Es una redundancia pero al mismo tiempo una reafirmación nacionalista de los que permanecen en esta isla con las banderas de su dignidad y la capacidad creadora para luchar y salir adelante pese a todos.
Cuando alguien dice, "Soy un cubano de Cuba" nos habla del que a pesar de todo se quedó en esta isla para participar en el proceso revolucionario, ese que nos hizo iguales en la dignidad humana y el crecimiento personal y humilde que hace que todo un país tenga una perspectiva de vida mayor a los 74 años, que tengamos una población envejecida (enriquecida de valores y de ejemplos loables en este mundo egoista) y en aumento.
Una sociedad que gasta más de la mitad de su presupuesto en la salud y la educación, sin que este cueste al ciudadano común un centavo, aunque todos sepamos que eso salió de nuestro sudor y de la sacrificadas vanidades, a costa de la precaridad y de la necesidad de la sosobra diaria por el vivir.
Vivimos en una sociedad de muy bajos índice de violencia, la paz social no es completa, la convivencia es dificil cuando tienes que repartir poco entre muchos, pero al final triunfa la solidaridad, el buen sentido, la bondad como valor humano y ese orgullo mayoritario de haber vivido una época de gigantes.
Cuba se puso de moda, la barricada se abrió, los corazones se multiplicaron por el mundo y muchos, aunque nos duela, sucumbieron al "canto de sirena" capitalista, donde saben que tendrán que trabajar, más de lo que lo hcieron en su isla, esa llena de personas con trabajos burocráticos, salarios modestos y creatividad rentringida.
La isla que a pesar de todo es un ejemplo, porque no reparte lo que le sobra, aquí no sobra nada, sino inventa para multiplicar panes y peces y ayudar a los más necesitados, a esos que la vida convirtió en parias por sus adixiones, enfermedades o por las vueltas que da el egoismo.
Feliz Año Nuevo para todos los hermanos, donde quiera que estén, pero principalmente a los Cubanos de Cuba, que haremos nuestra fiesta con lo que aparezca y con lo que dé el bolsillo, pero sincera, compartida con amigos y vecinos, bromeando con todo, hasta con lo más sagrado, pero concientes de que mañana hay que seguir empujando este pedazo de humanidad, varado en una isla, para construir una utopía de igualdad con la que hemos soñado mucho tiempo.
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