En
Cuba la década del veinte del siglo XX marca el despertar de una nueva
generación de cubanos que desde el ímpetu de sus años y el acontecer de su
época se desmarca de el “pesimismo derrotista” de sus antecesores que vieron
frustrada la Revolución Independentista que encabezara José Martí y que
terminara abruptamente con la intervención norteamericana en 1898 y las
imposiciones en Cuba de un modelo neocolonial con la complicidad de la
burguesía nacional y sus aliados españoles asentados en Cuba.
Esta generación tiene muchos hitos y
justamente comienza su despuntar entre los jóvenes estudiantes de la
Universidad de La Habana cuyas históricas luchas por las reformas
universitarias en los primeros años de esa década del 20 marcan el cambio en el
modo de concebir el devenir histórico.
Un joven despunta en esta pléyade de
precursores, Julio Antonio Mella (1903-1929) estudiantes de Derecho, fundador
en 1923 de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), organización de
estirpe nacionalista en cuyo seno maduraron muchas grandes figuras, que
configuraron el panorama ideológico de esta época en nuestro país: Rubén
Martínez Villena, Antonio Guiteras, Raúl Roa, Pablo de la Torriente Brau y Juan
Marinello, entre otros.
Julio Antonio Mella no se limitó a crear esta
organización estudiantil, ese mismo año en el Primer Congreso Nacional de
Estudiantes propone la creación de la “Universidad Popular José Martí” (1923)
con la avanzadísima idea de dar una formación cultural, política e ideológica a
los trabajadores y de vincular a la Universidad con los más humilde de la
sociedad, en quienes ya veía el aliado natural de las causas justas del
pueblo. Redactó la Declaración de Derechos y Deberes del
Estudiante, en la que se establece el deber de los mismos a divulgar sus
conocimientos en la sociedad y especialmente entre los obreros y tuvo mucho que
ver en la declaración que hace el congreso
contra la intromisión del gobierno de los Estados Unidos en los asuntos
internos de Cuba y contra la Enmienda Platt.
En 1924 crea la Liga
Anticlerical e ingresa en la Agrupación Comunista de La Habana desde donde
despliega un trabajo muy activo entre los trabajadores, ya en 1925 su radicalización política lo lleva a
fundar la sección cubana de la Liga Antimperialista de Las Américas.
Era ya un líder, no solo entre los
estudiantes, sino entre los trabajadores y los hombres de ideas más radicales,
los comunistas, junto a los cuales fundó el Partido Comunista de Cuba en agosto
de 1925; eran un puñado de veteranos y jóvenes luchadores por el bien humano.
Expulsado de la Universidad y detenido por el régimen machadista se declara en
huelga de hambre, en una acción que repercutió en la sociedad cubana por su
valentía y entrega.
Se ve forzado por la persecución del régimen a
exiliarse en México desde donde continúa su trabajo político al lado de los
comunistas mexicanos y de otros países de Hispanoamérica; Publica activamente en
la prensa de izquierda mexicana e imparte conferencias, en las que promueve su
modo de pensar y su compromiso político. En este país Mella se convierte en un
luchar incansable por la causa de los humilde, la reforma agraria, la
nacionalización del petróleo y los derechos de los trabajadores. Fue miembro
del Comité Central del Partido Comunista México y no olvidó ni un momento su
compromiso con Cuba.
Su figura gana ribetes continentales al
participar en el Congreso Mundial contra
la opresión colonial y el imperialismo celebrado en Bruselas en febrero de
1927, luego se traslada a Moscú para participar como delegado en el Congreso de
la Internacional Sindical Roja. En enero de 1929 a los 25 años es asesinado en
México Julio Antonio Mella, casi todo apunta al presidente de turno en Cuba,
Gerardo Machado, quien veía en el joven una sombra molesta y peligrosa.
Si políticamente esta generación se presenta
como la adecentadora y denunciante de todo lo corrupto, en la cultura esta
generación no podía aceptar el inmovilismo provinciano que dejaba a la isla en un limbo entre el
decimonónico ido y las inquietudes del nuevo siglo con sus “ismos”
presagiantes, pero que siempre llegaban tarde a la isla, había que cambiarlo
todo y la renovación, no se hizo esperar.
