Las
administraciones gubernamentales norteamericanas, con tal de dañar a la Revolución Cubana y hacerla implosionar, han implementado
cientos de medidas y leyes a lo largo de estos casi sesenta años de diferendo
ideológico entre ambos sistemas sociales, un conjunto de ellas ha tenido que
ver con la emigración aplicada desde los primeros años del triunfo
revolucionario, recordar el desconcierto sembrado en las familias de clase
media y alta cubana en la década del sesenta, tras anunciar una falsa ley de
quitarle la “patria potestad a los padres sobre sus hijos”, miles de niños
salieron solos o mal acompañados rumbo a los Estados Unidos y el trauma aún se
vive, luego la Ley de Ajuste Cubano, vigente aún, que acoge a cuanto cubano
pida asilo a esa nación, considerándolos perseguidos políticos cuando en
realidad son víctimas de las dificultades económicas provocadas por tantos años
de bloqueo económico y de mala administración de los recursos internos, que de
todo hay en este caso.
Últimamente cientos de cubanos acogiéndose a
su derecho de viajar, sacaban boletos para países limítrofes a Estados Unidos o
cercanos a sus fronteras y acogerse a la famosa medida de recibir asilo siempre
y cuando el cubano llegara a territorio estadounidense, era una ruleta rusa de
inseguridad y violencia, por llegar y en
medio de este espacio eran víctimas del tráfico humano, estafas, maltratos y
hasta la muerte, en busca de un sueño americano, selectivo y nada humanitario
que dejaba afuera a millones de otros
latinoamericanos en busca de igual objetivo.
Se llegó a la aberración de implementar un
programa para facilitar la deserción de los médicos cubanos en misiones en
muchos países, facilitando sus trámites rápidos y expeditos para llegar a los Estados
Unidos, en un franco y abierto “robo de cerebro” que implemento el mismo
gobierno del presidente Obama, ese que nos invitó a mirar al futuro, olvidando
el pasado, en una lógica suicida que pretende destruir el proceso socialista
cubano, de modo pacífico, al modo de las Revoluciones de colores que han sumido
hoy al mundo en el caos y la inestabilidad.
En hora buena la firma de los nuevos acuerdos
migratorios entre Cuba y los Estados Unidos, la racionalidad triunfa sobre la
soberbia, ojalá la nueva administración piense con mente clara en la
continuidad de estas vías pacíficas para zanjar nuestros conflictos.
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