Homenaje a Mella
autor Nelson Domínguez
Cuba
1925-1940
En Cuba la década del veinte del siglo XX marca el
despertar de una nueva generación de cubanos que desde el ímpetu de sus años y
el acontecer de su época se desmarca del “pesimismo derrotista” de sus
antecesores que vieron frustrada la Revolución Independentista que encabezara
José Martí y que terminara abruptamente con la intervención norteamericana en
1898 y las imposiciones en Cuba de un modelo neocolonial con la complicidad de la
burguesía nacional y sus aliados españoles asentados en Cuba.
Esta
generación tiene muchos hitos y justamente comienza su despuntar entre los
jóvenes estudiantes de la Universidad de La Habana cuyas históricas luchas por
las reformas universitarias en los primeros años de esa década deL 20 marcan el
cambio en el modo de concebir el devenir histórico.
Un joven
despunta en esta pléyade de precursores, Julio Antonio Mella (1903-1929) estudiante de Derecho, fundador en 1923 de la
Federación Estudiantil Universitaria (FEU), organización de estirpe
nacionalista en cuyo seno maduraron muchas grandes figuras, que configuraron el
panorama ideológico de esta época en nuestro país: Rubén Martínez Villena,
Antonio Guiteras, Raúl Roa, Pablo de la Torriente Brau y Juan Marinello, entre
otros.
Julio
Antonio Mella no se limitó a crear esta organización estudiantil, ese mismo año
en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes propone la creación de la
“Universidad Popular José Martí” (1923) con la avanzadísima idea de dar una
formación cultural, política e ideológica a los trabajadores y de vincular a la
Universidad con los más humilde de la sociedad, en quienes ya veía los aliados
naturales de las causas justas del pueblo.
Redactó la Declaración de
Derechos y Deberes del Estudiante, en la que se establece la necesidad
de los mismos a divulgar sus conocimientos en la sociedad y especialmente entre
los obreros y tuvo mucho que ver en la declaración que hace el congreso contra la intromisión del gobierno de los
Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba y contra la Enmienda Platt.
En 1924 crea la Liga Anticlerical e ingresa en la
Agrupación Comunista de La Habana desde donde despliega un trabajo muy activo
entre los trabajadores, ya en 1925 su radicalización política lo lleva a fundar
la sección cubana de la Liga Antimperialista de Las Américas.
Era ya un
líder, no solo entre los estudiantes, sino entre los trabajadores y los hombres
de ideas más radicales, los comunistas, junto a los cuales fundó el Partido
Comunista de Cuba en agosto de 1925; eran un puñado de veteranos y jóvenes
luchadores por el bien humano. Expulsado de la Universidad y detenido por el
régimen machadista se declara en huelga de hambre, en una acción que repercutió
en la sociedad cubana por su valentía y entrega.
Se ve
forzado por la persecución del régimen a exiliarse en México desde donde
continúa su trabajo político al lado de los comunistas mexicanos y de otros
países de Hispanoamérica; Publica activamente en la prensa de izquierda mexicana
e imparte conferencias, en las que promueve su modo de pensar y su compromiso
político. En este país Mella se convierte en un luchar incansable por la causa
de los humilde, la reforma agraria, la nacionalización del petróleo y los
derechos de los trabajadores. Fue miembro del Comité Central del Partido
Comunista México y no olvidó ni un momento su compromiso con Cuba.
Su figura
gana ribetes continentales al participar en el Congreso Mundial contra la
opresión colonial y el imperialismo celebrado en Bruselas en febrero de 1927,
luego se traslada a Moscú para participar como delegado en el Congreso de la
Internacional Sindical Roja. En enero de 1929 a los 25 años es asesinado en
México, casi todo apunta al presidente de turno en Cuba, Gerardo Machado, quien
veía en el joven una sombra molesta y peligrosa.
Si
políticamente esta generación se presenta como la adecentadora y denunciante de
todo lo corrupto, en la cultura esta generación no podía aceptar el inmovilismo
provinciano que dejaba a la isla en un limbo entre el decimonónico ido y las
inquietudes del nuevo siglo con sus “ismos” presagiante, pero que siempre
llegaban tarde a la isla, había que cambiarlo todo y la renovación, no se hizo
esperar.
