Cuba fue uno de los
países pioneros en la cinematografía, no solo por su proyección temprana, sino
porque desde los primeros momentos de su llegada ya hubo inquietudes para
filmar y dejar en el celuloide constancia de la época y la gente
La isla fue en el siglo XIX receptora de todos
los avances e innovaciones que en el espectáculo se producían, había dinero, un
gusto creado y un segmento de público capaz de pagar muy bien las novedades. En
1894 aparece en La Habana el electro-taquiscop (fotografía instantánea en
movimiento), que se exhibía como curiosidad en la taquilla del teatro Tacón por
el precio de veinte centavos. Un año después se presenta el Kinescopio de
Edinson en la Manzana
del Gómez y poco después el cinematógrafo de Lumiere, traído a La Habana por el
francés Gabriel Veyre, quien presentó el primer espectáculo de cine el 24 de
enero de 1897[1], ante un público curioso que
llenó el salón desde las 6:30 de la tarde hasta las 11:30 de la noche, en
tandas de media hora donde se presentaron siete cortos sin
argumentos:”Jugadores de carta”, “Los bebés”, “Artillería de montaña”, “Un
negro bañándose”, “Llegada del tren”, “Transformador de tipos” y “Escena del
jardinero”.[2]
La acogida de este acontecimiento es reseñada
por el periódico “La Unión Constitucional”
que indica la asistencia de más de dos mil persona a esta primera tanda de cine
en Cuba, destacando el entusiasmo del público y su asombro por el realismo de
las escenas[3]
Así comenta un periodista de la época: “El cinematógrafo ha vencido al kinescopio y
a todos los demás inventos de su clase (…) es la fotografía y la mecánica, en
consorcio íntimo, produciendo sorpresas grandiosas.”[4]
El 31 de enero ya se anunciaban diez cortos
cinematográficos añadiendo “Desfile de lanceros de la reina de España”, “Un
duelo a pistola” y “Carga de los rurales en México”, estas dos últimas cintas
filmadas en México durante la permanencia en aquel país de los representantes
de los Lumiere.[5]
El 14 de febrero de 1897 se anuncia por
primera vez en las páginas de la prensa habanera el Vitascopio de Edinson con
el que se hicieron las primeras presentaciones en la acera del Lovre.[6]
Desde la primera presentación del
cinematógrafo en enero de 1897, se produce una expansión rápida por la ciudad
de La Habana, el teatro Irijoa (Actual Teatro Martí) fue el primero en utilizarse para la proyección de películas,
abril de 1897, utilizando junto con la proyección silente, música de
acompañamiento emitida por un fonógrafo. El 21 de abril ya el teatro Alhambra
adopta la decisión de exhibir películas, a fines de abril la sala “Panorama
Soler” que exhibía vistas fijas, pasa a
presentar películas. En mayo Veyre logra un contrato para simultanear el
cine con las funciones de teatro en el Pairet y en agosto los empresarios
Ubago, Arnautó y Luna alquilan el local que había tenido originalmente Veyre,
al lado del teatro Tacón para proyectar películas. [7]
“El cine
se asienta definitivamente en Cuba, bien en patente Edinson o Lumiere. Desde
ese momento comenzó una competencia desleal por los precios, su proliferación (en abril son ya cinco los
cines que funcionan diariamente) (…) La crítica comprendió ahora el nuevo
fenómeno que surgía incontenible y afirmó con justicia “Porque eso es el
Cinematógrafo: la vida misma”[8]
El 15 de diciembre de 1897 se abre en el Paseo
del Prado la primera sala de cinematógrafo en Cuba y poco después se construye
el primer local especial para proyectar cine,
el Salón Floridora, después Alaska, en la esquina de Calzada del Cerro y
Palatino, La Habana.
En 1898 ya el cine se presenta entre los
espectáculo de La Habana, en competencia con el teatro bufo, el circo y las
variedades. Las películas exhibidas en Cuba eran del sistema Edinson y Lumiere
y entablaron desde sus inicios una competencia por el público que hizo rebajar
los precios y hasta que el teatro Pairet presentara un espectáculo combinado de
cine y teatro. Con la llegada del siglo XX el cine era una realidad al menos en
La Habana.
El actor José E. Casasús trajo de México en
1899 el primer equipo de proyección marca Pathé Fréres con el que realizó
numerosas giras por el interior del país llevando el cine al resto de la Isla, para ello se valió de
otra novedad, una planta eléctrica portátil que acompañaba el proyector.
La
primera película filmada en Cuba se rodó el 7 de febrero de 1897 por el mismo
Gabriel Veyre representante de la “Maison Lumiere”. Era apenas un cortometraje
se sesenta segundo y se llamó “Simulacro de un incendio”, a petición de la
actriz María Tubau.
A Casasús se le debe la segunda filmación
hecha en Cuba, realizada en 1898, se trata de un corto publicitario, “El Brujo
desaparecido”; un anuncio encargado por la cervecera “La Tropical” y en el que
aparece el propio Casasús en el papel de brujo desapareciendo para ir a tomar
cerveza.
En cine, como espectáculo, ya estaba en Cuba y
no tardaría en iniciarse las primeras filmaciones en el país.
A partir de 1906 la cinematografía silente
comienza desarrollarse en Cuba de forma regular, animada por un director,
Enrique Díaz Quesada y la Compañía Santos y Artigas que se convierte en la
principal productora del cine silente en Cuba.
[1] La primera proyección del
cinematógrafo se produjo el 28 de diciembre de 1895 en París.
[2] Raúl Rodríguez: El cine silente en Cuba, pág.
42. La Habana
1992
[3] Ídem: pág. 29
[4] Enrique Fontanils citado
por Raúl Rodríguez en “El Cine silente en Cuba”, pág. 30.
[5] Ídem: pp.30-31
[6] Ídem: pág. 33
[7] Ídem: pp.34.35
[8] Rine Leal: La Selva Oscura Tomo II: pág.419.
La habana, 1982
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