En este período los
principales y más importantes cambios en la educación cubana, se producen
durante la ocupación norteamericana. Con la intervención yanqui la reforma
educacional trajo más beneficio que perjuicio, dada la actualización del
sistema de enseñanza y a la labor de el
eminente profesor Enrique José Varona, modernizador de la enseñanza media y
universitaria en Cuba.
Al terminar la guerra
la isla estaba devastada y la educación, sin recursos y desarticulada. La
situación de la enseñanza era tan grave que el gobierno interventor
norteamericano demoró varios meses en reorganizar el sistema de enseñanza, esta
vez bajo nuevas premisas, muy pragmáticas y que responden a los intereses y
objetivos de los interventores.
Al
crearse el Gobierno Interventor se crearon las Secretarias, una de ella la de
Justicia e Instrucción Pública, que meses después fue desagregada, quedando
ambas independientes. Al frente de la Secretaría de Instrucción Pública fue
nombrado el notable filósofo y pedagogo cubano, Enrique José Varona, quien
jugaría un rol muy importante en las reformas fundamentales que se introdujeron
en la enseñanza, principalmente la secundaria y la universitaria.
En cuanto a la enseñanza primaria, dada su
importancia y envergadura quedó en manos de un pedagogo norteamericano Alexis
Everett Frye[1],
creador de un sistema de enseñanza que copiaba los más conservadores patrones
de la Escuela Norteamérica, pero que era un paso de avance con relación al
sistema heredado de la colonia.
El 6 de diciembre de 1899 se dicta la Orden
Militar Nº 226 facultando a las Juntas Municipales de Educación, presididas por
los Alcaldes, a reorganizar la enseñanza en sus municipios, dándole un mayor
nivel de dirección y descentralizando este importante sector. Las Juntas sostenían las escuelas
primarias con el dinero del municipio y organizaban las aulas de acuerdo a la
población de cada lugar.
La Orden ratifica la obligatoriedad de la
enseñanza primaria para los niños de 6 a 14 años, estableciendo los mecanismos para
que fuera efectiva esta obligatoriedad. El 11 de diciembre del mismo año se
inicia el curso escolar, para el cual se abrieron 3 313 escuelas con una
matrícula de 250 mil alumnos y una asistencia mensual del 62 % provocado por
los graves problemas económicos de la isla y el aislamiento de la mayoría de
las zonas rurales.
El curso echó a andar pese a la falta de aula,
de maestros y escasez de materiales escolares, sobre la marcha se fue
perfeccionando bajo la asesoría del Comisionado H. E. Hanna quien adaptó el Plan de Estudio que se acababa de
establecer en Clevenland, Ohio, introducido en Cuba por la Orden Militar Nº 368
de 1900. Esta orden sirvió para poner en práctica el sistema de inspección para
supervisar las asignaturas, el cumplimiento del Plan de estudio y la
obligatoriedad de la enseñanza. Se establece
una dirección técnica que asesoraría en lo concerniente a los métodos de
estudios, los libros de textos y otros temas metodológicos, además de velar por
la realización todos los años de un censo escolar y el funcionamiento de las
escuelas de verano para la superación de los Maestros
La falta de libros de textos y la urgencia de
estos hizo que se adaptaran los manuales de las escuelas norteamericanas,
traducidos con urgencia y sin la adecuada correspondencia con la realidad
nacional, tanto en lo social como en lo histórico. Se hicieron gestiones para
la redacción de textos adecuados, pero la oposición de las editoriales
norteamericanas y el solapado apoyo de las autoridades de ocupación hicieron
fracasar el proyecto, bajo el pretexto de la “libre expresión”.
La formación magisterial afrontó semejantes
retos durante la ocupación yanqui, había muy pocos maestros al iniciarse la
reforma educacional, lo que hizo necesario emplear como tales a todos aquellos
que teniendo nivel cultural quisieran impartir clases. Para mejorar esta
situación se creó el sistema de “Maestros con Certificados” que pasaban una
serie de exámenes tras pasar un curso de verano que estuvieron vigentes hasta
1908 y a través de los cuales se formaron muchos maestros.
La enseñanza pedagógica se realizó con los
métodos y doctrinas del pedagogo Federico Herbart, muy en boga en los Estados
Unidos, unidos a los principales principios pedagógicos de Herbert Spencer, en
lo relacionado con los programas, con énfasis en las ciencias, el contacto con
la naturaleza, la vida y la práctica. Eran escuelas intelectualistas que daban
a la “razón” el lugar que había ocupado la “memoria” y que contribuía a formar
hombres prácticos y capaces de adaptase al desarrollo técnico de su época. Se utilizó mucho por los maestros cubanos el
“Manual para Maestros”, escrito por A. E. Frye, primer libro metodológico para
la escuela primaria en Cuba.
