El
poeta manzanillero Manuel Navarro Luna, llamó a Martí “José de los cubanos”, en
un hermoso poema escrito antes de 1959 donde le expresa a modo de quejas
colectiva las calamidades de aquella sociedad injusta y desigual que traicionaba
su legado con su solo actuar.
Por suerte este poeta de pueblo vio a la
Revolución triunfante y junto a ella trató de hacer realidad los sueños de José
Martí fundamentalmente aquel legado de hacer una República “Con todos y para el
bien de todos”, donde la Ley primera fuera, “La dignidad plena del hombre” y en
la que fuera premisa fundamental alcanzar, “la mayor cantidad de justicia
posible”.
¿Era mucho pedir?, si para una nación de
contrastes abismales entre la opulencia de unos pocos y la miseria de muchos
que el triunfo audaz y extraordinario del 1 de enero de 1959 trató y trata de
deshacer con los cambios sociales que introdujo con la participación popular
como premisa fundamental y con el enemigo jurado de la noble causa a 90 millas
de nuestras costas, apoyando y alentando de todos los modos posibles, a los
enemigos de los pobres de la tierra, los humildes con los que José martí hizo
causa común.
Martí en la Cuba de hoy no es una propaganda
estatal, sino el proveedor perenne de ideas y ejemplo a seguir, crecido desde
el sacrifico de su muerte en la medida que su pueblo lo fue conociendo.
La divulgación martiana es fruto de la ingente
enseñanza del maestro cubano de la República, que mostró a sus alumnos al
Apóstol sencillo que murió por ellos,
pero dejó un claro camino a seguir.
Martí crecido más allá de los actos oficiales
y las estatuas, Martí poeta extraordinario, escritor de talento, pero más que
eso luchador social por las causas justas de los pobres de la tierra, esos a
los que alertó del peligro de la concentración capitalista, de las ambiciones
de dominación mundial de los Estados Unidos de América, comenzando por América Latina,
de los grandes peligros que esperaban a las sociedades más humildes frente
aquel Goliat ambicioso y pragmático.
Ese es el Martí de enero, el que alerta y
cuida desde sus prédicas, cada día más vigentes y presentes, a él el homenaje
de seguirlo desde la Cuba hereje que se niega a ser paraíso de pocos y páramo
de muchos, porque eso aprendimos con Fidel y los hombres que llevaron al
triunfo estas ideas preclaras de libertad, igualdad y democracia, así sin
apellidos porque donde haya un ser humano esos principios deben prevalecer.
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