“Enfrascado en estudios monográficos, los
historiadores a veces destinamos menos tiempo a las demandas del público mayor
que exige se les proporcione el conocimiento de sus antecedentes de comunidad
activa y creadora, puesto que es el incentivo ético más poderoso para forjar su
porvenir”
Dra. Olga
Portuondo Zúñiga
Tenemos más de quinientos años de cultura e
historia conformada en ese choque cultural que fue la conquista de nuestras
tierras de América, esta isla fue el segundo territorio en que fijó su ambición
el “abuelo” hispano, que no venía a quedarse, sino a hacerse rico y luego
volver a la tierra que los había despedido pobres y donde soñaban volver
cargados de oro. Sueño vano y torpe que se le trocó en desilusión primero, y en
conformidad después, la mayoría no volvieron y se quedaron en esta isla,
primero como trampolín para ir más lejos a tierra firme y luego para hacer
hogar, mezclarse con otros seres humanos y forjar una de las culturas más
singulares del nuevo mundo, comenzó entonces y desde entonces la TRASCULTURACIÓN de
las que tanto nos habló don Fernando Ortiz y de la que no fuimos conciente, fue
a pesar de esos conquistadores y de los sufridos que fueron traídos a la fuerza
a lo largo de estos cinco siglos para hacer producir a la más “hermosa tierra
que ojos humanos vieron”, según Cristóbal Colón.
Hace algunos años me enfrenté como alumno, a
un problema no resuelto por la historiografía cubana, la falta de un texto
sencillo pero abarcador acerca de la evolución de la historia de la Cultura Cubana, siempre pensé
en un Manual, no a la usanza de esos dogmatizados y escolásticos manuales filosóficos de los
que padecimos en Cuba, allá por los inquietantes años sesenta y setenta, sino
al estilo del escrito por ese gran historiador cubano que es Ramiro Guerra, abarcador de hechos históricos, con análisis
profundos de nuestro devenir nacional y del que no pueden prescindir los
historiadores cubanos contemporáneo.
En Cuba los investigadores
y especialista se han dedicado a seguir la huella de las manifestaciones
culturales y del arte de manera monográfica, así hemos tenido en la
historiografía cubana, libros como “La Música en Cuba” de Alejo
Carpentier; “La Selva Oscura” de Rine Leal,
dedicada a la historia del teatro; estudios sobre el arte cubano de Jorge Mañach, Adelaida de Juan y Graciella
Pogolotti; Salvador Bueno, para la literatura y muchas monografías, ensayos y artículos que
han ido perfilando el quehacer cultural de la isla, pero no tenemos una
monografía abarcadora de esos estudios
estudio.
Es un reto y habrá que emprenderlo, sin miedo
al juicio, ni parcializaciones ideológicas que traigan más confusión que luz,
habrá que poner a cada uno en su lugar y señalar luces y sombras, esa es tarea
ardua si queremos que el rico pasado histórico de nuestra patria sea algo más
que crónica de antaño o justificaciones de políticos.
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