martes, 20 de junio de 2017

MÁXIMO GÓMEZ Y JOSÉ MARTÍ, UNA AMISTAD MILITANTE



Desde su incorporación activa al movimiento separatista para alcanzar la independencia de Cuba, José Martí comprende el papel sobresaliente de la unidad para lograr los objetivos que los revolucionarios cubanos se habían propuesto y no deje de entender el importante rol que juegan en los procesos revolucionarios los líderes conductores de pueblo.

 Por ello su primer contacto con Máximo Gómez se produce en  1878 al escribirle una carta desde Guatemala, con el pretexto de indagar algunos datos sobre Carlos Manuel de Céspedes y la guerra que acababa de terminar en Cuba.

 La introducción de la carta deja bien en claro la admiración del joven hacia el caudillo de la Guerra Grande, de cuyas hazañas ha oído hablar:

“He conmovido muchas veces refiriendo la manera con que Vd. pelea:--la he escrito, la he hablado:-en lo moderno no le encuentro semejante: en lo antiguo tampoco.-Sea ésta una razón para que Vd. disculpe esta carta.

 Luego de decirle el motivo de la carta, cuenta en breves líneas su biografía de combatiente y sus sueños de cubano:

“De mi: tal vez nadie le dé razón, Rafael Mendive fue mi padre: de la escuela fui a la cárcel y a un presidio, y a un destierro, y a otro.-Aquí vivo, muerto de vergüenza porque no peleo.---Enfermo seriamente y fuertemente atado, pienso, veo y escribo.-Veo las pobrezas de estas tierras, y pienso con orgullo que nosotros no las tendremos.-En tanto que, en silencio, admiro a los que lo merecen, y envidio a los que luchan, sírvase darme las noticias históricas que le pido,-que tengo prisa de estudiarlas y de publicar las hazañas escondidas de nuestros grandes hombres.-Seré cronista, ya que no puedo ser soldado.

“No extrañe este lenguaje. Cuando se sirve bien a la patria, se tienen en todas partes muchos amigos viejos. De los más ignorados, no de los menos ardientes, es para el General animoso, poco el mutilado silente.”

 Es el preludio de una amistad que nacerá más allá de la diferencia generacional y que resistirá los encontronazos de las diferencias tácticas y los temores del joven demócrata y liberal, frente al caudillo de mérito, acostumbrado a ser obedecido en medio de los campos de batalla, prejuiciado por los “leguleyos” y “chupatintas”, que han sido lastre en el arduo batallar por la libertad

 En 1880 llega a los Estados Unidos después de haber sido deportado a España por su labor conspiradora en la isla. Era un joven con una modesta hoja de servicio a la causa revolucionaria, que se impuso como deber la organización de la emigración separatista y a los que en Cuba seguían creyendo en la libertad completa de la patria.

  Conoce del papel decisivo que en la Guerra Grande han tenido figuras como Antonio Maceo, Máximo Gómez y Calixto García, entre otros por lo que procura el acercamiento a ellos para  comunicarles sus puntos de vista sobre el importantísimo tema de la independencia y el modo de conseguirla.

 En medio de estas gestiones contacta  con el Mayor General Máximo Gómez(julio, 1882), en una carta esclarecedora y franca en la que expone sus criterios sobre la forma de alcanzar los propósitos separatistas:

“(...) usted sabe, General, que mover un país, por pequeño que sea, es obra de gigante. Y quien no se sienta gigante de amor, o de valor, o de pensamiento, o de paciencia, no debe emprenderla”

 Más adelante, tras hablarle de sus contactos para organizar la lucha, le pide consejos y apoyo para llevar adelante sus ideas, porque “(...)importa mucho que el país vea juntos, sensatos ahorradores de sangre inútil y preveedores de los problemas venideros, a los que intentan sacarlo de su quicio, y ponerlo sobre quicio nuevo”

 Llama la atención el párrafo en el que advierte que existe un peligro mayor debido a las intenciones de aquellos que no querían perder sus privilegios, aunque ambicionaban librarse de España: la anexión a los Estados Unidos.

 Por eso le expresa a Máximo Gómez la necesidad de crear un Partido que aúne a los que quieren la libertad, como modo de atajar a los anexionistas que desean: “una libertad cómoda” para salvar “(...)a la par su fortuna y su conciencia”

 Este fue el primer contacto con el General Gómez. Quien le respondió de forma amable pero evasiva, en carta donde le dice que no existían las condiciones en Cuba para una guerra por el momento, pero dejando en claro su posición ante este asunto.

