“...¡ qué enojo, el de la naturaleza perseguida! Se vuelve hacia el
hombre, y como el tigre al cazador, de un golpe de grifo lo desfibra y aplasta.
Gruñe y tiende.”[1]
José Martí
Hoy es el Día del Medio Ambiente, justo en un año
donde cobra mayor importancia recordar el daño que la Humanidad le ha causado a
la Naturaleza y al medio ambiental en el que ha desarrollado su evolución por
cerca de un millón de hombre.
Aquel
endeble homínido que se erigió sobre sus dos extremidades traseras y vio más
lejos y salió en busca de su mejoría y el de su manada, luego convertida en
horda, familia, clan, pueblo y humanidad está a punto de destruir su hogar, en
el momento en que una parte ínfima de ellos gozan de más privilegios y riquezas
que todos los jefes anteriores y tiene la capacidad demencial de acabar con el
prójimo y con su propia existencia en un final de apocalipsis que no dejará
testigo.
Ese es el
Hombre y la Mujer, especie dominante de
un hermoso planeta forjado en miles de millones de años y ahora a punto de
desaparecer por el egoísmo y la avaricia, dos capacidades desarrolladas por la
humanidad y que le han dado siempre más tristezas que alegría.
Increíblemente nuestro José Martí desde la
altura de su época tuvo una mirada objetiva que tiene vigencia en este momento
de alarma por la supervivencia del Planeta Azul:
...” Él les
anuncia que no hay pujanza que resista a la inteligencia humana cultivada. De
la armonía de todas las leyes conocidas, y de la imperfección y brutal rudeza
de la actual vida humana, infiérese que el hombre no vislumbra todavía las
reglas suaves y amplias de la vida, y que la tierra guarda con exceso bienes
holgados con que aquietar los deseos de todos los que la habitan. Estudiar las
fuerzas de la naturaleza, y aprender a manejarlas, es la manera más derecha de
resolver los
problemas sociales. El comercio intelectual ennoblece. El hombre
ignorante no ha empezado a ser hombre. El hombre lleva todas sus espadas y
todas sus lanzas en la frente.”[2]
Por eso vuelve a su reflexión de iluminado y nos dice:
“Al ver
el inmenso consumo que de él se hace pudiera temerse que se llegara a agotar,
si no supiésemos que la naturaleza no es más que un
inmenso laboratorio en el cual nada se pierde; en donde los cuerpos se
descomponen, y libres sus elementos vuelven a mezclarse, confundirse y
componerse, pudiendo, en el transcurso de los siglos-que son instantes en la
vida del mundo-volver a su antiguo ser, a colmar los vacíos que el hombre haya
causado, por otra parte imperceptibles en los inconmensurables depósitos del
globo.[3]
Por eso a
las luchas sociales por el bienestar de la Humanidad hay que unir el reclamo
por atender los grandes problemas que nuestro desarrollo causa a la Naturaleza,
esa madre sabía e implacable que responderá siempre a nuestros logros y
desaciertos con la capacidad de regenerarse, aunque en ello nos vaya la
existencia.
[1] Obras CompletasVol.10, pág. 24. José Martí
[2] Obra Citada Vol, 13, pág.,
520
[3] Obra Citada, Vol. 8 Pág. 447
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