jueves, 26 de octubre de 2017

LA EDUCACIÓN EN CUBA, LOS CAMBIOS NECESARIOS (1898-1902





En este período los principales y más importantes cambios en la educación cubana, se producen durante la ocupación norteamericana. Con la intervención yanqui la reforma educacional trajo más beneficio que perjuicio, dada la actualización del sistema de enseñanza y a la labor de  el eminente profesor Enrique José Varona, modernizador de la enseñanza media y universitaria en Cuba.

Al terminar la guerra la isla estaba devastada y la educación, sin recursos y desarticulada. La situación de la enseñanza era tan grave que el gobierno interventor norteamericano demoró varios meses en reorganizar el sistema de enseñanza, esta vez bajo nuevas premisas, muy pragmáticas y que responden a los intereses y objetivos de los interventores.

 Al crearse el Gobierno Interventor se crearon las Secretarias, una de ella la de Justicia e Instrucción Pública, que meses después fue desagregada, quedando ambas independientes. Al frente de la Secretaría de Instrucción Pública fue nombrado el notable filósofo y pedagogo cubano, Enrique José Varona, quien jugaría un rol muy importante en las reformas fundamentales que se introdujeron en la enseñanza, principalmente la secundaria y la universitaria.

 En cuanto a la enseñanza primaria, dada su importancia y envergadura quedó en manos de un pedagogo norteamericano Alexis Everett Frye[1], creador de un sistema de enseñanza que copiaba los más conservadores patrones de la Escuela Norteamérica, pero que era un paso de avance con relación al sistema heredado de la colonia.

 El 6 de diciembre de 1899 se dicta la Orden Militar Nº 226 facultando a las Juntas Municipales de Educación, presididas por los Alcaldes, a reorganizar la enseñanza en sus municipios, dándole un mayor nivel de dirección y descentralizando este importante  sector. Las Juntas sostenían las escuelas primarias con el dinero del municipio y organizaban las aulas de acuerdo a la población de cada lugar.

 La Orden ratifica la obligatoriedad de la enseñanza primaria para los niños de 6 a 14 años, estableciendo los mecanismos para que fuera efectiva esta obligatoriedad. El 11 de diciembre del mismo año se inicia el curso escolar, para el cual se abrieron 3 313 escuelas con una matrícula de 250 mil alumnos y una asistencia mensual del 62 % provocado por los graves problemas económicos de la isla y el aislamiento de la mayoría de las zonas rurales.

 El curso echó a andar pese a la falta de aula, de maestros y escasez de materiales escolares, sobre la marcha se fue perfeccionando bajo la asesoría del Comisionado H. E. Hanna quien adaptó  el Plan de Estudio que se acababa de establecer en Clevenland, Ohio, introducido en Cuba por la Orden Militar Nº 368 de 1900. Esta orden sirvió para poner en práctica el sistema de inspección para supervisar las asignaturas, el cumplimiento del Plan de estudio y la obligatoriedad de la enseñanza. Se establece  una dirección técnica que asesoraría en lo concerniente a los métodos de estudios, los libros de textos y otros temas metodológicos, además de velar por la realización todos los años de un censo escolar y el funcionamiento de las escuelas de verano para la superación de los Maestros

 La falta de libros de textos y la urgencia de estos hizo que se adaptaran los manuales de las escuelas norteamericanas, traducidos con urgencia y sin la adecuada correspondencia con la realidad nacional, tanto en lo social como en lo histórico. Se hicieron gestiones para la redacción de textos adecuados, pero la oposición de las editoriales norteamericanas y el solapado apoyo de las autoridades de ocupación hicieron fracasar el proyecto, bajo el pretexto de la “libre expresión”.

 La formación magisterial afrontó semejantes retos durante la ocupación yanqui, había muy pocos maestros al iniciarse la reforma educacional, lo que hizo necesario emplear como tales a todos aquellos que teniendo nivel cultural quisieran impartir clases. Para mejorar esta situación se creó el sistema de “Maestros con Certificados” que pasaban una serie de exámenes tras pasar un curso de verano que estuvieron vigentes hasta 1908 y a través de los cuales se formaron muchos maestros.

 La enseñanza pedagógica se realizó con los métodos y doctrinas del pedagogo Federico Herbart, muy en boga en los Estados Unidos, unidos a los principales principios pedagógicos de Herbert Spencer, en lo relacionado con los programas, con énfasis en las ciencias, el contacto con la naturaleza, la vida y la práctica. Eran escuelas intelectualistas que daban a la “razón” el lugar que había ocupado la “memoria” y que contribuía a formar hombres prácticos y capaces de adaptase al desarrollo técnico de su época.  Se utilizó mucho por los maestros cubanos el “Manual para Maestros”, escrito por A. E. Frye, primer libro metodológico para la escuela primaria en Cuba.

