Las elecciones cubanas de
1944 fueron ganadas por Ramón Grau San Martín y el PRC[1] auténtico, basado en un
programa que recogía numerosos reclamos populares históricos de la revolución
del 30, como por ejemplo, la diversificación de la economía, freno a la
penetración extranjera, honestidad en el manejo de los fondos públicos,
distribución científica de los mismos y mayor intervención del estado en la
regulación económica.
A pesar de su victoria electoral el
autenticismo llegaba al gobierno debilitado por los “sacrificios tácticos” que
tuvieron que hacer sus líderes y que en realidad fueron concesiones a la
oligarquía tradicional.
A su llegada al poder Grau San Martín disfrutó
de una buena coyuntura económica dada por la
Segunda Guerra Mundial, que le proporcionó una balanza de pago favorable
que se mantuvo durante todo su período presidencial.
Esto se reflejó muy poco en beneficios para
las clases populares, el presidente maneja el presupuesto del país por
decretos, porque no existía una ley sobre la distribución del presupuesto, lo
que ayudó a la dilapidación y el desfalco del tesoro público.
En su mandato el pueblo esperaba el predominio
de la honestidad de los funcionarios públicos en el manejo del dinero del
estado, sin embargo la realidad desilusionó a la población.
El revanchismo caracterizó la política del
gobierno auténtico, separando a los mandos militares y los funcionarios del
gobierno de Batista, sustituyéndolos por otros grupos políticos tan ambiciosos
o más que sus predecesores que asaltaron los ministerios públicos para lucrar
con los negocios sucios a la sombra del estado.
El presidente Ramón Grau se rodeó de un grupo
de colaboradores que hicieron del robo su mérito principal. Sobresale entre
ellos el Ministro de Educación, José Manuel Alemán, quién levantó una fortuna
superior a los 70 millones de pesos a costa del robo de la asignación
proveniente del “Inciso K”, para el desayuno de los escolares, de la Ley de
Ampliación tributaria de 1943. Con su influencia y latrocinio Alemán se
convirtió en la figura principal del gobierno de Grau.
La violencia creció a la sombra de la
complicidad del gobierno que alentó el gansterismo político que ensangrentó a
todo el país. El origen de estos pandilleros era de los grupos remanente de la
Revolución del Treinta, gente joven de diversos sectores sociales, con una
diversa gama ideológica, pero con un denominador común, la lucha entre ellos
por el reparto de prebendas y privilegios que parten del presupuesto público.
Estos desmanes a la hacienda pública fueron la
característica principal del gobierno de Grau lo que llevó al descredito del
nacional-reformismo que representó el Partido Revolucionario Cubano
(auténtico).
Durante su gobierno se llevó adelante un
amplio plan de obras públicas: acueductos, carreteras, escuelas, centros de
salud y otras muchas obras sociales y de infraestructura hechas a un “alto
costo” y con materiales baratos en busca de las consabidas “ganancias” de los
contratistas, los funcionarios y los políticos..
A pesar de estas obras la administración
auténtica no logra materializar un proyecto económico que paleara las
necesidades de los sectores sociales más desfavorecidos que le habían apoyado,
manteniéndose las enormes desigualdades sociales en el país a pesar de la
bonanza económica del período.
La medida de beneficio social más importante
tomada durante el gobierno de Grau fue la utilización del “Diferencial
Azucarero” de las zafras de los años 46 y 47 en beneficio de los trabajadores
de dicho sector y otra parte obras de beneficios públicos.
En
realidad la medida del “Diferencial Azucarero” más que un triunfo del gobierno
lo fue del poderoso movimiento obrero cubano y en especial los azucareros
liderados por el sindicalista negro Jesús
Menéndez Larrondo (1911-1948)
El gobierno fue perdiendo creditibilidad
no solo entre los sectores populares a los que defraudó, sino entre la clase
media y el sector industrial de la burguesía cubana que esperaba aprovechar la
bonanza para diversificar la economía y regular la penetración extranjera,
dígase yanqui.
El movimiento obrero cubano comenzó a sentir
la represión del gobierno de Grau, empeñado en romper la unidad de los
trabajadores aglutinados en la Central de Trabajadores de Cuba(CTC), creando
una organización obrera reformista que quebrara la influencia de los comunistas
dentro de la organización obrera. Comenzó de nuevo la persecución de los
líderes sindicales, asaltos a sus gremios, imposición de líderes vendidos e
intentos de arrebatarles las conquistas logradas.
En lo internacional comenzaba la política de
“Guerra Fría” auspiciada por los Estados Unidos, que a lo interno se tradujo en
la persecución de los comunistas, el movimiento obrero y las fuerzas
progresista. Fue el gobierno de Ramón Grau San Martín quien inició en Cuba esta
política, apoyándose en el Ministro del Trabajo, Carlos Prío Socarrás, quien
tiene el triste “mérito” de desmantelar a la CTC, para imponer una nueva
directiva encabezada por el mafioso Eusebio Mujal, pagado con los dineros
sacados del famoso “inciso K” por lo que los trabajadores llamaron a esta nueva
CTC, la CTK.
El más vergonzoso hecho político del gobierno
de Grau San Martín fue el asesinato de Jesús Menéndez en enero de 1948, cuando
ostentaba el cargo de Representante a la Cámara de la república, asesinado
impunemente por un oficial del ejército que solo pagó su crimen al triunfo de
la Revolución.
La actuación de Grau al frente del gobierno
auténtico, la desilusión de sus partidarios ante la traición y el
colaboracionismo con la oligarquía nacional y extranjera; más la enorme
corrupción que generó su gestión y el “pandillerismo” que se enseñoreaba en el
país, provocó la separación del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), de
un sector liderados por Eduardo Chibás quienes crearon una nueva agrupación
política, el Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo), con una consigna básica:
“Vergüenza contra dinero”.
La ortodoxia intentó rescatar las doctrinas
del “reformismo nacionalista”, traicionado por los “auténticos”, era la defensa
de los preceptos de la ideología de la pequeña y mediana burguesía y de los
sectores obreros y campesinos que pretendían ante todo un gobierno honesto, que
respondiera a los intereses de la nación y fomentara la diversificación
económica del país.
[1] Como una
afrenta a José Martí y su Partido Revolucionario Cubano, Grau tomó el nombre de
partido y con el mote de “auténtico” y lo presentó como el salvador de la
República.
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