Los temas deportivos
ocupan un amplio espacio en el periodismo martiano, motivado por el auge que
esta actividad ya tiene en los Estados
Unidos en la época en que nuestro Apóstol
vivió en ese país, y por el amplio destaque que
hacen los periódicos estadounidense del espectáculo que brindan los
atletas en muchas deportes tanto individuales, como colectivos, profesionales o
amateurs.
José Martí sigue este desarrollo y da cuenta
de ello en sus crónicas para los periódicos hispanoamericanos, principalmente
para «La
Nación» de Buenos Aires y «El
Liberal» de México; pero no
como reportero deportivo al que impulsa el deseo de informar resultados,
estilos y formas de jugar, sino lo que hay de humano en estas actividades físicas
marcadas por la tensión del cuerpo, el riesgo o los beneficios para la salud y
por sobre todo la crítica temprana y de mucha actualidad contra la
comercialización que envilece el
deporte, ensombreciendo su intrínseco contenido lúdico, en pos de la gloria
para su equipo, su escuela, su nación.
En Martí hay severas
críticas al fenómeno de las apuestas que ve abrirse paso en medio de aquellos
espectáculos más de circo romano que de competición sana, según sus propias
palabras, y destaca el daño que tales prácticas hacen, no solo al atleta, sino
al público convertido en deshumanizado espectador de aquellas competiciones,
muchas veces brutales.
Con sus crónicas, lo ha escrito, no pretende
entrar en detalles que a la distancia no le digan nada al lector, sino ir a la
esencia de los fenómenos que la “modernidad” van provocando en este pujante
país, más allá del deslumbramiento tecnológico o las novedades de todo tipo,
que no dejan de serlo en el deporte y la ejercitación física.
Con entusiasmo habla de los ejercicios que
ayudan a la salud y elogia a este pueblo
que aprovecha la luz del sol para salir al aire libre haciendo caminatas,
nadando, excursionando por los campos y playas, llenado sus pulmones de aire
saludable.
Es crónica objetiva, poética, pero advertidora
del fenómeno comercializador que potencia el espectáculo, el consumo, el
entretenimiento vacío, que aletarga la inteligencia y deja poco a la
espiritualidad, al humanismo y la solidaridad, rasgos que cuando aparecen, él
aplaude como rasgos a destacar en el entretenimiento y deporte sano.
Entre los deporte que vio y describió están,
el boxeo, el remo, las regatas de velas, patinaje sobre hielo, atletismo,
beisbol y fútbol en su variante de “fútbol americano”.
Mi
crónica preferida es una que
dedica al encuentro tradicional de los equipos de las Universidades de
Pricenton y Yale, una épica narración en la que resalta la brutalidad del
espectáculo:
“Aquí
los hombre se embisten como toros, apuestan a la fuerza de su testuz, se
muerden y se desgarran en la pelea, y van cubiertos de sangre, despobladas las
encías, magulladas las frentes, descarnados los nudos de las manos, bamboleando
y cayendo entre la turba que vocea y echa al aire los sombreros, y se abalanza
a su torno, y le aclama, el saco de moneda que acaban de ganar en el combate.
En tanto el competidor, rotas las vértebras en el combate, yace exánime en
brazos de sus guardas...”[1]
“Sport”,
entretenimiento, recreación y ejercitación, son formas lúdicas que el mira con
recelo al verlos cargados de violencia, fanatismo, apuestas y ese afán de ganar
dinero aún a costa de la salud.
Eso lo hace echar de menos a los juegos
primigenios de las polis griegas, basados en la búsqueda de la gloria, el
prestigio y la buena forma física de sus ciudadanos, que al destacarse en estas
actividades físicas eran tenidos como héroes por los suyos:
“(…)aquella garbosa lucha griega en que a los
acordes de la flauta y de la cítara, lucían en las hermosas fiestas panateneas
sus músculos robustos y su destreza en la carrera, los hombres jóvenes del
ático, para que el viento llevase luego sus hazañas cantada por los poetas,
coronados de laurel y olivo, a decir de los tiranos que aún eran bastante
fuerte los brazos de los griegos para empuñar el acero vengador de Harmodio y
Aristogitón”(...)[2]
Así vio Martí el deporte y la ejercitación
física, muy a tono con sus concepciones humanistas que desde su país se trata
de enseñar en los atletas que compiten por nuestra bandera.
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