viernes, 21 de julio de 2017

EL GOBIERNO “AUTÉTICO” DE RAMÓN GRAU SAN MARTÍN



Las elecciones cubanas de 1944 fueron ganadas por Ramón Grau San Martín y el PRC[1] auténtico, basado en un programa que recogía numerosos reclamos populares históricos de la revolución del 30, como por ejemplo, la diversificación de la economía, freno a la penetración extranjera, honestidad en el manejo de los fondos públicos, distribución científica de los mismos y mayor intervención del estado en la regulación económica.
 A pesar de su victoria electoral el autenticismo llegaba al gobierno debilitado por los “sacrificios tácticos” que tuvieron que hacer sus líderes y que en realidad fueron concesiones a la oligarquía tradicional.
 A su llegada al poder Grau San Martín disfrutó de una buena coyuntura económica dada por la  Segunda Guerra Mundial, que le proporcionó una balanza de pago favorable que se mantuvo durante todo su período presidencial.
 Esto se reflejó muy poco en beneficios para las clases populares, el presidente maneja el presupuesto del país por decretos, porque no existía una ley sobre la distribución del presupuesto, lo que ayudó a la dilapidación y el desfalco del tesoro público.
 En su mandato el pueblo esperaba el predominio de la honestidad de los funcionarios públicos en el manejo del dinero del estado, sin embargo la realidad desilusionó a la población.
 El revanchismo caracterizó la política del gobierno auténtico, separando a los mandos militares y los funcionarios del gobierno de Batista, sustituyéndolos por otros grupos políticos tan ambiciosos o más que sus predecesores que asaltaron los ministerios públicos para lucrar con los negocios sucios a la sombra del estado.
 El presidente Ramón Grau se rodeó de un grupo de colaboradores que hicieron del robo su mérito principal. Sobresale entre ellos el Ministro de Educación, José Manuel Alemán, quién levantó una fortuna superior a los 70 millones de pesos a costa del robo de la asignación proveniente del “Inciso K”, para el desayuno de los escolares, de la Ley de Ampliación tributaria de 1943. Con su influencia y latrocinio Alemán se convirtió en la figura principal del gobierno de Grau.
 La violencia creció a la sombra de la complicidad del gobierno que alentó el gansterismo político que ensangrentó a todo el país. El origen de estos pandilleros era de los grupos remanente de la Revolución del Treinta, gente joven de diversos sectores sociales, con una diversa gama ideológica, pero con un denominador común, la lucha entre ellos por el reparto de prebendas y privilegios que parten del presupuesto público.
 Estos desmanes a la hacienda pública fueron la característica principal del gobierno de Grau lo que llevó al descredito del nacional-reformismo que representó el Partido Revolucionario Cubano (auténtico).
 Durante su gobierno se llevó adelante un amplio plan de obras públicas: acueductos, carreteras, escuelas, centros de salud y otras muchas obras sociales y de infraestructura hechas a un “alto costo” y con materiales baratos en busca de las consabidas “ganancias” de los contratistas, los funcionarios y los políticos..
 A pesar de estas obras la administración auténtica no logra materializar un proyecto económico que paleara las necesidades de los sectores sociales más desfavorecidos que le habían apoyado, manteniéndose las enormes desigualdades sociales en el país a pesar de la bonanza económica del período.
 La medida de beneficio social más importante tomada durante el gobierno de Grau fue la utilización del “Diferencial Azucarero” de las zafras de los años 46 y 47 en beneficio de los trabajadores de dicho sector y otra parte obras de beneficios públicos.
En realidad la medida del “Diferencial Azucarero” más que un triunfo del gobierno lo fue del poderoso movimiento obrero cubano y en especial los azucareros liderados por  el sindicalista negro Jesús Menéndez Larrondo (1911-1948)
El gobierno fue perdiendo creditibilidad no solo entre los sectores populares a los que defraudó, sino entre la clase media y el sector industrial de la burguesía cubana que esperaba aprovechar la bonanza para diversificar la economía y regular la penetración extranjera, dígase yanqui.
 El movimiento obrero cubano comenzó a sentir la represión del gobierno de Grau, empeñado en romper la unidad de los trabajadores aglutinados en la Central de Trabajadores de Cuba(CTC), creando una organización obrera reformista que quebrara la influencia de los comunistas dentro de la organización obrera. Comenzó de nuevo la persecución de los líderes sindicales, asaltos a sus gremios, imposición de líderes vendidos e intentos de arrebatarles las conquistas logradas.
 En lo internacional comenzaba la política de “Guerra Fría” auspiciada por los Estados Unidos, que a lo interno se tradujo en la persecución de los comunistas, el movimiento obrero y las fuerzas progresista. Fue el gobierno de Ramón Grau San Martín quien inició en Cuba esta política, apoyándose en el Ministro del Trabajo, Carlos Prío Socarrás, quien tiene el triste “mérito” de desmantelar a la CTC, para imponer una nueva directiva encabezada por el mafioso Eusebio Mujal, pagado con los dineros sacados del famoso “inciso K” por lo que los trabajadores llamaron a esta nueva CTC, la CTK.
 El más vergonzoso hecho político del gobierno de Grau San Martín fue el asesinato de Jesús Menéndez en enero de 1948, cuando ostentaba el cargo de Representante a la Cámara de la república, asesinado impunemente por un oficial del ejército que solo pagó su crimen al triunfo de la Revolución.
 La actuación de Grau al frente del gobierno auténtico, la desilusión de sus partidarios ante la traición y el colaboracionismo con la oligarquía nacional y extranjera; más la enorme corrupción que generó su gestión y el “pandillerismo” que se enseñoreaba en el país, provocó la separación del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), de un sector liderados por Eduardo Chibás quienes crearon una nueva agrupación política, el Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo), con una consigna básica: “Vergüenza contra dinero”.
 La ortodoxia intentó rescatar las doctrinas del “reformismo nacionalista”, traicionado por los “auténticos”, era la defensa de los preceptos de la ideología de la pequeña y mediana burguesía y de los sectores obreros y campesinos que pretendían ante todo un gobierno honesto, que respondiera a los intereses de la nación y fomentara la diversificación económica del país.



[1] Como una afrenta a José Martí y su Partido Revolucionario Cubano, Grau tomó el nombre de partido y con el mote de “auténtico” y  lo presentó como el salvador de la República.

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