Un 17 de junio 1905 muere
en La Habana el Mayor General Máximo Gómez Báez nacido en República Dominicana
pero al que los cubanos tenemos en el sitial de los Héroes nuestro, no solo por
su desinteresado aporte a las luchas por la independencia sino porque lo hizo
desde arraigadas convicciones éticas que lo afianzan entre los grandes hombres
de nuestra historia.
Quiero hacer un breve
acercamiento al pensamiento social y
político que muchas veces no es tenido muy en cuenta al valorar a este genial
estratega militar, patriota cubano incondicional que supo darle a Cuba lo mejor
de sí y recibir de ella no solo el reconocimiento por sus méritos sino la
oportunidad de crear una familia que lo afianzó en nuestras vidas con raíces
propias.
Las más importantes valoraciones del
pensamiento del Generalísimo[i]
están contenidas en sus propios escritos, esos nacidos de la necesidad de
llevar memoria de sus acciones militares, sus criterios y testimonios, válidos
hoy para conformar su personalidad y su pensamiento político social.
Él dice
que su llegada a Cuba se produce tras su “ciega” participación en los
“oscuros” acontecimientos de Santo Domingo y lo valora como una “casualidad”.
En esos momentos se siente desarraigado al perder status social y su patria,
aunque el procede de una familia “venida a menos”. Allí en Dominicana deja
hijos y viene a Cuba con una formación cristiana de raíces populares y el
oficio militar aprendido en las guerras contra los haitianos y en las luchas
intestinas de los suyos.
Al llegar a Cuba parece hacer tabla rasa de su
vida pasada se afinca como campesino en un pueblito oriental en las laderas de
la Sierra Maestra, El Dátil, acompañado de su madre y dos hermanas.
El fenómeno de la esclavitud es algo que choca
a su ética y lo que determina la radicalización de su pensamiento, aún
antes de comenzada la guerra por la
independencia en Cuba. Emilio Roig apunta que Máximo Gómez fue abolicionista
antes que independentista.
Sus primeras notas autobiográficas se refieren
a “Cuba país de esclavos” y tiene radicales ideas sobre la esclavitud, sin
posiciones racistas y declara que a través de ellos (los esclavos) “aprendió a
amar al hombre”.
En estas notas deja sentado que fueron sus
necesidades de justicia social las que
lo llevaron a incorporarse a la guerra por la independencia.
Su concepto de raza es superior al
predominante en la sociedad colonial cubana de su época. El escribirá en carta
al General Ramón Blanco, que no hay diferencia de raza y que cree en una sola
raza, la humana. Que los valores humanos eran los que determinaban las
diferencias entre los hombres. Será este pensamiento social el que lo acerque a
José Martí.
En su obra deja claro su pensamiento social,
declarándose “socialista”, siempre y cuando sea para la distribución de las
riquezas sociales entre los pobres.
Hay en él una concepción “antillanista”,
compartida con Houston, Betances y Martí y en esos momentos de lucha por la
independencia de Cuba insta a los
dominicanos a apoyarla en su intento y dejando en claro sus posiciones con
respecto a los Estado Unidos, para él las relaciones que deben existir entre Cuba,
Santo Domingo y Puerto Rico, se anteponen a la falta de identidad con
los Estados Unidos.
A Francisco Carrillo le escribe en 1887 su
preocupación por el auge que va teniendo el anexionismo y las consecuencias
para Cuba y las Antillas. En 1893 escribe un análisis sobre la situación cubana
y los peligros de que España pudiera intentar salir de Cuba y ponerla en manos
de otros extranjeros.
Está muy clara su posición antianexionista y
siempre que tiene una oportunidad la expresa, no se cruzó de brazos y a su modo
y como pudo trató de alcanzar la República para los cubanos. Su gran pecado
como cubano, fue sentirse extranjero cuando el país lo necesitaba para conducir
las riendas de la futura República, la constitución de la República preparó las
condiciones para que así fuera: “Solo podía ser presidente de Cuba, un cubano
de nacimiento o un extranjero que hubiera peleado 30 años por la independencia”…solo
faltaba el nombre.
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