Los intelectuales jóvenes, los mismos que
encabezaron la “Protesta de los Trece” y el “Movimiento Minorista”, están al
frente de los cambios que la cultura y la literatura en particular necesitaban.
Descuella por su intensa labor política Rubén
Martínez Villena (1899- 1934) joven abogado que desde sus primeros pasos como
profesional entra en contacto con los intelectuales de pensamiento más
avanzado, haciendo causa junto a los humildes y en defensa de los intereses
nacionales de Cuba. Lidera el grupo que se pronuncia contra la fraudulenta venta
del Convento de Santa Clara (Protesta de los Trece), acción que da a conocer a
la opinión pública a una generación de cubanos dispuesta a enfrentar los
desmanes políticos y administrativos de los gobiernos de turno.
Participa en el Primer Congreso
Nacional de Estudiantes, en la fundación de la Universidad Popular José Martí y
forma parte activa de la Falange de Acción Revolucionaria, el Grupo Minorista y
el Movimiento de Veteranos y Patriotas espacios que Rubén convertiría en
tribunas para mostrar su inconformidad con la situación social y política
existente en la isla. Con la fundación del Partido Comunista de Cuba en 1925,
Villena encontró un espacio de crecimiento político, vinculándose más
estrechamente a los trabajadores.
Con la
llegada al poder de Gerardo Machado, la labor política de Rubén se incrementa y
durante estos primeros años de gobierno machadista, será un oponente de muy
claras ideas.
Ingresa al
Partido Comunista en 1927 y funge como asesor legal de la Federación Obrera de
La Habana y de la Confederación Nacional Obrera de Cuba, de la que fue uno sus
líderes fundamentales, aunque no quiso asumir la secretaria general, tal vez
por su delicada salud.
“En 1928 es electo miembro del Comité Central del PCC, sin embargo nunca
ostentó cargo oficial alguno, salvo integrante de este Comité, debido a los
prejuicios del movimiento comunista de la época, y los suyos propios, de que un
intelectual no debiera asumir en esa organización la máxima responsabilidad.
Tras la muerte de Julio Antonio Mella, en 1929, por acuerdo del Comité Central
se convirtió en el principal y más activo dirigente del Partido, desarrollando
una ardua labor a pesar de estar afectado de forma aguda por la tuberculosis.”[1]
Los méritos de Rubén como
dirigente comunista lo llevan a convertirse en la principal figura política
dentro del Partido Comunista de Cuba, al que llevó a un plano de vanguardia entre
los trabajadores y los grupos progresistas de la época. Su capacidad y
liderazgo queda demostrada al dirigir la primera huelga política de la Historia
de Cuba[2]
que paraliza el país por más de 24 horas, el 20 de marzo de 1930.
Ese mismo año sale rumbo a la
Unión Soviética, en primer lugar para contactar con los dirigentes de la
Internacional Comunista y en segundo lugar para someterse a tratamiento por su
grave enfermedad. En Moscú trabaja en la Sección Latinoamericana de la
KOMINTERN y mantiene un persistente intercambio con los teóricos del marxismo –
leninismo, cuya asimilación teórica no fue acrítica sino dialéctica al asumir
estas teoría y adaptarlas a las condiciones de lucha de su tiempo y su país.
A principio
de la década del treinta Rubén regresa a Cuba, su enfermedad es irreversible y
su decisión es volver a la lucha contra Machado y morir junto a los suyos.
Desde su lecho organiza y dirige la Huelga General Revolucionaria que llevará
al fin de la dictadura machadista en 1933.
En medio de
la vorágine revolucionaria que sigue a la caída de la dictadura continúa con
sus deberes al frente del partido comunista y en los preparativos para el IV
Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical. El 15 de enero de 1934 muere este
extraordinario intelectual y dirigente comunista, hombre de profundas ideas
sociales, ejemplo de valentía y entrega.
No hay comentarios:
Publicar un comentario