”[9]
Cuenta de el interés que tiene el deporte para
la prensa norteamericana de la época, principalmente el béisbol y su Liga
Nacional profesional, a tal punto “(...)
que para dar cuenta de quién recorrió más veces o tomó más pelota en el aire,
publican los periódicos de nota al oscurecer, una edición extraordinaria (...)”[10] Conoce
el juego y es muy posible que siguiera algún equipo o pelotero en particular, dado ese acercamiento
más personal que solo se logra como
espectador.
Su más
bello homenaje al beisbol está en una conocida crónica dedicada a los muchachos
vendedores de diarios, aparecida en el periódico mexicano, “El Partido Liberal”
en 1888 se refiere a las expectativas que estos “voceadores” de noticias
levantaban con sus titulares en los momentos en que la población trabajadora
regresaba a la casa.
La pregunta expectante que se hace Martí en
este artículo es el modo más bello de describir uno de los lances más
espectaculares del beisbol:
“(...)¿qué peloteros ganaron, los de
Nueva York, que tienen el bateador que echa la pelota más lejos, o los del
Chicago, cuyo campeador es el primero del país, encuclillado fuera del cuadro,
mirando al cielo, para echarse con ímpetu de bailarín a coger en la punta de
los dedos la pelota que viene como un rayo por el aire?”[11]
De antología, creo que después de esta
descripción de un cacher o receptor cogiendo una bola elevada detrás del home,
cada vez que vea la jugada recordaré la descripción de Martí y crecerá mi amor
por un deporte que es parte de la idiosincrasia del
cubano.
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