viernes, 1 de julio de 2016

VOLVIENDO SOBRE “PALABRAS A LOS INTELECTUALES”



Acabo de leer en Cuba Debate un artículo de Fernando Martínez Heredia sobre el entorno histórico de Palabras a los Intelectuales , como siempre muy objetivo y realista acerca del modo en que podía concebirse una política cultural dentro de la Revolución en aquella época. Yo tenía 10 años y para ese entonces un niño hijo de un peón de vía ferroviarias, que no tuvo trabajo fijo en mucho tiempo, al cual la Revolución le garantizó ese derecho para mantener a su familia, es un motivo más que suficiente para identificarme con todo lo que Fernando escribe y describe, pero cuánto daño hicieron aquellos “comisarios de panfleto” dispuestos a cobrársela a aquel grupo de escribidores y artistas liberales, actuantes y militantes muchos, pero a su forma sin manuales para vivir su vida, opinando de lo que le viniera en gana, sin consultar con nadie y que ante la palabra “libertad” se inclinaban como ante una diosa.
 Para disfrutar y hacer uso de la libertad plena hay que tener cultura, no prejuicios, ni moldes de cómo debe ser el hombre y la mujer, de esos dogmas nos llenaron y nos llenan las religiones, ¿cómo entonces un proceso de “liberación nacional y social” va a esgrimir modelos de cómo se debe ser, actuar, de qué lado hacer el amor y prejuiciar a unos sobre otros?
 Esa era la esencia de la discusión, la “pureza angelical” del ser humano debía ser el patrón del “hombre nuevo”, es lo que se imponía, sino no eres revolucionario, y a partir de ahí venían las consecuencias críticas, la no publicación, el ostracismo, el traslado para ocupar puestos alejados de la cultura y la enseñanza, para que la túnica de la pureza no se manchara.
 Por Cuba y su noble causa, han luchado y muerto muchos, en este pueblo las hazañas gloriosa y cotidianas las hemos hechos todos, sin preguntar, ni esperar nada a cambio, de otra forma, no hubiéramos llegado hasta aquí, pero es bueno esclarecer, porque ese proceso de inventar un “pueblo angelical” fue duro y causó muchos sufrimientos, muchos desearon tener mejor un hijo delincuente que homosexual, por muy preparado que estuviera y el éxodo del Mariel fue nutrido por esa “escoria social”, que no era enemiga de la Revolución, solo quería vivir su vida en Cuba y eso era imposible en aquellas circunstancias.
 Aquellos vientos trajeron esas tempestades, ¿hemos cambiado mucho?

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