lunes, 30 de enero de 2017

LA MÚSICA EN MARTÍ





 El Apóstol
Autora, Adela Suárez

Un hombre de la gran sensibilidad artística, como lo fue nuestro José Martí apreció y tuvo en alta estima la música, como vehículo para manifestar la espiritualidad, de presentar lo más noble del ser humano y el resumen de la belleza en este arte de los sonidos, bellamente organizado para trasmitir sensaciones.
“La música es la más bella forma de lo bello”[1], escribirá entusiasmado después de escuchar a José White, su coterráneo que le devuelve los aires de su patria en aquella “Bella Cubana”, que muchos en su época sintieron como un himno de Cuba, porque era como escuchar el rumor de las palmas al compás de la brisa o su aletear hermoso y libre ante la brisa provocadora de cualquier estación del año en nuestra Cuba.
 Llevado por ese entusiasmo escribirá en la “Revista Universal”: “La bella música debía estar donde estaban el noble intento y la elocuencia bella”[2], a la manera de exaltar la espiritualidad que no pueden expresar las palabras, ni pintar el pincel.
Y seguirá encabalgado  con sus versos, las melodías del alma porque “ (…)la música de las bandas es como un hada invisible: en campaña pone las armas en manos de los combatientes”[3], así escribirá para la prensa de su época, pensando en las emociones que pueden despertar este arte en la gente común, en su crecimiento y nobleza en momento de cumplir  deberes patrios.
 Su admiración por la música le hará escribir en su novela “Amistad Funesta”: (…) ¿qué es la música sino la compañera y guía del espíritu en su viaje por los espacios”[4], escribir para los niños en la revista “La Edad de Oro”, un capítulo sobre los niños genios destacando los músicos que como Mozart empezaron desde la primera edad, casi sin saber hablar aún a buscarse en las melodías de un instrumento.
 Y para dejar sentado su conocimiento y admiración por la música escribe en el periódico “Patria” en 1892: “(…) voz y piano han de ir juntos, como la luz y la sombra: la música ha de crear como en Haendel, ha de gemir como en Verdi, ha de pintar, como en Mendelssohn”[5], virtudes todas que ayudan a engrandecer el espíritu humano ese del que tanto se ocupó nuestro Martí, en su afán de dejarnos un camino a la bondad como valor primero y ese camino, acompañado de la música.



[1] Obras Completas, t.5: 294
[2] Obras Completas, t.6: 211
[3] Obras Completas t.13:26
[4] Obras Completas t. 18: 231
[5] Obras Completas, t. 5: 308

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