Hoy
es 1º de junio, DÍA INTERNACIONAL DE LA INFANCIA, posiblemente la jornada de
Naciones Unidas más celebrada en Cuba, porque
nos recuerda la prioridad que el estado revolucionario cubano ha dado a
la infancia desde el triunfo de enero de 1959.
Los niños en los sistemas de desigualdad,
injusticia e inestabilidad social son los que más sufren, son la víctima más
desgarradora, porque no entienden la tragedia que viven, sin embargo viven abandonados por todos, olvidados por las
grandes potencias decisoras que los tienen como “bajas colaterales”, “males
necesarios” o cualquier otro eufemismo que oculten el terrible flagelo de ver
sufrir a un niño por las guerras, el hambre, la falta de atención, la
disolución de la familia o por perder la vida cuando vino al mundo para ser
futuro y esperanza.
La Revolución Cubana ha tenido siempre como su
programa prioritario, la protección de la infancia, basada en esa máxima
martiana que nos sirve de título: enseñanza universal y gratuita, acceso a la
salud y al bienestar mínimo, legislación familiar que apuntala sus derechos a
crecer sanos, protegidos por la familia o a falta de esta por las instituciones
del estado, su preparación para el bregar por la vida, hacen de esta isla
pequeña y utópica, una excepción, un paraíso para los niños.
Somos la nación con la más baja tasa de
mortalidad infantil en todo el continente americano, la enseñanza es
obligatoria hasta el noveno grado y la educación de los primeros años del
infante es la prioridad primera del
sistema de educación.
No tendremos grandes parques de diversiones
para los niños, pero la seguridad del niño cubano es sagrada, flagelo como el
secuestro de niños, tráfico de sus órganos, esclavización como mano de obra,
prostitución infantil, indigencia y abandono, son fenómenos que no existen en
Cuba, a pesar de sus precariedades e incluso de las nuevas miradas consumistas
de familias y ciudadanos que ven el bienestar humano en la acumulación de
bienes.
Hoy es un día de fiesta en Cuba, abrace a su
niño asegúrese de que crecerá en un
mundo de valores humanos donde la bondad sea la brújula principal de su vida,
él será el ciudadano del futuro, un reflejo de su familia, su sociedad y su
grupo, pero único.
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