En un pueblito de la
provincia de Cienfuegos, Santa Isabel de las Lajas, vino al mundo un 24 de agosto de 1919, Bartolomé
Maximiliano Moré Gutiérrez, el Benny,
como lo conocemos todos los cubanos que hemos crecido escuchando su música y su
manera de hacer desde que a mediados del siglo XX se le ocurrió a este
muchachón lajero cantar todos los
géneros de nuestra música popular, con una voz nasal inigualable y un oído para
la música que marcaron pauta en el quehacer cultural de esta “isla de la
música”.
Sonero, hijo de una familia humildísima y
negra, crecido en un ambiente cultural sincrético, donde sonaban los tambores
de sus ancestros, al tiempo que se disfrutaba el son, la rumba, la guaracha, el
bolero, el chachachá y el mambo, surge la figura del Benny, quien en 1945
marcha a México con el Conjunto Matamoros, como uno más, y allí hará una carrera que cinco años
después lo devolverá a Cuba como un cantante establecido y famoso.
Formando parte de la orquesta de su coterráneo
Dámaso Pérez Prado, contribuye con su voz y su estilo a la difusión del nuevo
ritmo, el mambo con interpretaciones que hoy son antológicas. En 1950 decide
regresar a Cuba formando parte de la orquesta de Mariano Mercerón en Santiago
de Cuba, sentando cátedra entre los suyos, para regresar ese mismo año a
México.
En 1953 está definitivamente en Cuba,
estableciéndose en La Habana en la que crea su famosa “Banda Gigante” en 1954,
orquesta jazz band con la que amplio el timbre de interpretación del son y los
ritmos cubanos. Con esta agrupación Benny Moré logra una sonoridad muy cubana y una manera muy particular de
hacer la música de la isla, que lo sitúan entre los más grandes intérpretes de
la música en nuestro país.
Es la época de su grandes canciones: “Santa
Isabel de Las Lajas”, inmortal tributo a su terruño natal, la antología de
canciones dedicadas a pueblos y ciudades de Cuba, que cada uno recuerda con lo
entrañable de su pedacito natal; “Mi son Maracaibo”, increíble y única en su voz, los boleros,
donde fue único por el sentimiento que ponía en su interpretación y esa
capacidad de improvisación que lo distinguieron siempre.
Benny murió el 19 de febrero de 1963, su pueblo
le recuerda no solo con homenajes oficiales y de efemérides, sino
cantando y escuchando sus canciones, que todos sabemos no podremos cantar como
él, pero insistimos, porque es la voz cubana de
nuestra música y se ha quedado en los corazones y las mentes de todo un
pueblo.
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