Esas palabras que comparto
plenamente las dijo Miguel Díaz-Canel[1]
en un Congreso de la FEU[2]
hace unos pocos años y traen a mi mente la concreción de estas palabras en el
día d día del cubano de hoy.
La Revolución es una obra de amor, surgió de
la necesidad de cambios de un pueblo, una sociedad y la voluntad de una
vanguardia, pero se concreta en el hacer diario donde el mismo que te dirige y
te arenga, te lleva a una madeja de Dédalo de trámites y oficinas por el más
banal de los asuntos, que hace más difícil la vida de los seres humanos que
habitamos en este archipiélago de eterno verano y grandes contradicciones.
Estimula escuchar tales cosas de un dirigente
de los máximos niveles, contrastando con la mala educación, el burocratismo,
los sobornos, pequeños o grandes, los horarios de las oficinas de trámites, tan
flexibles como cada uno quiera y el “mal trato”, físico, mental a un pueblo que
es Revolución, hizo la Revolución y en su gran mayoría aún cree en ella.
El ser humano está en el centro de los
problemas que confrontamos y sin que predomine un “sálvese el que pueda”, que
deslegitimiza las esencias de la Revolución, la gente de a pie habla de ella
como el “Estado” cuando cualquier entuerto no sale bien, creando distancia y
marcando diferencia.
Revolución es entrega, ideología es convicción
en lo que creo, respeto es lo que cada uno de nosotros espera en esta lucha por
la vida que aún quiero seguir llamando “obra de todos” y confianza, es la que
aspiro seguir teniendo en el Estado que debe seguir siendo parte de la
Revolución.
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