Luego del fiasco electoral que en 1908 dejó
fuera de las candidaturas a los aspirantes negros de los partidos tradicionales
convocados por el gobernador Charles Magoon, durante la segunda intervención de
Estados Unidos en Cuba; la población de “color”[1],
politizada y organizada, decide presentar sus demandas bajo plataforma propias,
para defender sus derechos y sus aspiraciones, en una sociedad empeñada en no
visibilizarlos.
El 7 de agosto de ese año se crea la
Agrupación de los Independentistas de Color, para defender los intereses de los
negros y de los humildes, aunque muchos sigan insistiendo que fue un error
organizarse teniendo en cuenta el color de la piel, si nadie los toma en cuenta
y siguen siendo desplazado de las tierras y los trabajos, por los cientos de
miles de emigrantes españoles, que llegan a Cuba, era legítimo que reclamaran
sus derechos, que nadie tomaba en
cuenta.
No es una organización con fines racistas,
sino para reivindicar los derechos por los que habían peleado durante la guerra
de independencia, esperanzados por las prédicas de igualdad que enarbolara el
propio José Martí.
Charles Magoon los aceptó como partido
político, tal vez como un modo de acentuar la división de la sociedad cubana,
pero no podemos considerar un error que los negros cubanos decidieran
organizarse, ellos no fueron los que dividieron a Cuba, a Cuba la dividieron
los que desconocieron los derechos de los humildes, entre ellos los negros que
eran mayoría en ese status.
El programa de la Agrupación de los
Independentistas de Color era un proyecto de alcance popular, avanzado y
abarcador para su época: “(…) acordamos
solemnemente fijar nuestra vista en la cordialidad universal, en el amor al
progreso de la humanidad, en el bien colectivo de todos los habitantes que
integran el territorio de la Patria y, más que todo, el respeto y la
construcción mutua que por la ley política y civil debe existir”[2]
[1]
Eufemismo que servía y sirve en Cuba para denominar a las personas no blanca,
porque “negro” suena “peyorativo” y muchos se apresuran a decir ante esta
denominación: “no, yo soy mulato o mulata”, o esto otro de: “negro, pero no
tengo bemba, ni pasa”, formas entre muchas que llenarían un tratado sobre los
prejuicios raciales, de los que sí estamos lleno.
[2] Serafín
Portuondo:”Los independentistas de Color”, pág. 66, citado por Ricardo Riquenes
en “Guantánamo en el vórtice de los Independentistas de Color”. Guantánamo,
2007
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