 Después de esta serán muchas las cartas cruzadas entre ambos, pero no será hasta 1884 en que se conocerán personalmente Martí, Gómez y Maceo en la ciudad de Nueva York a donde habían llegado los dos últimos recavando el apoyo de la comunidad cubana para el Plan que ambos caudillos tenía para reiniciar la guerra de independencia en Cuba.

 El conocimiento de estos dos reconocidos generales de la guerra independentista hizo a Martí concebir esperanzas sobre la posibilidad de reanudar la lucha, pero el conocimiento de ambos y de los recelos que aún albergaban del liderazgo civil, así como un exagerado centralismo en los preparativos de la insurrección hizo reaccionar al joven Martí quien en carta valiente y sincera le dice a Máximo Gómez:

“Salí en la mañana del sábado de la casa de Vd. con una impresión tan penosa, que he querido dejarla reposar dos días, para que la resolución que ella, unida a otras anteriores, me inspirase, no fuera resultado de una ofuscación pasajera, o excesivo celo en la defensa de cosas que no quisiera ver yo jamás atacadas,--sino obra de meditación madura. .-¡ qué pena me da tener que decir estas cosas a un hombre a quien creo sincero y bueno, y en quien existen cualidades notables para llegar a ser verdaderamente grande!-Pero hay algo que está por encima de toda Ia simpatía personal que Vd. pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, establecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo.

“Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento (...)”

 No eran temores infundados los que guiaban la pluma de Martí, la historia americana estaba llena de ejemplos tristes en los que valientes jefes de la independencia terminaron siendo en las repúblicas dictadores de entorchados y capataces de pueblos a quienes negaron sus derechos por capricho, con el único pretexto de haberlos servidos en el pasado:

“¿Cómo, General, emprender misiones, atraerme afectos, aprovechar los que ya tengo, convencer a hombres eminentes, deshelar voluntades, con estos miedos y dudas en el alma? -Desisto, pues, de todos los trabajos activos que había comenzado a echar sobre mis hombros.”

“Y no me tenga a mal, General, que le haya escrito estas razones. Lo tengo por hombre noble, y merece Vd. que se le haga pensar. Muy grande puede llegar a ser Vd.-y puede no llegar a serlo. Respetar a un pueblo que nos ama y espera de nosotros, es la mayor grandeza (...)

“Pues después de todo lo que he escrito, y releo cuidadosamente, y confirmo,-a Vd., lleno de méritos, creo que lo quiero:-a la guerra que en estos instantes me parece que, por error de forma acaso, esta Vd. representando,-no:- “

 Este temporal alejamiento de las conspiraciones separatistas fue muy duro para el Apóstol, muchos cubanos no entendieron sus razones, otros vieron en ellas demasiado suspicacia civilista y no pocos lo llamaron cobarde, solo el tiempo y el desarrollo de los acontecimientos le fueron dando la razón en cuanto a su actitud y la mejor manera de organizar aquella lucha de todos los cubanos, llamados al máximo sacrificio, con la limpieza de saber que era por la libertad de Cuba por la que se pedía este sacrificio y no por intereses espurios o personales.

 El Partido Revolucionario Cubano fue la obra grande de este fundador de pueblos, que llamó a la unidad a todos los cubanos para conseguir una República en la que fuera realidad esos sueños de igualdad de alcanzar una patria “con todos y para el bien de todos”

 Creado el Partido y limadas las diferencias y recelos que habían alejado a Máximo Gómez y José Martí, este se dirige al Generalísimo en carta fechada el 13 de septiembre de 1892:

“Sr. Mayor General:
                               El Partido Revolucionario Cubano, que continua, con su mismo espíritu de creación y equidad la República donde acreditó Vd. su pericia y su valor, y es la opinión unánime de cuanto hay de visible del pueblo libre cubano, viene hoy a rogar a Vd., previa meditación y consejo suficientes, que repitiendo su sacrificio ayude a la revolución como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar dentro y fuera de la Isla el ejército libertador que ha de poner a Cuba y a Puerto Rico con ella, en condición de realizar con métodos ejecutivos y espíritu republicano, el deseo manifiesto y legítimo de su independencia.

“Yo ofrezco a Vd., sin temor de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres(...)”

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