lunes, 19 de junio de 2017

“…Y MI HONDA ES LA DAVID”



 Hace 122 años, un día antes de morir por Cuba y todos nosotros, nuestro José Martí escribió una carta a Manuel Mercado en la que se escribe esta enfática frase que encabeza mi entrada, en alusión al conocimiento que tenía sobre la política de los poderes estadounidense con respecto a los temas de Cuba, nosotros somos herederos de esa honda, porque crecimos en medio de la Revolución Cubana, esa que no perdonan los imperialista por radical, soberana, altruista y revolucionaria, que tuvo la osadía de nacionalizar todas las propiedades de la burguesía nacional y de los inversionistas extranjeros, principalmente yanqui, que desde principios del siglo XX fueron adueñándose de las principales riquezas del país en beneficio de una minoría desnacionalizada y anexionista, que creyó el cuento del “fatalismo geográfico” de esta isla, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.
 Ahora vuelve el cuento de los “derechos humanos conculcados”, el desconocimiento de  la historia que hemos vivido en más de cien años luchando por nuestra independencia, el tratarnos de ahogar por hambre y estrecheces, como si ya no estuvieras acostumbrados, ya tenemos el cinturón con muchos huecos para apretarlos, la lengua fina y audaz para responder y la capacidad firme e irrenunciable de defender las conquistas que la Revolución Cubana dio a los humildes y a las capaz menos favorecidas dentro del capitalismo dependiente de la burguesía nacional y sus seguidores.
 El gobierno de Donald Trump vuelve a las andadas de sus predecesores, cada uno a su forma ha tratado de  “hacer volver la oveja al redil capitalista”, pero han olvidado contar con la conciencia de un pueblo de varias generaciones, que ha madurado, pero que sabe cuánto perdería en este cambio en los derechos de muchos por los privilegios de poco, tenemos cultura, sabemos leer, mal que bien la información de internet nos llega y ninguna propaganda revolucionaria fue mejor que oír  el parloteo grotesco y extemporáneo del señor presidente de los Estados Unidos en un discurso que parecía una parodia de lo peor de la “Guerra Fría”, sino fuera porque lo dijo el gurú de las llaves imperiales, para él nuestro desprecio total por su ignorancia.

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