 A la educación se le dedicó un presupuesto  mayor, para la adaptación de locales para escuelas, compra de mobiliario y materiales escolares. La Escuela Pública como institución estaba mejor atendida, aunque no cubriera todas las necesidades del país, principalmente en el campo.

 Durante la ocupación se desarrolló una tendencia a “invitar” a los maestros cubanos para que visitaran las escuelas de los Estados Unidos, pasar cursos en ellas para su perfeccionamiento, lo que no dejaba de ser peligroso, dada la intención anexionista del gobierno interventor.

 Los cambios en la educación primaria significaban un salto de calidad con respecto a la situación colonial, se hizo más efectiva la obligatoriedad de la misma; se perfeccionó el Plan de Estudio, mejoraron los métodos pedagógicos y aumentaron el número de escuelas y maestros.

 Entre los riesgos que se corrieron en esos momentos está el hecho de que estas reformas fueron dirigidas por pedagogos norteamericanos preocupados por la instrucción del “buen ciudadano”, de acuerdos a los patrones éticos de su país, con textos que reflejaban el modo de vida norteamericano, ignorando la idiosincrasia y personalidad del cubano. Introduciendo en los planes de estudio  del idioma inglés y olvidando la enseñanza de la historia nacional. Elementos todos ellos encaminados a preparar a la sociedad cubana para ser asimilada por los Estados Unidos.

 Las Enseñanzas Secundaria y Universitaria contaron con un programa más apegado a las necesidades nacionales gracias a que fue diseñado por un maestro cubano Enrique José Varona, revolucionario y nacionalista que tuvo en cuenta los intereses futuros de la sociedad cubana. Sus proyectos chocaron con el conservadurismo de la clase intelectual del país pero recibió el apoyo del gobernador Leonardo Word para efectuarlo.

 Su primera observación a la enseñanza secundaria fue su actualización,  agregando al programa el estudio de las ciencias experimentales, eliminando asignaturas poco prácticas (latín, griego, alemán) y poniendo énfasis en la formación del bachilleres con el estudio del idioma español, gramática castellana, historia universal, e idiomas modernos, inglés y francés. El objetivo era que el alumno respondiera a las necesidades del país con una cultura general que los hiciera más culto y útiles.

  La formación positivista de Varona fue determinante para la eliminación de la enseñanza verbalista por la experimental, con lo que trató de poner a Cuba a la altura de los más avanzados en cuanto a la enseñanza, pero el apresuramiento, la poca base cultural y la copia de los modelos foráneos hicieron que no fructificaran sus empeños. Varona también reforzó la enseñanza universitaria y sus estatutos bajo los mismos principios que la Enseñanza Media: formar a los hombres que la nación necesitaba.

El Plan Varona no fue un programa rígido sino un mecanismo flexible que permitía a la Universidad crecer de acuerdo a sus necesidades, crear, cátedras, escuelas o trabajar en determinada línea de investigación. Instruye a la Universidad para que no sea solo un centro docente sino también investigativo al servicio del país. Creo las escuelas de Letra, Ciencias, Pedagogía, Agronomía, Ingeniería Eléctrica, Arquitectura y Cirugía Dental.


 Los padres Agustinos fundan el colegio San Agustín (1901) en La Habana, que ofrece además enseñanzas especiales y comercio. Los Hermanos Maristas abren Colegio Champagnat, en Cienfuegos (1902). También se abren los colegios “El Ángel de la Guarda” (1902) en La Habana y Santo Tomás de Aquino en Manzanillo en el mismo año.

 En cuanto a las instituciones y sociedades culturales, el período fue muy prolífero a la creación de sociedades de instrucción y recreo por todo el país, formada fundamentalmente por la clase media cubana, muchas de ellas con integración racial, en base al color de la piel.

 Se fundaron alrededor de 410 instituciones patrocinadas por grupos raciales (blancos, negros, mulatos, chinos), grupos étnicos españoles (vascos, canarios, gallegos, asturianos, etc.) y de otras nacionalidades; gremiales y de beneficencia. Estas instituciones surgieron como una necesidad para resolver o mitigar los problemas que subsistían  en la sociedad cubana, crearon escuelas para niños pobres, promovieron actividades culturales y recreativas, pagaron becas a estudiantes, organizaron cursos de superación para adultos, asistencia médica y otros beneficios a sus asociados.

 Las Sociedades norteamericanas comenzaron a penetrar desde la década de los 80s haciendo énfasis en las actividades culturales, recreativas y deportivas. Entre las primeras en crearse están: “Unión Club de La Habana”, “Sport Club de Matanzas” y “Maine Club de La Habana”.





[1] Fue profesor de la Escuela Normal de Chicago, ex superintendente en  San Bernardino, California

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