Martí sigue haciéndonos falta,
para bien o para mal es un comodín en el juego de las conveniencias sociales y
políticas, lo escrito por él, escrito está y nos queda a los cubanos
meditar sobre sus ideas y sentir su cercanía cuando parece que no
encontramos asideros.
No le pidamos al hombre de a pié que ha
crecido en medio de miles de precariedades y con muchos sueños pospuestos, que
no le haga un reproche a este hombre por sus virtudes y la vertical
integralidad humana, cada uno ve el mundo según el ángulo en el que le ha tocado vivir. Este hombre
desencantado que hace todo lo posible por sobrevivir y que es el blanco más
vulnerable al encandilamiento de la sociedad de consumo y oropel que no
tenemos, debe saber que Martí dijo en versos: “Denle al vano el oro tierno/ Que arde y brilla en el crisol/ A mi
denme el bosque eterno/Cuando rompe en él el sol”
Por eso, deberíamos hacer
reflexión individual, para repasar nuestras responsabilidades como ciudadanos,
esas que muchas veces dejamos en mano de otro para que resuelva nuestros
problemas y no ocuparnos.
Días de hacer un alto en la lucha por la vida
y llenar nuestras mentes con la espiritualidad necesaria para ser mejores, acercamos a la vida con la
disposición de mejorar y de salir adelante, sin caer en fatalismos, buscar lo
mejor de nosotros y trabajar arduamente en la mejor de las obras, el
crecimiento humano.
Las ideologías tienen el defecto de
convertirse en dogma, las verdades más claras que en ella se defienden se
deforman con intransigencias e imposiciones, nadie puede pretender tener la
verdad absoluta, de ser el “único camino”, olvidando la humildad humana con que
nacieron y no en pocos casos cometiendo los mismos errores que reprochan a sus
adversarios, Martí se dio cuenta de eso, por eso fue un persuasivo divulgador
de sus ideas, pero un hermano para la escucha y el entendimiento del otro. No
creo “Iglesias”, porque ese templo ya está en el hombre y lo necesario es
juntar esas espiritualidades para el logro de la “mayor cantidad de justicia
posible”.
No se conduce a un pueblo como un “rebaño”, oír
y ser oído son derechos que defendió, la
vida en equidad y cultura en medio de una nación próspera era la noción del
“bien” que esperaba para el hombre colectivo e individual, que nunca fue
abstracto para él, sino el que estaba a
su lado y hasta quien lo adversaba estaba en aquella categoría… recordad: “Cultivo una rosa blanca/ En julio como en
enero/ Para el amigo sincero/ Que me da su mano franca/Y para el cruel que me
arranca/ El corazón con que vivo/ Cardo ni oruga cultivo/ Cultivo la rosa
blanca”
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