A la educación se le dedicó un
presupuesto mayor, para la adaptación de
locales para escuelas, compra de mobiliario y materiales escolares. La Escuela
Pública como institución estaba mejor atendida, aunque no cubriera todas las
necesidades del país, principalmente en el campo.
Durante la ocupación se desarrolló una tendencia
a “invitar” a los maestros cubanos para que visitaran las escuelas de los
Estados Unidos, pasar cursos en ellas para su perfeccionamiento, lo que no
dejaba de ser peligroso, dada la intención anexionista del gobierno
interventor.
Los cambios en la educación primaria
significaban un salto de calidad con respecto a la situación colonial, se hizo
más efectiva la obligatoriedad de la misma; se perfeccionó el Plan de Estudio,
mejoraron los métodos pedagógicos y aumentaron el número de escuelas y maestros.
Entre los riesgos que se corrieron en esos
momentos está el hecho de que estas reformas fueron dirigidas por pedagogos
norteamericanos preocupados por la instrucción del “buen ciudadano”, de
acuerdos a los patrones éticos de su país, con textos que reflejaban el modo de
vida norteamericano, ignorando la idiosincrasia y personalidad del cubano.
Introduciendo en los planes de estudio
del idioma inglés y olvidando la enseñanza de la historia nacional.
Elementos todos ellos encaminados a preparar a la sociedad cubana para ser
asimilada por los Estados Unidos.
Las Enseñanzas Secundaria y Universitaria
contaron con un programa más apegado a las necesidades nacionales gracias a que
fue diseñado por un maestro cubano Enrique José Varona, revolucionario y
nacionalista que tuvo en cuenta los intereses futuros de la sociedad cubana.
Sus proyectos chocaron con el conservadurismo de la clase intelectual del país
pero recibió el apoyo del gobernador Leonardo Word para efectuarlo.
Su primera observación a la enseñanza
secundaria fue su actualización,
agregando al programa el estudio de las ciencias experimentales,
eliminando asignaturas poco prácticas (latín, griego, alemán) y poniendo
énfasis en la formación del bachilleres con el estudio del idioma español,
gramática castellana, historia universal, e idiomas modernos, inglés y francés.
El objetivo era que el alumno respondiera a las necesidades del país con una
cultura general que los hiciera más culto y útiles.
La formación positivista de Varona fue
determinante para la eliminación de la enseñanza verbalista por la
experimental, con lo que trató de poner a Cuba a la altura de los más avanzados
en cuanto a la enseñanza, pero el apresuramiento, la poca base cultural y la
copia de los modelos foráneos hicieron que no fructificaran sus empeños. Varona
también reforzó la enseñanza universitaria y sus estatutos bajo los mismos
principios que la Enseñanza Media: formar a los hombres que la nación
necesitaba.
El Plan Varona no fue
un programa rígido sino un mecanismo flexible que permitía a la Universidad
crecer de acuerdo a sus necesidades, crear, cátedras, escuelas o trabajar en
determinada línea de investigación. Instruye a la Universidad para que no sea
solo un centro docente sino también investigativo al servicio del país. Creo
las escuelas de Letra, Ciencias, Pedagogía, Agronomía, Ingeniería Eléctrica,
Arquitectura y Cirugía Dental.
Los padres Agustinos fundan el colegio San
Agustín (1901) en La Habana, que ofrece además enseñanzas especiales y
comercio. Los Hermanos Maristas abren Colegio Champagnat, en Cienfuegos (1902).
También se abren los colegios “El Ángel de la Guarda” (1902) en La Habana y
Santo Tomás de Aquino en Manzanillo en el mismo año.
En cuanto a las instituciones y sociedades
culturales, el período fue muy prolífero a la creación de sociedades de instrucción
y recreo por todo el país, formada fundamentalmente por la clase media cubana,
muchas de ellas con integración racial, en base al color de la piel.
Se fundaron alrededor de 410 instituciones
patrocinadas por grupos raciales (blancos, negros, mulatos, chinos), grupos
étnicos españoles (vascos, canarios, gallegos, asturianos, etc.) y de otras
nacionalidades; gremiales y de beneficencia. Estas instituciones surgieron como
una necesidad para resolver o mitigar los problemas que subsistían en la sociedad cubana, crearon escuelas para
niños pobres, promovieron actividades culturales y recreativas, pagaron becas a
estudiantes, organizaron cursos de superación para adultos, asistencia médica y
otros beneficios a sus asociados.
Las Sociedades norteamericanas comenzaron a
penetrar desde la década de los 80s haciendo énfasis en las actividades
culturales, recreativas y deportivas. Entre las primeras en crearse están:
“Unión Club de La Habana”, “Sport Club de Matanzas” y “Maine Club de La
Habana”.
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