lunes, 31 de julio de 2017

SOCIEDAD CULTURA NUESTRO TIEMPO



La Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, orientada por el Partido Socialista Popular y que tiene como objetivo aglutinar a los artistas e intelectuales de izquierda en una institución para estudiar las raíces de la cultura cubana y el aprendizaje de la filosofía marxista fue creada en 1951  en el Conservatorio Amadeo Roldán, su interés inicial fue de  divulgar la música de concierto cubana, posteriormente al trasladarse al local de la emisora comunista 1010, numerosos artistas de diversas manifestaciones se unieron a la sociedad  para enunciar: “Somos la voz de una nueva generación que surge en un momento en que la violencia, la desesperación y la muerte quieren tomarse como única solución. Nos definimos por el hombre que nunca está en crisis, por su obra que es una esencia permanente”[1]
 La Sociedad Nuestro Tiempo se proclamó progresista y aglutinadora de intelectuales deseosos de renovar el ambiente cultural de Cuba, se definió como “organización cultural ajena a partidarismo político”[2], aunque todo el mundo sabía que detrás de ella estaba el Partido Socialista Popular
 Posterior al golpe de estado de Batista se intentó subvencionarla a través del Instituto Nacional de Cultura, pero la sociedad resistió la presión y pudo continuar su labor de forma independiente orientada por el Partido Socialista Popular a través de la Comisión de Trabajo Intelectual que dirigía Mirta Aguirre y contando en su directiva con Harold Gramatges, Juan Blanco y Santiago Álvarez.
 La sociedad creó su revista “Nuestro Tiempo” (1954-1959) como vehículo de difusión de sus posiciones ideológicas en el ámbito de la cultura. Desde sus páginas se hacía crítica y reseña de la cultura nacional, sin ocultar su defensa del “Realismo Socialista” y la crítica a toda obra con alguna forma de evasión como el surrealismo o cualquier otra forma subjetiva.
 Los antecedentes de la tendencia al realismo socialista dentro de la cultura de la Revolución Cubana posterior hay que buscarla en este grupo de intelectuales muchos de ellos militantes del Partido Socialista Popular y las organizaciones que crearon, “Nuestro Tiempo” en La Habana y el “Grupo Galería” en Santiago de Cuba, que “enfrentaron” a todas las tendencias artísticas alejadas del realismo, como modo de acercar la cultura a las masas y convertirlas a ultranza en   instrumento político.
 No tuvieron un protagonismo importante en la vida cultural de la década de 50’ pero al triunfo de la Revolución muchas de sus figuras tuvieron un papel protagónico en las dos primeras décadas de la Revolución siendo los principales impulsores de “Realismo Socialista” y la pureza de una cultura de masas revolucionaria que llevó al momento crítico del tristemente célebre Congreso de Educación y Cultura de 1971 y sus secuelas posteriores.



[1] Revista Nuestro Tiempo. Compilación, La Habana, 1989.
[2] Ídem

sábado, 29 de julio de 2017

CUBA, CULTURA DE LA RESISTENCIA




 "El triunfo de la rumba", autor Eduardo Abela

A muchos se les olvida que la cultura cubana actual es heredera y fruto de una resistencia de cinco siglos de forja bajo las diversas formas de organización de la sociedad.
 Primero salvando, bajo convulsas circunstancias la herencia aborigen que ya era una mescolanza de varias formas de cultura Arauca fraguadas en siglos de llegada y salida de esta isla “fermosa” como diría Colón. Bajo el vasallaje el aborigen fue sometido a la ruda explotación del conquistador hispano solo interesado en encontrar oro o algún otro elemento precioso para regresar cargado de riquezas a su península. Casi se extingue toda la población cobriza originaria, de ella quedaron los toponímicos de muchos lugares cubanos, la criollez de una piel bronceada escondida en alguna mezcla forzada por el solitario varón hispano y mucha, mucha rebeldía que hizo levantar a los pocos miles de aborígenes sobrevivientes en palenques aislados en el monte o atacando al cruel conquistado dentro de sus villas o por los senderos angostos de la isla amada.
 Esa es la base, en ella se fue fundiendo el imaginero popular cotidiano para forjar al criollo, en un ajiaco que incluyó en los primeros siglos a los pocos negros esclavos que arribaron a nuestras costas traídos para sustituir al “indio” cubano, al converso judío y al mudéjar derrotado en España, aquí de a poco fueron forjando una cultura criolla identificada con la feraz naturaleza y el lento paso del tiempo y el abandono. De esos tiempos surgió una “Virgen” que tuvo una leyenda hermosa con tres juanes, cada uno de las razas más visibles en esta isla nuestra, unos la adoraron como María, la madre de Dios, otros vieron a la Virgen del Cobre, madre de los criollos y luego de los cubanos y tiempos después los africanos la vieron negra y hermosa envuelta en dorada capa como la Ochún caribeña que atenuara sus dolores.
 El decisivo siglo XIX, alabado por los ricos cubanos, como nuestro “Siglo de las Luces”, fue testigo de un encumbramiento de los ricos criollos, haciendo azúcar mezclada con sangre africana, llegada ahora por millones de todos los confines del continente negro para ser mano de obra, para morir en esta isla o para renacer nuevamente en un país imaginario que tuvieron que construirse para no perder su cultura y rescatar sus orichas, sus remedios, sus conjuros, sus danzas y sus cantos, que el blanco quiso prohibir, pero que se arraigó mutante y fuerte en el corazón del “mulato”, el fruto pecaminoso, el fruto reafirmador de un pueblo que ahora era de todas partes, cantaba y reía a pesar del llanto y el sufrimiento y soñaba, soñaba “ser”. Cuba tenía ya identidad.
 Blancos, negros, todos mezclados levantarán el grito por la independencia y la libertad y vendrán nuevas oleadas de fuera y de dentro, ahora chinos, “moros” o románticos europeos atraídos por el alegre y engañoso vivir superficial del criollo; del cubano, fue el tiempo de las individualidades: Varela, Heredia, Placido, Céspedes, Figueredo, los Maceos y sobretodo Martí, resumen crisolado de la telúrica historia nacional, ellos serán los precursores de lo que somos, tanto como el anónimo tamborero, la mulata rumbera, el guajiro canario, decimista y trabajador, el cubano de a pie que no tiene más historia que la de su trabajo y la de su familia jodedora y creciente, hechos al canto como la forma mayor de la cultura en Cuba: son, guaracha, rumba, danzón, bolero, mambo, siempre  más deprisa, más sensual, pero también más clara para contar nuestras penas y nuestros sueños y decirle a quien solo ve el folklor, somos una herejía de pueblo y seguiremos creciendo.

viernes, 28 de julio de 2017

ANTONIO GUITERAS HOLMES, UN CUBANO DE IZQUIERDA

Antonoio Guiteras. Autor: Servando Cabreras



Antonio Guiteras Holmes (1906-1935)[1], proviene de las filas del Directorio Revolucionario, dentro del cual fue acumulando experiencia en el proceso de lucha contra la dictadura machadista,  partidario de la vía insurreccional para derrocar al tirano y organizador de planes de alzamiento durante los últimos años de la dictadura. Su maduración política y su decantación de los elementos de derecha que combatían a la tiranía lo llevaron a un pensamiento revolucionario más radical, antimperialista y nacionalista que lo hace crear la Unión Revolucionaria (UR) (1932), con el tácito objetivo de producir una insurrección en la provincia de Oriente y derrocar a Machado.
 Caída la dictadura Guiteras forma parte del gobierno provisional de de Ramón Grau conocido como el “Gobierno de los Cien Días” (10 de septiembre de 1933 al 15 de enero de 1934), no reconocido por los Estados Unidos, ni por la oligarquía nacional que lo saboteó constantemente desde el primer día.
 Guiteras se erigió desde el Ministerio de Gobernación en el impulsor de medidas revolucionarias y populares que dañaron los intereses de los Estados Unidos y sus aliados nacionales, pese a la fuerte presión de la derecha logra que el gobierno apruebe algunas medidas  que satisfacían algunas demandas populares, tales como la nacionalización del trabajo, creación de la Secretaría del Trabajo, autonomía universitaria, jornada de 8 horas de trabajo, jornal mínimo, rebaja de un 45 % de la tarifa eléctrica, repudio a la deuda con el “Chase National Bank”, derecho de tanteo del estado cubano en todas las subastas de bienes muebles, disolución de los viejos partidos tradicionales, ley contra la usura y un proyecto de ley de reparto de tierras que inicialmente incluía las tierras del estado y las expropiadas a personeros machadistas.
Indignados y atemorizados los personeros de la oligarquía y la embajada yanqui conspiran junto a Fulgencio Batista, quienes temían las posiciones radicales de Antonio Guiteras y logran la renuncia del presidente.
 Caído el gobierno de Grau San Martín, Antonio Guiteras pasa a la clandestinidad, más convencido que nunca que la lucha armada era el único medio posible para tomar el poder y realizar los grandes cambios que necesitaba el pueblo cubano.
 El 1º de septiembre de 1934, Antonio Guiteras publica en la revista Bohemia su artículo “Septembrismo” donde expone sus criterios sobre la situación política del momento y la posible solución a esos desmanes:
“Fracasamos porque una Revolución solo puede llevarse adelante cuando está mantenida por un núcleo de hombres identificados ideológicamente, poderoso por su unión inquebrantable, aunados por los mismos principios (…)
“Seré defensor del Gobierno (de los 100 días) hasta tanto no se convierta en lacayo fiel de Washington.
“Un estudio somero de la situación política económica de Cuba, nos había llevado a la conclusión de que un movimiento que no fuese antiimperialista en Cuba, no era una Revolución. Se servía al imperialismo yanqui o se servía al pueblo, pues sus intereses eran incompatibles.
“La Revolución que se prepara —aseveraba Guiteras— no constituirá un movimiento con más o menos disparos de cañón, sino una profunda transformación de nuestra estructura económico-político-social.”[2]
 En 1934 fundó el grupo TNT con fines insurreccionales y posteriormente, unido a otros revolucionarios crea “Joven Cuba” en cuyo programa se afirma: “(…)para que la ordenación orgánica de Cuba en Nación alcance estabilidad, precisa que el Estado cubano se estructure conforme a los postulados del Socialismo”[3].
 En los momentos en que se afianzaba en Cuba el gobierno de Batista-Mendieta, Antonio Guiteras, completa una visión revolucionaria  y radical para los problemas de Cuba, la lucha armada y la instauración de un gobierno revolucionario. El 8 de mayo de 1936 cae combatiendo contra la nueva dictadura y deja un legado político que tendrá repercusión en el futuro de Cuba.
“...así se perdió la figura más empinada, el ánimo mejor templado, la voluntad más indomeñable, el brazo más enérgico y el espíritu más puro del movimiento nacional revolucionario.” (Raúl Roa García)




[1]Antonio Guiteras Holmes, nació el 22 de noviembre de 1906 en Filadelfia, Pennsylvania. Hijo de padre cubano, Calixto Guiteras, y madre norteamericana Marie Theresse Holmes,  en el seno de una familia de posición desahogada. Desde niño creció oyendo las historias de su tío, José Ramón Guiteras, quien diera su vida por la libertad de Cuba durante la primera guerra de independencia y las de su tío abuelo irlandés, John Walsh, quien fuera uno de los más importantes líderes de la independencia de Irlanda. Su padre, hombre culto y de pensamiento liberal, supo inculcarle su amor por la Patria y a José Martí. La familia Holmes, por problemas de enfermedad del padre, se traslada a Cuba en 1913, radican en Matanzas  y luego se trasladan a Pinar del Río en 1914 donde el padre viene a trabajar como profesor de idioma francés en el Instituto de Segunda Enseñanza. Licenciado en farmacia de la Universidad de La Habana en 1927 se incorpora a las luchas antimachadistas desde estos años estudiantiles.
[2] La Joven Cuba de Antonio Guiteras. Pedro Antonio García, en rev. Bohemia. 2/6/2009
[3] Tomado de “Antonio Guiteras”. ECURED, 2012