Pareciera
mentira que en la era de la información al minuto, la mentira fuera la
protagonista principal de los
acontecimientos que desangran al mundo de hoy, no hay objetividad hay
intereses, la información se ha convertido en una mercancía que se vende
fresca, no importa cuán verídica es, que matices pueda tener, lo principal es
tener una audiencia o un visionaje mayor que el competidor, no importa, mañana
nadie se acordará que dijimos mentira, una monstruosidad que es
la base para una sanción económica, una invasión o un bombardeo indiscriminado.
El escudo mayor contra esta avalancha de
información, real, sesgada, mentirosa, falsa o dicha a media es la cultura, el
conocimiento primario que debe tener el lector, el oyente, el consumidor, cosa
de poder discernir verdad de mentira, manipulación de objetividad.
“Ser
culto es la única manera de ser libre”, escribió hace más de cien años nuestro
José Martí quien vio en la cultura, como un todo, la única manera de enfrentar
las manipulaciones de la que somos víctima los usuarios de los medios,
incluyendo este (internet) que parece tan democrático, al alcance de todos,
donde todos opinan y donde la saturación es la base de la manipulación.
Solo con una cultura sólida la persona puede
ver la mentira en medio de las verdades a medias, y encontrar la verdad, esa
que hay que buscar con una linterna como Diógenes buscó a un hombre honesto.
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