A partir de 1906 la
cinematografía silente comienza desarrollarse en Cuba de forma regular, animada
por un director, Enrique Díaz Quesada (1882-1923) y la Compañía Santos y
Artigas que se convierte en la principal productora del cine silente en Cuba.
Díaz Quesada y el empresario Francisco
Rodríguez crean la empresa, The Moving
Pinture Company, muy cubana a pesar de su nombre en inglés, primero para la
distribución de películas y más tarde produciéndolas en Cuba.
El primer
documental de Díaz Quesada es, “El Parque de Palatino” (1906) realizado en un
rollo y que ha devenido en la película más antigua que se conserva en
Cuba. El corto muestra el parque de
diversiones de Palatino y sus diversas atracciones y denota en su rodaje una
intención artística por el movimiento de la cámara al enfocar los diversos
aparatos de la instalación.
“Era el 25 de marzo de 1906 cuando un
temerario operador fue capaz de atrapar en apenas siete planos el ambiente
festivo del habanero Parque de Palatino. La prensa de su época lo catalogó como
“Padre de la Cinematografía Cubana”. Su nombre era Enrique Díaz Quesada. Lo
cierto es que su primer filme “El Parque de Palatino”, revela una increíble
intuición cinematográfica”[1].
Director con talento intuitivo, Díaz Quesada
realiza una fecunda labor cinematográfica con influencia del cine europeo de su
época y reflejando en sus temas aspectos históricos y sociales de Cuba.
Ese mismo año filma, “La Habana en agosto de 1906” y “La salida de Palacio
de Don Tomás Estrada Palma”, ambos documentales de actualidad noticiosa. En
1907 realiza la primera película de ficción cubana, “Un duelo a orillas del
Almendares” y el documental de promoción turística, “Un turista en La Habana”.
En 1908 los empresarios de espectáculos Pablo
Santos y Jesús Artigas fundan una compañía
distribuidora de películas en Cuba y meses después se inician en la
producción de documentales y películas asociados con el emprendedor Enrique
Díaz Quesada, quien realiza ese año, “Un Cabildo en la Romualda” y en 1909 “Los
festejos de la Caridad en Camagüey”. En 1910 filma su segunda película de
ficción, “Criminal por obcecación”.
La colaboración con Santos y Artigas incluye en estos primeros tiempos del cine
cubano la filmación de cortos de actualidad noticiosa habanera, que se
mantendrán como una constante hasta 1919.
A fines de 1910 Díaz Quesada filma, “Juan José”, con la
producción de Santos y Artigas basada en la novela homónima de Joaquín Dicenta,
con la actuación de Gerardo Artecona y María Luisa Villegas en los
protagónicos. La película es un corto dramático de 3 200 pies de rollo, la
más larga filmada en Cuba hasta ese momento. En
1912 rueda el primer largometraje
cubano, “Manuel García” con guión de Federico Villoch, y la actuación de Gerardo Artecona y basada
en la historia del controvertido
salteador cubanos de finales del siglo XIX; el tema mambí aparece con su
segundo largometraje, “El capitán mambí” (1913-1914), con Alejandro Garrido y
Sara Othoff en los principales papeles,
la saga mambisa continúa con, “La Manigua” o “La mujer cubana” (1915) con Pilar
Bermúdez y Alejandro Garrido y “El rescate del Brigadier Sanguily” (1916-1917),
con Ursula Garrido y Paco Lara.
En abril de 1915 Díaz Quesada filmo la amañada
pelea de boxeo por el título de los pesos máximo entre el campeón vigente el
negro estadounidense Jack Johnson y Jess Willard, todo estaba arreglado para
que perdiera Johnson y Díaz Quesada
filmó los 26 asalto del combate, lo que fue todo un “palo periodístico” y un escándalo
en el ámbito deportivo. Al día siguiente de la pelea ya se mostraban en La
Habana las imágenes de la pelea.
