jueves, 24 de agosto de 2017

EL BEISBOL, OPINIONES MARTIANAS





Desde finales del siglo XIX en Cuba se juega beisbol, pelota como le gusta decir al cubano que ama este deporte, creo que desde su entrada en Cuba este deporte nunca había tenido un momento de crisis como ahora, dado por múltiples factores entre los que no escapan la excesiva centralización de su organización, la calidad de los terrenos, la falta de “oficio”  del pelotero joven y la burocratización irracional de la Serie Nacional, que fue en su momento el mayor espectáculo  lúdico de Cuba y que hoy no pasa de ser una triste  caricatura, por aquello de horarios irracionales de  jugar por las tardes con un sol intenso , en terrenos de mala calidad, la insuficiencia de buenos árbitros, excesos de “guapería” que deriva en faltas de respeto de público y atletas y no pocas veces en violencia.
 En estos tiempos estamos heridos en el orgullo patrio porque el beisbol nuestro está cuestionado y  porque ha perdido varios campeonatos internacionales seguidos y como problema mayor todos en esta isla debatimos y tenemos opiniones en el conjunto de las cuales están las verdaderas causas de un estancamiento peligroso. Causas económicas, políticas y deportivas se mezclan con otras menores pero que pesan para la pérdida de calidad del mayor espectáculo nacional cubano.
 Para aportar un granito más a esta pasión nuestra por la pelota quiero referirme a cómo vio José Martí a la pelota allá en sus inicios neoyorquinos en el que pudo percibir su despunte como fenómeno lúdico de masas, que lo llevaría a ser el mayor negocio deportivo de los Estados Unidos, las Grandes Ligas donde la megalomanía yanqui los lleva a nombrar Serie Mundial a la final de su liga de beisbol.
 Llegar a la cuna del béisbol en enero de 1880 no pudo dejar indiferente a José Martí ávido lector, observador acucioso y simpatizante de todo fenómeno social que beneficiara al ser humano. Eso era el beisbol o base boll, su nombre original, cuando allá por los años de la Guerra de Secesión (1861-1865) de los Estados Unidos se extendió por toda la geografía del país norteño llevado por los soldados de la Unión, principalmente los que procedían de New York y sus alrededores, en cuya ciudad había nacido y se desarrollaba el deporte de las bolas y los strike, a tal punto que el juego comenzó a ser conocido en todo el país como el New York Game(El Juego de Nueva York)
 Ya en la década de los 80 del siglo XIX el béisbol se había consolidado en los Estados Unidos con la creación en 1876 de la National League(Liga Nacional) que agrupaba a ocho equipos profesionales del este y centro este de ese país:  Grises de Louisville, Rojos de Cincinnati, Mutuales de Nueva York, Gorras Rojas de Boston, Azules Oscuros de Hartford, Browns de San Louis, Reservas Blancas de Chicago y Reservas de San Louis
 Debe ser por esta popularidad tan grande que Martí llama a este deporte, “pelota yanqui[1], aunque para referirse a él en la mayoría de los casos usa el sustantivo “pelota”, como conocemos hoy todos los cubanos al béisbol, palabra que Martí no usa en ninguna de sus crónicas.
 Como para que no quepan dudas al referirse a otros juegos con pelota le agrega un calificativo identificador: “pelota de pié” (fútbol), “pelota de césped” o de “jardín” (tenis) y pelota emplumada (bádminton), pero para el béisbol siempre escribió, pelota.
 En sus conocidas crónicas para la prensa de Hispanoamérica aparecen más de una veintena de menciones  o comentarios breves sobre la pelota, la mayoría de ellas para dar cuenta de la popularidad del juego entre los estadounidenses.
 Con asombro nos habla de la masiva participación de la gente de todas las clases sociales en las múltiples actividades lúdicas que se generan en el estío norteño. En medio de tanto ajetreo el béisbol ocupa un lugar protagónico, jugado en todas parte por niños, jóvenes y adultos: “(...)Si se mira a las calles por las tardes, no se ve sino mozos robustos que andan a buen paso, para cambiar sus trajes de oficio por el vestido de paseo, con que han de lucir a la novia, o el del juego de pelota, que aquí es locura, en la que se congregan por parques y solares grandes muchedumbres”[2] y en otra de sus “Escenas Norteamericanas” agregará: “En cada solar hay un desafío de pelota”[3], son gente común que acude a dar rienda suelta a sus energía en porfías donde “(...)juegan con brazos desnudos y ágiles los favoritos de la ciudad(...)”[4]
 Para quienes han leído sus crónicas, resulta muy llamativo su calificativo de juego “desgraciado y monótono[5] , que aplica al béisbol en comentario escrito en 1887 al reseñar una serie de reuniones y convenciones que se realizaban en la ciudad. Estos juicios van dirigidos no al juego en sí, sino a los vicios que a su alrededor se fueron generado producto de la enconada rivalidad y la pugna entre clubes, las apuestas y las riñas con su secuela de vicios y holgazanería, consecuencias  estás incluidas en ese calificativo de “desgraciado”; en tanto lo de “monótono” tan vez esté dado por lo extenso de un partido de béisbol, que como promedio rebasa las dos horas, siendo frecuente llega a las tres y más, problema que aún hoy arrastra el béisbol como uno de sus principales inconvenientes.
 En cuanto a su conocimiento del juego de pelota, quedan en esas notas suyas, apreciaciones que dan fe de su dominio de las reglas del juego,  “(...)con sus cuatro bases y sus dieciocho jugadores(...)[6] que será noticia porque “(...)los nueve de Chicago vencen en el juego de pelota a los nueve neoyorquinos”[7]  y lo hacen basándose en un fildeador que “(...)gana diez mil pesos, porque no va una vez la pelota por el aire que el no la pare(...)”[8]; o comenta con sorpresa la contratación de un joven estudiante universitario a punto de graduarse, que abandona la carrera, porque como jugador de béisbol gana fama y mucho más dinero que como abogado o médico y todo “(...)por su firmeza para recibir la bola de lejos, o la habilidad para echarla de un macanazo a tal distancia que pueda, mientras la devuelven, dar la vuelta el macanero a las cuatro esquinas del cuadro en que están los jugadores(...)”[9]
 Cuenta de el interés que tiene el deporte para la prensa norteamericana de la época, principalmente el béisbol y su Liga Nacional profesional, a tal punto “(...) que para dar cuenta de quién recorrió más veces o tomó más pelota en el aire, publican los periódicos de nota al oscurecer, una edición extraordinaria (...)”[10] Conoce el juego y es muy posible que siguiera algún equipo  o pelotero en particular, dado ese acercamiento más personal que  solo se logra como espectador.