Los intelectuales jóvenes,
los mismos que encabezaron la “Protesta de los Trece” y el “Movimiento
Minorista”, están al frente de los cambios que la cultura y la literatura en
particular necesitaban.
Descuella por su intensa labor política Rubén
Martínez Villena (1899- 1934) joven abogado que desde sus primeros pasos como profesional entra en
contacto con los intelectuales de pensamiento más avanzado, haciendo causa
junto a los humildes y en defensa de los intereses nacionales de Cuba. Lidera
el grupo que se pronuncia contra la fraudulenta venta del Convento de Santa
Clara (Protesta de los Trece), acción que da a conocer a la opinión pública a
una generación de cubanos dispuesta a enfrentar los desmanes políticos y
administrativos de los gobiernos de la República.
Participa en el Primer Congreso Nacional de
Estudiantes, en la fundación de la Universidad Popular José Martí y forma parte
activa de la Falange de Acción
Revolucionaria, el Grupo Minorista y el Movimiento de Veteranos y Patriotas
espacios que Rubén convertiría en tribunas para mostrar su inconformidad con la
situación social y política existente en la isla. Con la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925, Villena
encontró un espacio de crecimiento político, vinculándose más estrechamente a los trabajadores.
Con la llegada al poder de Gerardo Machado, la
labor política de Rubén se incrementa y durante estos primeros años de su
gobierno será un oponente de muy claras ideas, ingresa al Partido Comunista en
1927 y funge como asesor legal de la Federación Obrera de La Habana y de la
Confederación Nacional Obrera de Cuba, de la que fue uno sus líderes
fundamentales, aunque no quiso asumir la secretaria general, tal vez por su
delicada salud.
“En
1928 es electo miembro del Comité Central del PCC, sin embargo nunca ostentó
cargo oficial alguno, salvo integrante de este Comité, debido a los prejuicios
del movimiento comunista de la época, y los suyos propios, de que un
intelectual no debiera asumir en esa organización la máxima responsabilidad.
Tras la muerte de Julio Antonio Mella, en 1929, por acuerdo del Comité Central
se convirtió en el principal y más activo dirigente del Partido, desarrollando
una ardua labor a pesar de estar afectado de forma aguda por la tuberculosis.”[1]
Los méritos de Rubén como dirigente comunista
lo llevan a convertirse en la principal figura política dentro del Partido
Comunista de Cuba, al que llevó a un plano de vanguardia entre los trabajadores
y los grupos progresistas de la época.
Su capacidad y liderazgo queda demostrada al dirigir la primera huelga política
de la Historia de Cuba[2]
que paraliza el país por más de 24 horas,
el 20 de marzo de 1930.
Ese mismo año sale rumbo a la Unión Soviética,
en primer lugar para contactar con los dirigentes de la Internacional Comunista
y en segundo lugar para someterse a tratamiento por su grave enfermedad. En
Moscú trabaja en la Sección Latinoamericana de la KOMINTERN y mantiene un
persistente intercambio con los teóricos
del marxismo – leninismo, cuya
asimilación teórica no fue acrítica sino dialéctica al asumir estas teoría y
adaptarlas a las condiciones de lucha de su tiempo y su país.
A principio de la década del treinta Rubén regresa a Cuba, su enfermedad es irreversible
y su decisión es volver a la lucha contra Machado y morir junto a los suyos.
Desde su lecho organiza y dirige la Huelga General Revolucionaria que llevará
al fin de la dictadura machadista en 1933.
En medio de la vorágine revolucionaria que sigue
a la caída de la dictadura continúa con sus deberes al frente del partido
comunista y en los preparativos para el
IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical. El 15 de enero de 1934 muere
este extraordinario intelectual y dirigente comunista, hombre de profundas
ideas sociales, ejemplo de valentía y entrega, el primer gran dirigente de los
comunistas cubanos.
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