lunes, 12 de junio de 2017

ROMA, EL REFULJIR DE TRASTEVERE EN LA PROSA DE MARTI



Amante del arte y cultivador de la cultura, nuestro Martí es ante todo un gran escritor para el que no existe un tema menor, porque cada uno refulge en su prosa como la joya que él quiere mostrarnos, más en una época en la que aún la imagen no es tiránica, sino ilustración y refuerzo de las palabras y en buena parte de estos escritos no hay imágenes sino conformación de ella con  las palabras precisas.

 Sirva de ejemplo esta brevísima reseña de la ciudad de Roma, en pleno siglo XIX marco para hablarnos de la restauración de la unidad italiana y la referencia virtual a las mujeres del barrio de Trastevere, por lo demás dejemos hablar a Martí:

Roma, que se puso de fiesta para recibir a sus reyes a su vuelta de Austria, ha visto en estos días espectáculos hermosos y cosas amenazadoras. Roma entera tomó parte en las muestras de entusiasmo que acogieron a Humberto y Margarita, y el Quirinal, el Obelisco de Fidias, los palacios viejos, las callejas miasmáticas y oscuras, todo estaba vestido de luces. Era una fiesta llena de jovialidad, como hecha para recibir a reyes jóvenes. En las calles mezclábanse a los ancianos soldados, las gallardísimas mujeres del Trastevere, tipo eterno de amor fervoroso y belleza pictórica. De aquellos óvalos graciosos y dignos, tranquilos y puros, han tomado los grandes pintores los de sus vírgenes. Su hermosura es sólida, majestuosa, reposada. Sonríen, como quien premia. Miran, como quien besa. En pintarlas pasaba Fortuny, el famoso pintor catalán, largas y memorables horas, cerca de sus casuchas miserables, que como mugriento faldero de magnate descuidado, se apoyan en las paredes de espléndidas moradas. De esas luces estaba llena la noche de la recepción la enfermiza Roma, ¡cuna del pensamiento viejo, horno del pensamiento nuevo, casa del arte, pensamiento eterno![1]



[1] Obras Completas de José Martí. T. 14:239

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