  Su más bello homenaje al beisbol está en una conocida crónica dedicada a los muchachos vendedores de diarios, aparecida en el periódico mexicano, “El Partido Liberal” en 1888 se refiere a las expectativas que estos “voceadores” de noticias levantaban con sus titulares en los momentos en que la población trabajadora regresaba a la casa.

 La pregunta expectante que se hace Martí en este artículo es el modo más bello de describir uno de los lances más espectaculares del beisbol:
“(...)¿qué peloteros ganaron, los de Nueva York, que tienen el bateador que echa la pelota más lejos, o los del Chicago, cuyo campeador es el primero del país, encuclillado fuera del cuadro, mirando al cielo, para echarse con ímpetu de bailarín a coger en la punta de los dedos la pelota que viene como un rayo por el aire?”[11]
 De antología, creo que después de esta descripción de un cacher o receptor cogiendo una bola elevada detrás del home, cada vez que vea la jugada recordaré la descripción de Martí y crecerá mi amor por un deporte que es parte de la idiosincrasia del cubano.


[1] O.C.J.M.T:13:367
[2] Otras Crónicas de Nueva York:40
[3] O.C.J.M. T. 15:
[4] O.C.J.M. T.9:438
[5] O.C.J.M. T. 11: 258-259
[6] O.C.J.M. T.13: 367
[7] O.C.J.M. T.10: 297
[8] Ídem
[9] O.C.J.M. T.13: 337
[10](O.C.J.M. T.11: 259
[11]Anuario Martiano CEM:1979:21



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