Tumba de Fidel en el cementerio de santa Ifigenia, Santiago de Cuba, junto al Mausoleo de José Martí
Hemos
vivido días formidables, de esos que hacen crecer a la gente y madurar los
procesos sociales que viven, para los cubanos la muerte de Fidel fue en
principio tristeza y dolor por la pérdida física del líder que aunque alejado
de la política hace una década seguía acompañando con sus atinadas reflexiones,
sus contantes preocupaciones y esa forma de estar siempre trabajando,
investigando y siendo útil.
¡Qué
ejemplo, para tanto vago, gente esperando que la orienten, acomodados y
malagradecidos!
De
todos modos para el que quiera seguir este camino de dignidad y patriotismo que
él reavivo en Cuba, están sus ideas, desgranadas en cientos de discursos,
conferencias, conversaciones y en su ejemplo, ese que lo hace equiparable a José
Martí, de quien es deudor, pero al mismo tiempo inédito, porque le tocó
gobernar y gobernar es desgastarse, tomar decisiones buenas o malas, pero necesarias, convencer cuando
algo necesario es impopular, cuando
tiene que rectificar el rumbo, cuando se cierra los caminos y sabe que
no hay marcha atrás, ese es el FIDEL, el que hoy sembramos en una piedra de su
Sierra Maestra allá en la ciudad de sus amores, Santiago de Cuba, el mismo que
desdeñó halagos y prebendas, que no
quiso ver un culto a su persona y que ya muerto solo quiere ser el compañero de
ruta de los que continuemos su obra, halando fuerte el carro de la historia,
para que la banalidad burguesa no lo
estanque y podamos seguir haciendo la república de Martí y de Fidel: “CON TODOS
Y PARA EL BIENDE TODOS”
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