martes, 14 de junio de 2016

CHE COMANDANTE, AMIGO



Para los cubanos que hemos crecido bajo los principios sociales de la revolución Socialista “Ser como el Che” se convirtió en un acto de fe  y tratamos por todos los medios de acercarnos a su ejemplo de desprendimiento, amor al prójimo y entrega absoluta a una causa.
 El tiempo, las ideologías, las conveniencias de los tiempos, hicieron que esta enorme figura humana fuera desdibujándose para convertirse en un místico símbolo que a mí se me antoja el peor modo de recordarlo, porque  cuando cada ser humano se enfrenta a sí mismo, ve a los mitos, como ese algo que no puede alcanzar por sobrehumano.
 Yo lo sigo admirando como la persona que compartió parte de mi tiempo histórico, que entendió la necesidad del cambio espiritual de las personas en las nuevas circunstancias, pero que también quiso acelerar lo que requería tiempo y puso la política por delante de esa formación ideológica de los seres humanos en las nuevas circunstancias.
 ¿Nos quedamos sin él? No, está con nosotros esa manera suya de dar ejemplo siendo el primero, el más desprendido, el más audaz, el más sagaz, el más humano, tal vez le reproche el no mirar la humanidad como un todo variopinto de ideologías, sentimientos y pareceres, sin tener que cambiárselas para que sean buenos y  seres humanos.
 A él el homenaje de alguien que creen en la posibilidad de un mundo mejor, para todos:
«El 8 de octubre de 1967, en el combate de Quebrada del Yuro, tras ser herido de bala en su pierna izquierda, inutilizado su fusil y sin cargador en su pistola, es hecho prisionero el Comandante Ernesto Che Guevara. Más tarde, por orden de la CIA, es asesinado, al igual que varios de sus compañeros de lucha.
«En los días siguientes, las agencias internacionales de prensa comenzaron a difundir despachos relacionados con su muerte en Bolivia.
«El 15 de octubre, Fidel en una comparecencia por la Televisión Cubana confirmó la caída del Che en Bolivia y anunció que el 18 de ese mes se efectuaría en la Plaza de la Revolución José Martí una velada solemne.
«Este día, ante una impresionante multitud silenciosa, sin previa presentación, el Poeta Nacional Nicolás Guillén ocupó el podio situado en la tribuna y su emocionante voz reflejó en versos el sentimiento de todo un pueblo.»
Che Comandante
No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerio, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante,
amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Mas de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas, como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabías, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo.
Che Comandante,
amigo.
Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo.
Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.
Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo.
Pasas en tu descolorido, roto, agujereado
traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara!
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo.
Tomado del periódico Granma, 8/10/2012


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