martes, 13 de junio de 2017

FERNADO MARTÍNEZ HEREDIA, VIVE



Ayer[1] murió en La Habana una voz distinta en el ámbito  de las Ciencias Sociales Cubanas,  últimamente fue distinguido con innumerables premios  en la esfera académica y no dudo que su huella  de intelectual honesto y osado moleste aún a muchos de los que le confrontaron y trataron de callar su palabra sabia, precisa, pero siempre revolucionaria y comprometida.
 Desde finales de la década de los 60 estuvo al frente de la Escuela de Filosofía de la Universidad de La Habana, en un momento crucial del proceso revolucionario cubano. Desde la cátedra él y sus colaboradores trataron de hacer una interpretación más abierta del pensamiento marxista, en el momento en que las voces dogmáticas y panfletarias impusieron un modo de aprender e interpretar el marxismo con el rígido esquema predominante en los países del extinto Campo Socialista, con la Unión Soviética al frente.
 Enseñar la dialéctica desde el dogma era la contradicción más aguda de este modo de “predicar” marxismo, apegados a una academia marxista anquilosada y teorizante que terminó por traicionarse a sí misma en una “revisión” de la cual aún sufrimos sus consecuencias.
Fernando estuvo al frente del Departamento  de Filosofía de la Universidad de La Habana y revolucionó, con los pies en la tierra el modo de enseñar las ideas de Marx, Engels, Lenin y todos los continuadores que a lo largo del siglo XX fueron enriqueciendo el marxismo con la praxis como guía y la historia como maestra.
 Uno de los principales aportes a esta polémica anti dogmática de la enseñanza del marxismo fue el “Manual de Filosofía”, publicado en dos tomos y basados en el principio fidelista de no decirle al pueblo “cree” sino “lee”, a modo de enseñar el marxismo desde los clásicos y el debatir constante con sus continuadores.
 Los que peinamos canas y tenemos memoria no podemos olvidar “Pensamiento Crítico”, la revista más revolucionaria de aquellos primeros años de Revolución: polémica, clara, abierta a otros razonamientos y cuestionadora, esos fueron atributos de la revista dirigida por Fernando Martínez que fue acusada de “revisionista” y finalmente fue cerrada en aquel convulso y aun por estudiar año 1971.
 Fueron herejías revolucionarias, herejías desde la Revolución, modos de ver el proceso revolucionaria internacional y nacional desde otra óptica, sin encasillarlo en un pensamiento decimonónico, traicionado por quienes debieron desarrollarlo al convertirlo en una “Biblia Atea” y ajena a las necesidades de un Tercer Mundo, explosivo y adelantado que no esperó a tener teoría para hacer los cambios que necesitaba y Cuba  era el ejemplo y Fernando su mayor defensor desde la cátedra, la teoría y el ejemplo de sencillez martiana al fundirse con su pueblo y su proceso, en el lugar que le asignaron, pero rebelde, despierto, analítico y dispuesto, hasta la muerte.
 Podrán reconocerlo o no, pero tenía razón, el tiempo y la historia se la han dado; un proceso revolucionario se salvó en medio del Período Especial, porque volvimos a mirarnos a nosotros mismos y los análisis de Fernando, en libros y ensayos publicados mayoritariamente en América latina, le dieron la razón.
 Fue un hereje, para mí el filósofo cubano de la época revolucionaria, marxista sin dogmas, razonador, verdaderamente dialéctico, vivió y murió en Cuba,  junto a su pueblo y su Revolución de la que, quiéranlo o no reconocerlo, forma parte indisoluble.


[1] 12 de junio de 2017

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