jueves, 5 de octubre de 2017

UN PENSAMIENTO NUEVO FRENTE A VIEJOS PROBLEMAS (III)


Antonio Guiteras Holmes


Cuba (1925-1940)
En 1931 surgió en La Habana una organización política de orientación pequeño burguésa y reaccionaria que pretendió ser un movimiento distinto a los de la política tradicional y ofrecían modificaciones sustanciales a ese estado de cosa.
 Era el ABC que se organizó como un movimiento clandestino de  tácticas terroristas. Su programa aparece en 1932 en un Manifiesto-Programa cuyos basamentos teórico era muy similar al de los fascistas italiano de 1919, en el que se reconocía el carácter anormal y dependiente de la economía cubana, aunque sus conclusiones no eran progresistas. Hablaban de “reconquistar la tierra y restablecer la pequeña propiedad”, de un Senado funcional colaboracionista, con representantes de todas las clases, “en bien de la patria”, abogaba por el voto restringido solo para los alfabetizados y otros temas trabajados en forma poco clara, que terminaban siendo pura demagogia, además se oponían al socialismo porque los Estados Unidos no lo iba a permitir en Cuba[1]. Entre sus figura más destacadas se encontraban Joaquín Martínez Sáez, Alfredo Botet, Carlos Saladrigas Zayas, Ramón O. Hermida, Jorge Mañach, Pedro López Dorticós, Francisco Ichaso y José Francisco Martí Zayas Bazán, entre otros.
 Antonio Guiteras Holmes (1906-1935), proviene de las filas del Directorio Revolucionario, fue acumulando experiencia en el proceso de lucha contra la dictadura machadista, fue partidario de la vía insurreccional para derrocar al tirano y organizador de planes de alzamiento durante los últimos años de la dictadura. Su maduración política y su decantación de los elementos de derecha que combatían a la dictadura lo llevaron a un pensamiento revolucionario más radical, antimperialista y nacionalista que lo hacen crear la Unión Revolucionaria (UR) (1932), con el tácito objetivo de producir una insurrección de la provincia de Oriente y derrocar a Machado.
 Caída la dictadura, Guiteras forma parte del gobierno provisional de Ramón Grau conocido como el “Gobierno de los Cien Días”, no reconocido por los Estados Unidos, ni por la oligarquía nacional que lo saboteó constantemente desde el primer día.
 Guiteras se erigió desde la Secretaría de Gobernación en el impulsor de medidas revolucionarias y populares que dañaron los intereses de los Estados Unidos y sus aliados nacionales, por lo que fueron finalmente desplazado del poder por la presión de estos grupos y su brazo ejecutor el Ejército Nacional encabezado por el coronel Fulgencio Batista.
 Caído el gobierno de Grau San Martín, Antonio Guiteras pasa a la clandestinidad, más convencido que nunca que la lucha armada era el único medio posible para tomar el poder y realizar los grandes cambios que necesitaba el pueblo cubano.
 El 1º de septiembre de 1934, Antonio Guiteras publica en la revista Bohemia su artículo “Septembrismo” donde expone sus criterios sobre la situación política del momento y la posible solución a esos desmanes:
Fracasamos porque una Revolución solo puede llevarse adelante cuando está mantenida por un núcleo de hombres identificados ideológicamente, poderoso por su unión inquebrantable, aunados por los mismos principios (…)
“Seré defensor del Gobierno (de los 100 días) hasta tanto no se convierta en lacayo fiel de Washington.
“Un estudio somero de la situación política económica de Cuba, nos había llevado a la conclusión de que un movimiento que no fuese antiimperialista en Cuba, no era una Revolución. Se servía al imperialismo yanqui o se servía al pueblo, pues sus intereses eran incompatibles.
“La Revolución que se prepara —aseveraba Guiteras— no constituirá un movimiento con más o menos disparos de cañón, sino una profunda transformación de nuestra estructura económico-político-social.”[2]
 En 1934 fundó el grupo TNT con fines insurreccionales y posteriormente, unido a otros revolucionarios crea “Joven Cuba” en cuyo programa se afirma: “(…) para que la ordenación orgánica de Cuba en Nación alcance estabilidad, precisa que el Estado cubano se estructure conforme a los postulados del Socialismo”[3].
 En los momentos en que se afianzaba en Cuba el gobierno de Batista-Mendieta, Antonio Guiteras, completa una visión revolucionaria y radical para los problemas de Cuba, la lucha armada y la instauración de un gobierno revolucionario. El 8 de mayo de 1936 muere combatiendo contra la nueva dictadura y deja un legado político que tendrá repercusión en el futuro de Cuba.
 Es de destacar el crecimiento que tienen las fuerzas de izquierda durante este período de ardua lucha, primero contra Machado y luego contra los poderes impuestos por los Estados Unidos y apoyado por la burguesía nacional. El Partido Comunista de Cuba pasó de unos 200 militantes en 1925 a unos 5 000 en 1935, mientras que la Liga Juvenil Comunista creada en 1928 con alrededor de 400 militantes alcanza también los 5 000 miembros de 1935[4]. Era una fuerza fogueada en las luchas sociales, que deben mucho a la capacidad organizativa de Rubén Martínez Villena, verdadero líder de los comunistas cubanos en ese período y que fueron blanco de la más feroz persecución por parte del ejército y la policía, dominados por el “hombre fuerte” de Washington, Fulgencio Batista.
 Con la llegada al poder en los Estados Unidos de Franklin D. Roosevelt y la aplicación de una nueva política (New Deal) con relación a las fuerzas democráticas y de izquierda, se produce en Cuba un “cambio” en los grupos gobernantes, que adoptan una política de demagógica apertura, que para nada afectan los intereses vitales del sistema capitalista neocolonial del país.
 Batista comienza a aplicar una política “socializante”” que engendró el “Plan de Reconstrucción de la Economía” (Plan Trienal) en 1937 con el fin de fomentar un desarrollo económico y social sin tocar la estructura del estado dependiente.
 Este plan se resume en el control y supervisión de las industrias azucarera y tabacalera por parte del estado, reconocimientos de algunos derechos de los trabajadores, la distribución de tierras estatales, programa de reforestación del país, creación de una marina mercante nacional, reorganización de la agricultura y un nuevo sistema de impuestos que afectaba en particular al capital extranjero.
 Con estas medidas se creaba una posibilidad de diversificación y crecimiento de la industria, beneficiando a una débil burguesía nacional dependiente y marginada por los grandes capitales extranjeros, en su mayoría estadounidense.
 Para las clases populares, en particular los trabajadores, el Plan Trienal buscaba contrarrestar las protestas con promesas de mejorías de carácter material y de derechos sindicales.
 Fueron legalizados los partidos, incluyendo el comunista que reaparece con el nombre de Socialista Popular y aprovechando las posibilidades de alianzas con el grupo gobernante logran una pequeña representatividad en la Constituyente de 1940, en la que fueron plasmadas medidas de mejoras sociales, que emergían como una esperanza después de la nueva frustración revolucionaria de los años treinta.




[1] Julio Le Riverend: La República, pp. 273-274. La Habana, 1973
[2] La Joven Cuba de Antonio Guiteras. Pedro Antonio García, en rev. Bohemia. 2/6/2009
[3] Tomado de “Antonio Guiteras”. ECURED, 2012
[4] Citado por Ladislao González: “La huelga de marzo de 1935” en rev. Cuba Socialista, Nº 14, 1985

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