Me
preguntó cuántos de los menores de 30 años en Cuba han leído “Palabras a los
intelectuales”, aquel discurso “parte aguas” de Fidel el 30 de junio de 1961 en
la Biblioteca Nacional de Cuba. Yo diría que muy pocos y menos aun los que lo
han estudiado como documento programático para las políticas culturales y
sociales que vendría después.
Ese discurso fue el resumen de dos días de
discusiones, polémicas y diálogos de una intelectualidad cubana que requería
respuesta ante un hecho concreto que sentó precedente:
Días antes se había prohibido la proyección
del documental “PM” dirigido por Sabás Cabrera Infante, tendencioso y
provocador, financiado por el poderoso e influyente semanario cultural cubano “Lunes
de Revolución” que dirigía su hermano Guillermo Cabrera Infante y detrás del
cual estaba el calenturiento cerebro de Carlos Franqui.
“PM”
era un documental de La Habana de noche, pero no de La Habana casinera, de
prostíbulos y bares, como la dejada
atrás por la Revolución Cubana, era una “Habana oscura” con carteles lumínicos
apagados y la visión de ciudad sitiada. ¿Podía ser de otra manera tras la
invasión de Girón y el auge de las conspiraciones contra la revolución en el
poder?
Era una manera sesgada, provocativa y nada
objetiva, era simplemente contrarrevolucionaria esa imagen de La Habana en ese
momento y bajo esas circunstancias.
Le tocó al ICAIC[1]
y en particular a Alfredo Guevara, tomar la decisión y prohibió y tras esa decisión vino el asustadizo revuelo
de la intelectualidad y en especial del grupo que estaba tras “Lunes de Revolución”,
ellos que impugnaron a Lezama y el grupo Orígenes, que clamaron por “liberalizar
la cultura” y sacarla de manos de aquel “grupo elitista”, se sintieron heridos
por aquella censura lógica, política y valiente.
Fueron días de miedos, de defensa de la
libertad de expresión, de liberalismo burgués ingenuo y oportunista que Fidel y
la dirigencia de la Revolución, se encargaron de aclarar, poner en su lugar,
sin debilidades ideológicas, pero sin abusos de poder: La Revolución tenía
derecho a defenderse, defender el derecho del pueblo a sus conquistas y fue lo
que hizo, quedó bien claro aquella frase que resume una política cultural: “Dentro
de la Revolución todo, contra la Revolución ningún derecho”, eso quedó claro y
mantiene plena vigencia. Volveremos sobre el tema
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