La década del veinte del siglo XX en Cuba es conocida por los
historiadores como la “Década Crítica”, por el cúmulo de acontecimientos que se
sucedieron en ella y por el protagonismo que fueron ocupando las fuerzas sociales,
hasta ahora marginadas o indiferentes ante el fenómeno de la política nacional,
en manos de un grupo de “Generales Y Doctores”, que secuestraron
prácticamente el aquella república
castrada y modelada por los Estados Unidos para servir sus intereses, dejando a
esta “casta” el gobierno de la misma, que significaba ante todo el erario
público, como fuente de riqueza y corrupción, todo esto comenzó a cambiar en
esta década con el protagonismo de una nueva generación, sin complejos de culpa
y sí dispuesta a cambiar aquella situación vergonzosa.
Con el inicio de la Primera Guerra Mundial se
produce una demanda muy alta de productos alimenticios y otros insumos, entre
ellos el azúcar que mediante una gran especulación alcanzó altísimos precios en
poco tiempo, este repunte de los precios del azúcar repercutió en la economía
monoproductora de Cuba y provocó un auge de las inversiones y un alza en la producción de este producto.
Las grandes ganancias de todo lo que tenía que ver con la producción azucarera trajo un período de bonanza económica conocido como
“danza de los millones ” o período de
las "vacas gordas ” que tuvo su drástico fin al término de la guerra 11 de
noviembre de 1918, y la brusca caída de los precios del azúcar lo que originó
la crisis de 1920-1921, cuyos efectos inmediatos fueron la quiebra bancaria y
la ruina de los propietarios nacionales en beneficio de los financistas de
Estados Unidos, pero que se hizo sentir con más fuerza en los sectores humildes
de la sociedad cubana que perdieron el sustento de sus familias en un duro
período económico conocido como "de las vacas flacas".
El desarrollo de la crisis
coincide con la llegada al poder del presidente Alfredo Zayas, y con el
protagonismo de nuevas fuerza políticas y sociales conformadas principalmente
por los jóvenes, desinhibidos del derrotismo y la frustración de las fuerzas
que habían hecho la guerra independentistas o aquellos que de una forma u otra
habían estado por la independencia real y renovaban su compromiso junto a las fuerzas
nuevas en este proceso conocido en nuestra historia como el “despertar de la
conciencia nacional” frente a las poderosas fuerzas de la oligarquía nacional
entreguista y los monopolios extranjeros, principalmente norteamericanos.
En diciembre de 1922, a la luz de las
reformas universitarias que están produciéndose en América Latina y como parte
de los nuevos tiempos que vive el país,
el joven estudiante de derecho Julio Antonio Mella funda la Federación Estudiantil
Universitaria (FEU) y pasa a destacarse como líder de esa generación al
encabezar en enero de 1923 la huelga estudiantil que ocupa la Universidad de la
Habana y obliga al gobierno de Zayas a
crear la Asamblea Universitaria,
integrada por 30 profesores, 30 graduados y 30 estudiantes, facultada para
elegir al Rector, modificar los estatutos y los planes de estudios del alto
centro docente al tiempo que reconoce la personalidad jurídica de la FEU.
Julio Antonio Mella McFarland
(1903-1929) matricula a los 19 años en la Universidad de La Habana
como alumno de Derecho y Filosofía y Letras, sobresaliendo por sus dotes de
líder y en las prácticas estudiantiles. En 1922 participa en una manifestación
contra la Enmienda
Platt, destacándose por sus posiciones martianas y
antiimperialistas, así como una rápida identificación con el movimiento obrero.
Es el líder de los estudiantes
universitarios y creador de su organización la FEU, del Congreso Nacional de Estudiantes y de
las luchas por la
Reforma Universitaria. Mella fundó, además, el Ateneo José
Martí -dedicado a estudiar la obra del Maestro- y la Universidad Popular
José Martí -para trabajadores-, las revistas "Alma Mater" y
"Juventud", así como el Grupo Renovación de estudios marxistas.
Durante 1924 crea la
Federación Anticlerical de Cuba y el periódico "El
Libertador" y en julio de 1925, la sección cubana de la Liga Antiimperialista
de las Américas y el Instituto Politécnico Ariel.
La “Protesta de los Trece”[1],
encabezada por Rubén Martínez Villena, tuvo por móvil el rechazo a la
corrupción gubernamental, algo que era consuetudinario a todos los gobiernos de
la República
después de la segunda intervención. La escena política republicana sólo había
contado hasta el momento con caudillos y políticos corruptos, un pequeño grupo
de patriotas en oposición crítica y un incipiente movimiento obrero, así como
diversas formas de protesta desde huelgas, sublevaciones, hasta el
bandidismo. Este viril acto de rechazo a
la corrupción estatal la encabezan un grupo de intelectuales jóvenes que luego
formarían la base del “grupo minorista” que encabezó estos enfrentamientos
contra la corrupción y por la
dignificación de la sociedad y sus instituciones, con un amplio temario y con influencia en amplios sectores de la
sociedad cubana. Esto contribuyó al desarrollo de una tendencia independentista
de inspiración martiana y más tarde antimperialista.
Dos hechos trascendentes ocurren
en 1925: del 2 al 7 de agosto nace la Confederación Nacional
Obrera de Cuba y el día 16 del mismo año, el Partido Comunista fundado por
Mella y el socialista Carlos Baliño, entre otros, que pronto es ilegalizado,
procesados sus líderes y perseguidos sus integrantes.
Del 2 al 6 de agosto de 1925 se
reúne en la ciudad de Camaguey el congreso obrero que acordó la fundación de la Confederación Nacional
Obrera de Cuba (CNOC), la cual agrupó en forma unitaria a los representantes
más honestos de las organizaciones sindicales de diferentes ideologías del
país. Asistieron 160 delegados de 128 organizaciones. Su convocatoria fue
impulsada en mayor medida por la Federación Obrera de La Habana, encabezada por
Alfredo López, que había constituido en 1921 un primer paso de unidad al
agrupar a unas 29 organizaciones.
Alfredo López (1894-1926) era un
obrero tipográfico nacido en Sagua la
Grande y que desarrolló una activa vida en las organizaciones
sindicales de la época, se inició en la Asociación de Tipógrafos y fue un factor
importante en la creación en la Federación
Obrera de La Habana (1921) y luego en la creación de la
CNOC. Su identificación ideológica con el
anarcosindicalismo no le impide simpatizar con las ideas socialistas y
antiimperialistas que se gestaban en Cuba en esos momentos. Desde 1923 conoce y
colabora con Julio Antonio Mella.
[1] El 18 de marzo de 1923 un
grupo de trece jóvenes intelectuales cubanos realizan una protesta pública por
la fraudulenta compra del Convento de Santa Clara por el gobierno de Alfredo
Zayas en poco más del doble de su costo en una operación clara de desfalco al fisco de Cuba, por primera vez un hecho de esta
envergadura era repudiado por ilegal por un grupo desconocido de jóvenes en
nombre de la dignidad de la sociedad cubana. Al día siguiente estos jóvenes
firmaron un manifiesto que dieron a conocer en la prensa en el que aparecía los
protagonistas: Rubén Martínez Villena, José Antonio Fernández de Castro,
Calixto Masó, Félix Lizaso, Alberto Lamar Schweyer, Francisco Ichaso, Luis
Gómez Wangüemert, Juan Marinello Vidaurreta, José Z. Tallet, José Manuel
Acosta, Primitivo Cordero Leyva, Jorge Mañach y J.L. García Pedrosa.
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