miércoles, 28 de junio de 2017

EL PROBLEMA RACIAL EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA REPÚBLICA



 Luego del fiasco electoral que en 1908 dejó fuera de las candidaturas a los aspirantes negros de los partidos tradicionales convocados por el gobernador Charles Magoon, durante la segunda intervención de Estados Unidos en Cuba; la población de “color”[1], politizada y organizada, decide presentar sus demandas bajo plataforma propias, para defender sus derechos y sus aspiraciones, en una sociedad empeñada en no visibilizarlos.
 El 7 de agosto de ese año se crea la Agrupación de los Independentistas de Color, para defender los intereses de los negros y de los humildes, aunque muchos sigan insistiendo que fue un error organizarse teniendo en cuenta el color de la piel, si nadie los toma en cuenta y siguen siendo desplazado de las tierras y los trabajos, por los cientos de miles de emigrantes españoles, que llegan a Cuba, era legítimo que reclamaran sus  derechos, que nadie tomaba en cuenta.
 No es una organización con fines racistas, sino para reivindicar los derechos por los que habían peleado durante la guerra de independencia, esperanzados por las prédicas de igualdad que enarbolara el propio José Martí.
 Charles Magoon los aceptó como partido político, tal vez como un modo de acentuar la división de la sociedad cubana, pero no podemos considerar un error que los negros cubanos decidieran organizarse, ellos no fueron los que dividieron a Cuba, a Cuba la dividieron los que desconocieron los derechos de los humildes, entre ellos los negros que eran mayoría en ese status.
 El programa de la Agrupación de los Independentistas de Color era un proyecto de alcance popular, avanzado y abarcador para su época: “(…) acordamos solemnemente fijar nuestra vista en la cordialidad universal, en el amor al progreso de la humanidad, en el bien colectivo de todos los habitantes que integran el territorio de la Patria y, más que todo, el respeto y la construcción mutua que por la ley política y civil debe existir”[2]



[1] Eufemismo que servía y sirve en Cuba para denominar a las personas no blanca, porque “negro” suena “peyorativo” y muchos se apresuran a decir ante esta denominación: “no, yo soy mulato o mulata”, o esto otro de: “negro, pero no tengo bemba, ni pasa”, formas entre muchas que llenarían un tratado sobre los prejuicios raciales, de los que sí estamos lleno.
[2] Serafín Portuondo:”Los independentistas de Color”, pág. 66, citado por Ricardo Riquenes en “Guantánamo en el vórtice de los Independentistas de Color”. Guantánamo, 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario