martes, 3 de octubre de 2017

UN PENSAMIENTO NUEVO FRENTE A VIEJOS PROBLEMAS (I)




Rubén Martínez Villena

Cuba 1925-1940

El arte y la literatura occidental están en un profundo momento de cambio, en las primeras décadas del siglo XX y tras el término de la Primera Guerra Mundial y el surgimiento de la Revolución de Octubre (1917) liderada por Lenin, el escepticismo inunda la vida intelectual. El siglo XX irrumpe con todas sus fuerzas cambiándolo todo en el modo de pensar y de hacer cultura, fundamentalmente en Europa, desde la cual se expande la influencia hacia el resto del mundo.
En Cuba estos cambios en la cultura se dan contra el adormecedor romanticismo y el retrasado modernismo de la primera generación, a los que se contrapone el vanguardismo, audaz en algunos casos, tímido en otros, pero en todos, preocupado, consiente y renovador.
 Si 1923 significó la apertura política de la nueva generación, 1927 es el momento de la definición de este movimiento intelectual de vanguardia. La publicación de la revista “Social”, el “Suplemento Literario del Diario de la Marina” y otras publicaciones de pensamiento más comprometido, traen como resultado la aparición de la revista de “Avance”(1927) colofón de un movimiento cultural que pretendió renovar la sociedad con sus actos. Las masas estaban por entrar en acción y sería su rica y decisiva participación lo que determinará el profundo cambio de la década del treinta con la aparición de muchas manifestaciones de la cultura nacional popular.
 Tal es así que en 1927 un grupo de jóvenes creadores e intelectuales publican en las páginas del periódico “El Heraldo de Cuba” lo que ellos llamaron un “Manifiesto del Sindicato de Trabajadores Manuales y Artista de Cuba”[1] en el que argumentaban que como en el capitalismo la obra de arte es una mercancía “sujeta a la fluctuaciones de la oferta y la demanda”[2], la tarea de los artistas y los intelectuales era sumarse a la lucha del proletariado para abolir el régimen social imperante. Negaban los firmantes “toda estética que no fuera maduramente nueva en su forma y contenido”[3] y denunciaban  “la irradiación del imperialismo yanqui sobre los pueblos de América”[4], condenando todo lo que no fuera auténtico de Latinoamérica, “prefiriendo siempre el son al charleston”[5]
 Por último, reivindican “las corrientes estéticas de vanguardia poniéndolas al servicio de los productores, de sus aspiraciones, intereses, pasiones y anhelos de lucha contra los opresores nacionales y extranjeros”[6]
El “Grupo Minorista” se crea en 1927 por  jóvenes intelectuales combativos y luchadores por las causas más justas, como fueron: el rechazo a la corrupción, la politiquería, la defensa de la cultura nacional,  las dictaduras, el apoyo a los reclamos de los más humildes y contra el ingerencismo abierto de los Estados Unidos en los asuntos de Cuba. Muchos de ellos habían militado en el Movimiento de “Veteranos y Patriotas”, defendiendo los intereses del pueblo y rechazando el oportunismo de los que trataron de aprovecharse de este para sus intereses politiqueros.
Entre los más destacados miembros de este grupo Minorista están, Rubén Martínez Villena, Emilio Roig de Leuchsenring, María Villar Buceta, Alejo Carpentier, Conrado Massaguer, Eduardo Abela, Luis Gómez Vanguemert,  Francisco Ichazo, Enrique Serpa, José Zacarías Tallet, Jorge Mañach y Juan Marinello, entre otros.
 Las ideas sociales de izquierda se abren paso en el ámbito social cubano, entre ellas el marxismo, que comienza a ser estudiado entre los jóvenes intelectuales y los trabajadores.
 También las ideas martianas son reencontradas por esta nueva generación que basa su nacionalismo, no en el patrioterismo de los políticos de principios de la República, sino en las ideas comprometidas y democráticas de José Martí
 Dentro del movimiento obrero de la isla la década del veinte va a ser también momento de  cruciales acontecimientos, en La Habana se funda la Federación Obrera de La Habana (26/11/1920), la primera organización obrera que en Cuba se plantea luchar de forma unitaria por los interese de la clase obrera, encabezada por Alfredo López.
 En 1924 se funda la primera organización obrera de carácter nacional, la Hermandad Ferroviaria de Cuba, un primer paso para poder unir a todos los trabajadores del país para luchar por sus intereses. Ese mismo año surge la Asociación Nacional de la Industria Azucarera, en contraposición a los obreros ferroviarios a quienes consideraban con intereses ajenos a los suyos. Su posición “gremialista”, llegaba a la negación de las clases sociales, defendiendo la existencia de “grupos solidarios específicos” por razón a la actividad económica que realizaba, en su seno estaban los trabajadores industriales y agrícolas, pero también los altos ejecutivos de los ingenios, convirtiéndose de hecho en un “instrumento reformista dentro del movimiento obrero azucarero”[7]
 En agosto de 1925 se convoca a un Congreso Nacional Obrero, celebrado en Camagüey, del que emergió la Confederación Nacional  Obrera de Cuba (CNOC), presidida por Alfredo López Arencibia (1894-1926), la organización líder de los trabajadores cubanos tuvo un papel protagónico en la lucha contra la dictadura de Machado, en la cual murieron muchos de sus miembros y dirigentes, entre ellos el propio Alfredo López torturado y asesinado en el castillo de Atarés en 1926.
 Un hito importantes para la izquierda cubana fue la constitución del Partido Comunista de Cuba, también en agosto de 1925, organización con la que culminaban años de orientación y lucha por encaminar las aspiraciones de los trabajadores y de los más humildes de la sociedad por la vía del marxismo, alentado desde 1917 por el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre en Rusia. En la década del veinte fueron apareciendo en diversas poblaciones de la isla agrupaciones de comunistas, poco numerosas, pero muy activa en la propaganda y el activismo ideológico, que poco a poco fueron coordinando sus esfuerzos y aumentando su influencia en el movimiento obrero, hasta culminar en la creación del partido.
 Pese a la dura represión contra los comunistas, la ilegalización de su organización y los prejuicios   en la sociedad, el partido va ganando un prestigio creciente en la clase obrera y los elementos más radicales del estudiantado y la intelectualidad, teniendo ya para 1927 un lugar de liderazgo en la lucha antimachadista.



[1] Es el conocido Manifiesto del Grupo Minorista, publicado el 6 de mayo de 1927
[2] Citado por Eduardo Aigues Vives,”1927 y Alejo Carpentier” en per. Granma 19/7/1990
[3] Ídem
[4] Ídem
[5] Ídem
[6] Ídem
[7] Julio Le Riverend: La República, pág. 219. La Habana, 1973

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