José Martí, dibujo de Orestes Suárez
Revista Zun Zun, 1985
“Vivir
en la tierra no es más que un deber de hacerle bien”
“Si la tierra espera y oye, ¿por qué
no hemos de
bajar la mano amiga hasta la tierra?”
José
Martí
Unos años atrás, hice un comentario a cerca de las problemáticas ambientales de
nuestro planeta y la necesidad de poner oídos y manos para mejorar la casa de
todos. De allá a acá han pasado muchas cosas, la alarma se ha disparados, pero
los que tienen los botones para hacer algo están muy ocupado haciendo la guerra
en nombre de la paz, dando zarpazos a
diestra y siniestra y tratando de acomodar el mundo a su modo, el egoísmo y la
cordura se juegan el futuro de la tierra, nuestra casa azul y verde dentro de
la cual no nos llevamos muy bien esos que nos llamamos “humanos”, “creación
superior de la naturaleza” y otras lindas referencias que hablan más de nuestra
autosuficiencia que de nuestra inteligencia.
Al margen de la cantidad de CO2 que
cada uno este dispuesto a emitir o no, se discute el futuro, la permanencia o
no de este extraordinario proceso cósmico que llamamos “vida” y que, teoría
aparte, puede ser que sea único en la inmensidad material que tanto nos aturde
cuando oímos hablar de ella a los científicos.
La racionalidad, esa que nos hace humano parece faltar cuando se tratan temas
tan cardinales y todo porque los que tienen mucho, desde el punto de vista
material, no quieren ceder un poco de sus privilegios y prefieren desaparecer a
lo grande, que convivir de forma más sencilla y “racional” con esos que somos
las ⅔ parte, “los pobres de la tierra”.
¿De qué hablamos? De supervivencia, de futuro,
de paz, de bienestar, pero, “para todos” y ese todo somos la aldea global de
todos los colores, de todos los pensamientos, de todas las orientaciones
espirituales, sexuales y de género, esos somos el mundo, una especie en vía de
extinción, pero con la solución en sus propias manos, ¡busquémosla!
Para ayudar un poco a buscar la solución me
remito a la persona que más conozco después de mí, José Martí, el hombre que no
me canso de decir fue un humanista extraordinario, el mismo que en medio de
tareas que fueron para él de mucha importancia y a fines del siglo XIX cuando
esta espiral de envenenamiento de la tierra comenzaba, escribió lo siguiente:
“Comarca
sin árboles, es pobre. Ciudad sin árboles, es malsana. Terreno sin árboles,
llama poca lluvia y da frutos violentos. Y cuando se tienen buenas maderas, no
hay que hacer como los herederos locos de grandes fortunas, que como no las
amasaron, no saben calcular cuándo acaban, y las echan al río; hay que cuidar
de reponer las maderas que se cortan, para que la herencia quede siempre en
flor; y los frutos del país solicitados, y éste señalado como buen país
productor.
“La América, que sabe cuán
cruel y locamente se- cortan en los países hispanoamericanos sus magníficos
bosques de maderas ricas; que ve cómo, a pesar de una que otra ley desobedecida
o mal cumplida, casi en parte alguna resiembran lo que arrancan, sin pensar
que, como en algunos lugares acontece, las maderas son la única riqueza de la
comarca...”[1]
Son reflexiones muy específica sobre el tema
que más afectaba a la naturaleza de su tiempo, la deforestación, ese mal
agravado en el siglo XX y que hoy se une a la emisión desenfrenada de gases de
efecto invernadero, la caza indiscriminada de animales, el envenenamiento de
las aguas de ríos y mares y tantos otros males que nos han traídos el
“progreso” desigual y egoísta, que no impide las grandes desigualdades humanas.
Estas son solo unas palabras, como uno más de
los terrícolas, concientes o no del peligro y que no espera milagros, sino
acciones de los que deciden, expertos o no, políticos o científicos, aunque
cierren los ojos ante la realidad y sus intereses, vuelvo a Martí para cerrar:
“El mundo sangra sin
cesar de los crímenes que se comente en él contra la naturaleza”[2]
“... ¡qué enojo, el de la naturaleza
perseguida! Se vuelve hacia el hombre, y como el tigre al cazador, de un golpe
de grifo lo desfibra y aplasta. Gruñe y tiende.”[3]
“Estudiar las fuerzas de la naturaleza, y aprender
a manejarlas, es la manera más derecha de resolver los problemas sociales”.[4]
No hay comentarios:
Publicar un comentario