En 1917 realiza una película con una trama policíaca en la que está presente
de forma prejuiciado el tema de las cultura afrocubanas, “La hija del policía”
o “El poder de lo ñáñigos” con Sergio Aceval y Consuelo Álvarez. Ese mismo año
filma “El tabaquero de Cuba” o “El capital y el trabajo”, con Blanca Rosa y
Regino López, un acercamiento reformista a temas sociales de la época.
Su catálogo para Santos y Artigas se completa
con, “La careta social”(1917) con la actuación de Consuelo Álvarez y Santiago
García; “La zafra” o “Sangre y azúcar” (1918-1919), con Yolanda Farrar y Regino
López y “La brujería en acción” (1919) protagonizada por Sergio Aceval y
Consuelo Álvarez, una saga de “El poder de los ñáñigo”.
En la década del 20 Enrique Díaz Quesada
continuó su trabajo cinematográfico, agregando a su ya copiosa obra, las citas: “El genio del mal”(1920),
“Frente a la vida”(1921) y “Arroyito”(1922), su última película y para muchos
su mejor obra junto con “La zafra”. Murió el 14 de marzo de 1923.
La cinematografía de Díaz Quesada llena todo
este primer período del cine cubano, sobresaliendo por su apego exagerado a los
elementos externos de la veracidad y una marcada influencia en el modo de hacer
cine por los europeos. Sus películas se basan en temas nacionales, haciendo
énfasis en la historia, el costumbrismo y los temas de actualidad, con una obra
que intentó una función social consciente. A él le debe el cine cubano 17 de
los 40 títulos rodados entre 1907 y 1922.[2]
Desde 1916 se da a conocer Ramón Peón
(1897-1971) con las primeras imágenes áreas
de La Habana. Formado en el oficio de cineasta en México y los Estados Unidos
fue consolidando una obra, que dio
continuidad al trabajo realizado por Enrique Díaz Quesada.
Con la película, “Realidad” (1920) se produce
el debut de Ramón Peón, para esta cinta él escribe y dirige, mientras la
producción corrió a cargo de la “Nacional Film Produccion. S.A.”. Ese mis año
se produjo su segunda película de ficción
producida por la “Cia. Golden Sun Pintures” (1920) y titulada “Dios
existe”, con Marta Lis en el protagónico. En este período se le reconocen a
Ramón Peón dos películas más: “La cosas de mi mujer” (1921) y “Casado de veras”
(1922).
En la revista “Cine Mundial” órgano de la Industria Cinematográfica del Moving
Picture World aparece la referencia al
corto de animación Conga y Chambelona (1919), del pintor
y humorista Rafael Blanco (La Habana, 1885-1955), quien no aparece en listados
de creadores fílmicos. En la citada
revista se afirma que fue presentada en una exhibición privada en Nueva
York a la que "asistieron
empresarios de Estados Unidos y algunos políticos cubanos". Al filme,
de veintisiete minutos en pantalla, se
le atribuye "detalles técnicos de efecto sorprendente". A la pluma
del dibujante satírico Blanco le acompañó la producción de Victoriano Martínez
y las habilidades de Luis Seel como "animador".[3]
El balance para el cine silente cubano del
período es positivo, existe una intención de crear películas propias, resultado
del esfuerzo de un pequeño grupo de técnicos, directores, actores y
productores, que tiene que lidiar con la competencia del cine extranjero,
europeo y estadounidense, sin la protección de la producción nacional por parte
del estado. Pese a esto la producción nacional de películas y cortos deja un
considerable saldo de películas de ficción y reportajes, que sitúan a Cuba
entre las pioneras del cine silente de Latinoamérica.
[1]
Jennys Laura: Enrique Quesada entre el ensueño y el cine cubano”. Rev. Somos
Jóvenes. Agosto 2005.
Versión
Digital. http://www.somosjovenes.cu/index/semana84/padcine.htm
[2] Ídem
[3] La política en versión rumbera, ¿Un antecedente del
dibujo animado cubano? Reynaldo González en
http://www.cubaliteraria.cu/autor/reynaldo_gonzalez/html/obra06.html
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