Abel Santamaría, segundo jefe de los asaltantes al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953
La ideología
nacional-revolucionaria representa la resistencia de la pequeña burguesía
radical frente a la penetración y el sometimiento al gobierno imperialista de
Estados Unidos. En ellos hay influencia del pensamiento marxista, pero sus
raíces están en la tradición de pensamiento cubano, principalmente el de José
Martí.
Eduardo Chibás se erige en la principal figura
de esta corriente y a su alrededor se agrupan la más joven generación de
revolucionarios, urgidos de un cambio, que los distingue con respecto al
Partido del Pueblo Cuba (Ortodoxo). Un ejemplo de ello lo fue el documento
redactado en 1948 por la Comisión Nacional Organizadora de la Sección Juvenil
del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) con el título: “El pensamiento
ideológico y político de la juventud cubana”, en el que se analiza la Historia
de Cuba con un enfoque de orientación marxista. La conclusión a la que llega el
documento es que la única alternativa para resolver los problemas de injusticia
social a largo plazo era el socialismo.
La ortodoxia se nucleó alrededor de la carismática figura de Eduardo Chibás, líder de
profundo arraigo popular que durante siete años basó su propaganda en una
cruzada en contra de la corrupción político-administrativa y de los monopolios
extranjeros. Su lema “Vergüenza contra dinero”, fue seguido por millares de
cubanos que cifraron sus esperanzas en él y su partido.
Las prédicas de Chibás animaron un fuerte movimiento popular de
personas cansadas de la demagogia de los Auténticos y sus desmanes al frente
del gobierno. Por eso el Partido Revolucionario Cubano (Ortodoxo) y su líder
encabezan el pensamiento nacional-revolucionario, heterogéneo y multitudinario,
que pretende darle a la sociedad cubana un gobierno honesto que hiciera cumplir
la Constitución del 40; priorizando los intereses nacionales sobre los
imperialistas y encaminar la República dentro de los causes de la democracia
representativa burguesa.
Difícil fue para Chibás mantener esta línea
política, debido a las pretensiones politiqueras de muchos cuadros del partido
ortodoxo que se unieron a él en busca del triunfo electoral, más que por hacer
realidad su programa, tras su muerte serán los más jóvenes seguidores los que
tomen la actitud más radical.
El pensamiento marxista arraigado en el
período anterior al calor de las luchas sociales, tenía una limitada influencia
en pequeños sectores obreros e intelectuales. Tras la represión post
machadista, que tuvo entre sus objetivos a los comunistas, se produce un cambio
táctico en el gobierno dominado por
Batista y desde 1938 hasta 1950 la divulgación de las ideas marxistas recibe un
impulso motivado en la legalización del Partido[1], su labor proselitista y
la coyuntura internacional de la lucha contra el fascismo.
La intelectualidad de izquierda en Cuba,
aunque no era mayoritaria si jugó un rol importante en la confrontación de
ideas de este período, donde lo más importante no era combatir las ideas
filosóficas burguesas, sino impulsar la lucha por la liberación nacional y
social.
Hicieron aportes teóricos a problemas concretos de la sociedad cubana:
Juan Marinello en sus estudios sobre la obra de José Martí; Carlos Rafael
Rodríguez con valiosos trabajos sobre la herencia filosófico cultural en Cuba y
la economía; Mirta Agüirre en temas
culturales y literarios específicos; Severo Agüirre , abordando problemas
históricos de la nación cubana y Blas Roca y su estudio de la Historia de Cuba
partiendo de un enfoque marxista para juzgar las problemáticas de la sociedad
cubana.
Con la desaparición de Eduardo Chibás la
cúpula del partido ortodoxo se deshizo en luchas politiqueras que debilitó el
partido, mientras un sector de la juventud ortodoxa deslinda su posición y
emprende un nuevo programa.
El grupo de jóvenes liderados por Fidel Castro
y Abel Santamaría busca la solución a los problemas de Cuba en un cambio
profundo y radical de la estructura socio-política del país, que permitiera
realizar las reformas que necesitaban las clases populares. Para este grupo de
jóvenes el camino era la lucha armada y se dieron a la tarea de organizarla.
El asalto al cuartel Moncada en Santiago de
Cuba fue el primer hecho concreto de este programa radical que fuera claramente
expuesto por su líder Fidel Castro en su defensa en el juicio por los sucesos
del Moncada, conocida como “La Historia Me Absolverá”.
En este alegato Fidel analiza la situación
social de Cuba en la década del 50 y la valora de forma crítica desde las
perspectivas e intereses del pueblo. Allí se recogen los anhelos e ideales de
más de medio siglo de lucha de los
desposeídos, del estudiantado, los intelectuales y la pequeña burguesía
progresista.
“La Historia Me Absolverá”
se convierte en un instrumento de
movilización social, en un programa popular en el que se trazan los objetivos
y medios de lucha revolucionarios. Es el
programa del movimiento revolucionario democrático popular y antimperialista,
destinado a rescatar al país del dominio de los Estados Unidos, destruir la
estructura dependiente, para liquidar las desigualdades, las injusticias
sociales, el desempleo, el analfabetismo, el latifundio y la discriminación
racial. En la base ideológica de este movimiento nacional liberador están las
ideas sociales de José Martí, rescatadas
y convertidas en programa de lucha por generaciones de cubanos a partir de las
luchas contra la dictadura de Gerardo Machado.
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