Antonio Guiteras Holmes
Cuba (1925-1940)
En 1931 surgió en La Habana una organización
política de orientación pequeño burguésa y reaccionaria que pretendió ser un
movimiento distinto a los de la política tradicional y ofrecían modificaciones
sustanciales a ese estado de cosa.
Era el ABC
que se organizó como un movimiento clandestino de tácticas terroristas. Su programa aparece en
1932 en un Manifiesto-Programa cuyos basamentos teórico era muy similar al de
los fascistas italiano de 1919, en el que se reconocía el carácter anormal y
dependiente de la economía cubana, aunque sus conclusiones no eran
progresistas. Hablaban de “reconquistar la tierra y restablecer la pequeña
propiedad”, de un Senado funcional colaboracionista, con representantes de
todas las clases, “en bien de la patria”, abogaba por el voto restringido solo
para los alfabetizados y otros temas trabajados en forma poco clara, que
terminaban siendo pura demagogia, además se oponían al socialismo porque los
Estados Unidos no lo iba a permitir en Cuba[1].
Entre sus figura más destacadas se encontraban Joaquín Martínez Sáez, Alfredo
Botet, Carlos Saladrigas Zayas, Ramón O. Hermida, Jorge Mañach, Pedro López
Dorticós, Francisco Ichaso y José Francisco Martí Zayas Bazán, entre otros.
Antonio
Guiteras Holmes (1906-1935), proviene de las filas del Directorio
Revolucionario, fue acumulando experiencia en el proceso de lucha contra la
dictadura machadista, fue partidario de la vía insurreccional para derrocar al
tirano y organizador de planes de alzamiento durante los últimos años de la
dictadura. Su maduración política y su decantación de los elementos de derecha
que combatían a la dictadura lo llevaron a un pensamiento revolucionario más
radical, antimperialista y nacionalista que lo hacen crear la Unión Revolucionaria
(UR) (1932), con el tácito objetivo de producir una insurrección de la
provincia de Oriente y derrocar a Machado.
Caída la
dictadura, Guiteras forma parte del gobierno provisional de Ramón Grau conocido
como el “Gobierno de los Cien Días”, no reconocido por los Estados Unidos, ni
por la oligarquía nacional que lo saboteó constantemente desde el primer día.
Guiteras se
erigió desde la Secretaría de Gobernación en el impulsor de medidas
revolucionarias y populares que dañaron los intereses de los Estados Unidos y
sus aliados nacionales, por lo que fueron finalmente desplazado del poder por
la presión de estos grupos y su brazo ejecutor el Ejército Nacional encabezado
por el coronel Fulgencio Batista.
Caído el
gobierno de Grau San Martín, Antonio Guiteras pasa a la clandestinidad, más
convencido que nunca que la lucha armada era el único medio posible para tomar
el poder y realizar los grandes cambios que necesitaba el pueblo cubano.
El 1º de
septiembre de 1934, Antonio Guiteras publica en la revista Bohemia su artículo
“Septembrismo” donde expone sus criterios sobre la situación política del
momento y la posible solución a esos desmanes:
“Fracasamos porque
una Revolución solo puede llevarse adelante cuando está mantenida por un núcleo
de hombres identificados ideológicamente, poderoso por su unión inquebrantable,
aunados por los mismos principios (…)
“Seré defensor del Gobierno (de los 100
días) hasta tanto no se convierta en lacayo fiel de Washington.
“Un estudio somero de la situación política económica
de Cuba, nos había llevado a la conclusión de que un movimiento que no fuese
antiimperialista en Cuba, no era una Revolución. Se servía al imperialismo
yanqui o se servía al pueblo, pues sus intereses eran incompatibles.
“La Revolución que se prepara —aseveraba Guiteras—
no constituirá un movimiento con más o menos disparos de cañón, sino una
profunda transformación de nuestra estructura económico-político-social.”[2]
En 1934
fundó el grupo TNT con fines insurreccionales y posteriormente, unido a otros
revolucionarios crea “Joven Cuba” en cuyo programa se afirma: “(…) para que la ordenación orgánica de Cuba en
Nación alcance estabilidad, precisa que el Estado cubano se estructure conforme
a los postulados del Socialismo”[3].
En los
momentos en que se afianzaba en Cuba el gobierno de Batista-Mendieta, Antonio
Guiteras, completa una visión revolucionaria y radical para los problemas de
Cuba, la lucha armada y la instauración de un gobierno revolucionario. El 8 de
mayo de 1936 muere combatiendo contra la nueva dictadura y deja un legado
político que tendrá repercusión en el futuro de Cuba.
Es de
destacar el crecimiento que tienen las fuerzas de izquierda durante este
período de ardua lucha, primero contra Machado y luego contra los poderes
impuestos por los Estados Unidos y apoyado por la burguesía nacional. El
Partido Comunista de Cuba pasó de unos 200 militantes en 1925 a unos 5 000 en
1935, mientras que la Liga Juvenil Comunista creada en 1928 con alrededor de
400 militantes alcanza también los 5 000 miembros de 1935[4].
Era una fuerza fogueada en las luchas sociales, que deben mucho a la capacidad
organizativa de Rubén Martínez Villena, verdadero líder de los comunistas
cubanos en ese período y que fueron blanco de la más feroz persecución por
parte del ejército y la policía, dominados por el “hombre fuerte” de
Washington, Fulgencio Batista.
Con la
llegada al poder en los Estados Unidos de Franklin D. Roosevelt y la aplicación
de una nueva política (New Deal) con relación a las fuerzas democráticas y de
izquierda, se produce en Cuba un “cambio” en los grupos gobernantes, que
adoptan una política de demagógica apertura, que para nada afectan los
intereses vitales del sistema capitalista neocolonial del país.
Batista
comienza a aplicar una política “socializante”” que engendró el “Plan de
Reconstrucción de la Economía” (Plan Trienal) en 1937 con el fin de fomentar un
desarrollo económico y social sin tocar la estructura del estado dependiente.
Este plan se
resume en el control y supervisión de las industrias azucarera y tabacalera por
parte del estado, reconocimientos de algunos derechos de los trabajadores, la
distribución de tierras estatales, programa de reforestación del país, creación
de una marina mercante nacional, reorganización de la agricultura y un nuevo
sistema de impuestos que afectaba en particular al capital extranjero.
Con estas
medidas se creaba una posibilidad de diversificación y crecimiento de la
industria, beneficiando a una débil burguesía nacional dependiente y marginada
por los grandes capitales extranjeros, en su mayoría estadounidense.
Para las
clases populares, en particular los trabajadores, el Plan Trienal buscaba
contrarrestar las protestas con promesas de mejorías de carácter material y de derechos
sindicales.
Fueron
legalizados los partidos, incluyendo el comunista que reaparece con el nombre
de Socialista Popular y aprovechando las posibilidades de alianzas con el grupo
gobernante logran una pequeña representatividad en la Constituyente de 1940, en
la que fueron plasmadas medidas de mejoras sociales, que emergían como una
esperanza después de la nueva frustración revolucionaria de los años treinta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario