miércoles, 7 de diciembre de 2016

ANTONIO MACEO EL CUBANO INTRANSIGENTE




Hoy se cumplen 160 años de la muerte en combate del Mayor General del Ejército Libertador Cubano, Antonio Maceo Grajales, Lugarteniente General del Ejército Libertador, y la figura más relevante entre los negro y mulatos que secundaron las luchas independentistas en Cuba.
 Su trayectoria marcada por una hoja de servicio intachable a favor de la emancipación de Cuba y de la abolición de la esclavitud, está jalonada por hitos inolvidables como la “Protesta de Baraguá” el digno acto de oponerse al pacto de la Revolución  Independentistas   con la metrópoli española, sin lograr ni la independencia, ni la libertad de los esclavos, en 1878, acto que lo colocó ya no solo entre los más destacados jefes militares cubanos, sino como la figura política más importante dentro de aquella generación que se  levantó en armas por la independencia de Cuba.
Antonio fue el paradigma más alto de cubano, dedicado a Cuba, soldado por ella, leal y respetuoso con las instituciones que le iban naciendo a la Revolución independentista, orgulloso e inteligente, capaz de ganar su liderazgo, no solo por los méritos de guerra, sino por su dote de estratega, su capacidad de mando y su ejemplo.
 Maceo tiene tanta fuerza en la mente como en el brazo, de esta manera lo describe José Martí,  rompiendo el mito reduccionista del sublime guerrero capaz del sacrificio pero sin una formada idea de lo que quiere en esa lucha larga y consagra a la que se entregó su familia  desde 1868, cuando acudieron al llamado que les hacía Carlos Manuel de Céspedes para luchar por la libertad de Cuba y la redención de los esclavos.
De la claridad de su pensamiento político deja Maceo muchas pruebas a lo largo de su actuar en las luchas por la independencia, Baraguá, había sido el ejemplo  claro de que era el representante de las ideas más radicales en estas luchas y así lo ratifica en carta a los Delegados de la Asamblea Constituyente de Jimaguayú, el 30 de septiembre de 1895:
“Permitidme, pues, ciudadanos Representantes, que os haga presente la expresión de agradecimiento que me anima con vosotros, motivado por el honor que me habéis discernido al concederme el nombramiento de Lugar Teniente General del Ejército Libertador. Y al aceptar cargo tan honroso como éste, que aumenta la responsabilidad que tengo contraída ante mis compatriotas, permitidme también que os reitere la protesta y obediencia a las leyes que emanan de la voluntad popular (…) Fundemos la República sobre la base inconmovible de la igualdad ante la ley. Yo deseo vivamente que ningún derecho o deber, título, empleo o grado alguno exista en la República de Cuba como propiedad exclusiva de un hombre, creada especialmente para él e inaccesible por consiguiente a la totalidad de los cubanos…”
Estaba consciente de las intenciones anexionista de los Estados Unidos y de la clase aristocrática cubana, por ello siempre rechazó esa posibilidad y dejó siempre bien claro su posición:
 “Los americanos y los españoles podrán concertar los pactos que quieran, pero Cuba es libre dentro de breve término y puede reírse de negociaciones que no favorezcan su emancipación.”(12 de junio de 1896)
 “De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejecutarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso.” (14 de julio de 1896).
 Esas eran las ideas claras de Mayor General Antonio Maceo. Digno hijo de Santiago de Cuba, surgido de la humilde cuna de una familia campesina, numerosa y negra, consagrada a Cuba y al logro de una patria no solo libre en lo político, sino basada en la igualdad de derechos de todos sus hijos.

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