lunes, 27 de junio de 2016

DE PALABRAS A LOS INTELECTUALES Y OTRAS CONSECUENCIAS



Me preguntó cuántos de los menores de 30 años en Cuba han leído “Palabras a los intelectuales”, aquel discurso “parte aguas” de Fidel el 30 de junio de 1961 en la Biblioteca Nacional de Cuba. Yo diría que muy pocos y menos aun los que lo han estudiado como documento programático para las políticas culturales y sociales que vendría después.
 Ese discurso fue el resumen de dos días de discusiones, polémicas y diálogos de una intelectualidad cubana que requería respuesta ante un hecho concreto que sentó precedente:
 Días antes se había prohibido la proyección del documental “PM” dirigido por Sabás Cabrera Infante, tendencioso y provocador, financiado por el poderoso e influyente semanario cultural cubano “Lunes de Revolución” que dirigía su hermano Guillermo Cabrera Infante y detrás del cual estaba el calenturiento cerebro de Carlos Franqui.
“PM” era un documental de La Habana de noche, pero no de La Habana casinera, de prostíbulos y bares, como  la dejada atrás por la Revolución Cubana, era una “Habana oscura” con carteles lumínicos apagados y la visión de ciudad sitiada. ¿Podía ser de otra manera tras la invasión de Girón y el auge de las conspiraciones contra la revolución en el poder?
 Era una manera sesgada, provocativa y nada objetiva, era simplemente contrarrevolucionaria esa imagen de La Habana en ese momento y bajo esas circunstancias.
 Le tocó al ICAIC[1] y en particular a Alfredo Guevara, tomar la decisión y prohibió y  tras esa decisión vino el asustadizo revuelo de la intelectualidad y en especial del grupo que estaba tras “Lunes de Revolución”, ellos que impugnaron a Lezama y el grupo Orígenes, que clamaron por “liberalizar la cultura” y sacarla de manos de aquel “grupo elitista”, se sintieron heridos por aquella censura lógica, política y valiente.
 Fueron días de miedos, de defensa de la libertad de expresión, de liberalismo burgués ingenuo y oportunista que Fidel y la dirigencia de la Revolución, se encargaron de aclarar, poner en su lugar, sin debilidades ideológicas, pero sin abusos de poder: La Revolución tenía derecho a defenderse, defender el derecho del pueblo a sus conquistas y fue lo que hizo, quedó bien claro aquella frase que resume una política cultural: “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución ningún derecho”, eso quedó claro y mantiene plena vigencia. Volveremos sobre el tema


[1] Instituto Cubana de Arte e Industria Cinematográfica

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