jueves, 23 de junio de 2016

DE CUANDO LOS CAPITALES YANQUIS LLEGARON A CUBA





En la vida no se puede ir constantemente levantando el dedo húmedo para ver de qué lado sopla el viento y tratar de ir a favor de este, en cuestiones humanas, tomar partido es honestidad y defender  lo que uno cree, existe una tendencia a no recordar, a vivir el presente y ver el mundo según nos vaya en él, con un oportunismo pedestre que beneficia muchos intereses, sobre todo los que defienden las minorías poderosas.

 Siendo un cubano de a pie estoy al lado de los míos, que son mayoría y aunque creo que muchas cosas deben cambiar, que cambien para bien, no vaya a ser que “botemos al niño con el agua sucia”, como dice un viejo refrán español.

 Es así que yo, “me quedo con todas estas cosas / más dignas, más hermosas/ con esas yo me quedo”…[1] y vamos al tema:

 En el período que  la Historia de Cuba reconoce como  Tregua Fecunda (1878-1895) se inicia con fuerza la penetración del capital norteamericano en la isla, principalmente en la industria azucarera, la rama tabacalera y la minería. Desde 1880 comenzaron diversos grupos de inversionistas de Estados Unidos a explotar las minas de hierro, manganeso y cromo en los alrededores de Santiago de Cuba; en 1883 compran el primer ingenio azucarero, El Soledad en Cienfuegos y ya en 1891 varios grupos financieros yanquis montaron ingenios en Manzanillo, Sancti-Spíritus y Trinidad, además de comenzar a invertir en la industria tabacalera.

 Poco antes de comenzar la guerra del 95 las inversiones de los Estados Unidos era de alrededor de 50 millones de dólares, de los cuales  unos 30 millones estaban invertido en el azúcar y otros 15 en las minas de la parte oriental del país. En el comercio la dependencia creció hasta el punto de desplazar a España como metrópoli económica de Cuba. En 1884 el 85 % de las exportaciones cubanas iban hacia los Estados Unidos y en la producción azucarera  la proporción subía hasta un 94 %.[2]

 En 1890 el Congreso de los Estados Unidos aprobó un arancel aduanal (Arancel McKinley), que estipulaba la entrada al país libre de impuesto a los azúcares crudos provenientes de los países que tuvieran similar gesto para la mercadería norteamericana. Esto desató una guerra arancelaria entre Estados Unidos y España por el comercio cubano, lo que provocó la unidad de todos los intereses económicos de la isla, tanto criollos como peninsulares, en la petición del establecimiento de un tratado arancelario entre ambas naciones. El denominado Movimiento Económico presionó a España que finalmente en 1891 firmó un tratado que aseguró la libertad de derechos del azúcar cubano y ventajas para el tabaco y otras producciones de la isla en el mercado estadounidense.

 Esto trajo por consecuencia un salto de producción de azúcar, que de medio millón en 1890 aumentó a un millón de toneladas en 1894. La bonanza duró poco,  el Gobierno de los Estados Unidos anuló los convenios con España al implantar una nueva tarifa (Tarifa Wilson) en beneficio del monopolio azucarero yanqui de Havemeyer. El precio del crudo cayó a menos de un centavo por libra entre 1894 y 1895 reduciéndose las exportaciones entre un 30 y un 50 %, provocando despidos masivos de obreros, disminución de salarios y ruinas a los productores, entre tanto en los Estados Unidos, José Martí asumía el liderazgo de la emigración revolucionaria cubana y preparaba la guerra necesaria.

Terminada la guerra en 1898, la primera medida del gobierno interventor fue rebajar los aranceles de entrada de las exportaciones norteamericanas hacia la Isla[3], sin que pudiera hacer lo mismo con los productos cubanos que entraban a los Estados Unidos. Con el consiguiente beneficio de los capitalistas norteamericanos y los comerciantes importadores en Cuba, la mayoría de origen español y en su mayoría enemigos de la independencia.

 En cuanto a las inversiones, si bien se creó una Ley que prohíbe a los norteamericanos conceder privilegios a sus connacionales en el tema de inversiones, esta se vulneró con frecuencia, aunque  la gran penetración norteamericana en Cuba vendría después, con la “República”.





[1] Canción de Pablo Milanés
[2] Francisco López Segrera, “Cuba: capitalismo dependiente y subdesarrollo”. Pág. 132. La Habana, 1981
[3] Esta medida fue tomada por el  gobernador de Santiago de Cuba Leonardo Word en Santiago de Cuba, aún antes de firmado el Tratado de París

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