El
siglo XXI requiere de gente consiente del mundo en que está viviendo, que no se
deje embaucar por las lentejuela y los espejitos del confort, que los llevarán
al status de “gente manipulable”, consumidora en exceso y seguidora de cuanto
consejo contradictorio traigan estas redes sociales cada vez más enredadoras,
cursis y desmovilizadoras.
Para ello es importante cultivar el “animal
político” que toda persona informada, culta y contestataria lleva dentro. Los
colores siempre han tenido matices, pero casi siempre terminamos por
generalizar y decir, “rojo”, “azul”, “negro”, sin fijarnos cómo se mueve ese
gama de tonos entre unos y otro, eso es
diversidad y lo fundamental es buscar puntos comunes para unirnos y formar el “arco
iris” fabuloso, que sale después de la tormenta, o cuando el sol brilla entre
nubes.
2017 será un año de retos, como tantos otros,
con la diferencia que ahora los “egoístas”, “intolerantes” y de “extremos”,
parecen estar ganando, porque les conviene un mundo desigual, de ignorantes, de
figuras (des)informadas, cansadas de
tantas tragedias traídas a sus casas por tabletas y chips que lo convierten en
seres inseguros, deseosos de “gobiernos fuertes” que le garanticen confort, aun
a costa de vivir en una jaula de oro.
Es un panorama triste, porque la gente tiene
en primer lugar un derecho a la vida, que los poderosos no garantizan para
todos y que hoy solo cuantifica si eres una persona VIP, por lo demás puedes
ser una víctima colateral, alguien que estuvo en el “lugar inadecuado en el
momento inadecuado” y tantos otros eufemismos que destruyen al ser humano como
ser social, con derechos, feliz años 2017, seguiremos conversando.
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