Este es un pedacito de nuestra historia, fue el inicio de los cambios
más radicales que ha vivido país alguno en este hemisferio, los cambios que nos enorgullecen a muchos y que ya
muchos, los más jóvenes, tienen como historia pasada pero fue principio de un
sueño que los capitalistas de cualquier signos no le perdonan al pueblo de
Cuba. Fue la radicalización de una Revolución de los humildes y para los
humildes:
Un 16 de abril de 1961, en la
despedida de duelo de los caídos en combate en los bombardeos realizados por
aviones mercenarios a los aeropuertos de La Habana, San Antonio de los Baños y
Santiago de Cuba, Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución
Cubana y una enardecida y patriótica multitud, levantó sus fusiles en la
intersección de las calle 12 y 23, en La Habana, para ratificar su compromiso
de defender aquella Revolución “de los humildes, por los humildes y para los
humildes”.
Era el acto más radical de aquel
proceso revolucionario, que respondía a la fuerte oposición del bloque
oligárquico y las dificultades que crearon a la economía nacional con sus
sabotajes, lo que ya había llevado al Gobierno Revolucionario a promulgar la Ley 890 del 13 de octubre de
1960, que nacionalizaba 382 empresas de capital nacional, que incluye 105
centrales azucareros, fábricas, ferrocarriles, grandes almacenes, centrales
eléctricas y otros importantes objetivos económicos.
Ya antes se había hecho lo mismo
con las empresa de Estados Unidos, por lo que ya estaba estatalizada el grueso de la economía de
capital cubano, lo que unidos al completamiento de la nacionalización de las
propiedades norteamericanas en Cuba, el 24 de octubre, afianza el control estatal
sobre la economía nacional.
El país vivía un estado de guerra
interna, produce un recrudecimiento de los sabotajes y enfrentamientos dentro
del país, mientras en el plano internacional los Estados Unidos establece un sistema de sanciones
(bloqueo económico) que implica a terceros países. Cuba se ha vio privada de sus mercados
tradicionales de los cuales dependía de una manera desproporcionada, provocando
que la economía cubana tuviera que sustituir su tecnología industrial,
equipamientos, maquinarias agrícolas, etc., por suministros procedentes de la Unión Soviética y los países
socialistas europeos. Con ello pudo sobrevivir al bloqueo, pero no pudo evitar
la gestación de un nuevo mecanismo de dependencia que a la larga afectaría no
solo desde el punto de vista económico, sino político.
En los meses finales de 1960 se
produce un incremento de las actividades armadas en la zona del Escambray, en
la antigua provincia de Las Villas, financiadas y armadas por la Agencia
Central de Inteligencia (CIA), que
fueron frenadas por una amplia ofensiva en los primeros meses del año 1961 por
fuerzas conjuntas de las milicias y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR),
que derrotaron o dispersaron a estos grupos armados.
En enero de 1961 el gobierno de
los Estados Unidos rompe sus relaciones diplomáticas con Cuba y prioriza un
plan de invasión directa al país por fuerzas mercenarias entrenadas por la CIA,
que tenían por misión el establecimiento de una “cabeza de playa” para
instaurar un gobierno provisional que pidiera la intervención militar directa del gobierno de Estados
Unidos para derrocar a la Revolución Cubana.
El 15 de abril de 1961 aviones
mercenarios procedentes de bases en Nicaragua y con insignias de las FAR,
bombardean los aeropuertos de Ciudad Libertad en La Habana, San Antonio de los
Baños y Santiago de Cuba, con el objetivo de destruir la mayor parte de los
pocos aviones de combate con los que
disponía la Revolución.
Al día siguiente, 16 de abril, en
la despedida de duelo de las víctimas de los bombardeos, Fidel proclama el carácter socialista de la Revolución, como
colofón a la radicalización ascendente que vive el proceso revolucionario.
Se declara la movilización
general, la dirección de la
Revolución comprende que está en marcha una agresión directa
y al amanecer del día 17, una fuerza de tarea formada por cerca de dos mil hombres, reclutados entre los
exiliados cubanos y conformada en su gran mayoría por antiguos soldados de la
tiranía y afectados por las leyes revolucionarias, desembarcaron por la Bahía de Cochinos, al sur de
la provincia de Matanzas.
La respuesta fue contundente,
todo el país se puso en pie de guerra y miles de milicianos marcharon a sus trincheras dispuestos a
repeler cualquier golpe, interno o externo. Mientras en la zona del desembarco
el combate fue sin tregua desde que los invasores pisan tierra y en menos de 72
horas las milicias junto al Ejército Rebelde y la Policía, con la dirección
en la primera línea de Fidel, derrotan a los mercenarios.
El golpe fue tan demoledor que el
presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy, acepta su responsabilidad
directa en los hechos.
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