miércoles, 13 de julio de 2016

CÉSPEDES Y LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD



En la piedra en bruto trabajan a la vez las dos manos,
 la blanca y la negra:
¡Seque Dios la primera mano que se levante contra la otra!
José Martí



Carlos Manuel de Céspedes además de ser un  independentista era un abolicionista convencido por lo que no es de extrañar que el 10 de octubre de 1868,  proclamara la independencia de Cuba y la libertad de sus esclavos, creía en la igualdad de todos los hombres, y no fue más grande cuando proclamó a su patria libre, sino cuando reunió a sus siervos, y los llamó a sus brazos como hermanos”[1]

 Su política de atraer a la Revolución independentista a los ricos hacendados esclavista lo llevó a escribir: “hemos respetado (…) la emancipación de los esclavos, porque es una cuestión social de gran trascendencia, que no podemos resolver ligeramente ni inmiscuir es nuestra cuestión política, porque podría oponer graves obstáculos a nuestra Revolución”[2], con ello dejaba a la conciencia de cada uno esta decisión tan trascendental e importante en la sociedad cubana de mediados del siglo XIX.

 Pero ya ocupada Bayamo por los insurrectos, Carlos Manuel de Céspedes actuó según su conciencia, primero respetó el Ayuntamiento de la ciudad, pero devolviéndole el carácter democrático que había tenido en otros tiempos. Por ello el cabildo de Bayamo quedó constituido por nueve regidores, dos de ellos negros y tres españoles,  quedó  consagrado el principio  proclamado  en el Manifiesto de los insurrectos al ocupar la ciudad: la igualdad de todos los hombres.

 En diciembre de 1868 Céspedes da a conocer el decreto de “Abolición de la Esclavitud” en el que se expone: “Cuba Libre es incompatible con Cuba esclavista; y la abolición de las instituciones españolas debe comprender la esclavitud como la más inicua de todas”[3], pese a estas radical posición, conservaba la esperanza de unir a todos dueños de esclavos en esta lucha por la emancipación naciónal y no declaró totalmente abolida la esclavitud.

 Luego de la Asamblea de Guaimaro donde los cubanos mantuvieron el titubeo sobre la abolición de la esclavitud e incluso crearon un “Reglamento de Libertos”, inviable en medio de la guerra y como instrumento político para atraer a los poderosos criollos a la causa de Cuba Libre, Céspedes, ya en su carácter de Presidente de la República de Cuba en Armas, deroga el Reglamento de Libertos[4] y hace real el principio proclamado por la Constitución de Guaimaro, TODOS LOS HABITANTES DE LA REPÚBLICA SON ENTERAMENTE LIBRES.

 Esto explica la gran acogida que la Revolución independentista tuvo entre la población negra y mestiza de la isla, libres y esclavos, porque ella por sí sola significaba la emancipación,  la posibilidad de lograr una República de iguales, aún en medio de aquellas adversas circunstancias, y explica el ascenso que en el Ejército Libertador alcanzaron hombres de la raza negra, no así en el gobierno de la República en Armas, que siguió siendo un coto de blancos.

 Pese a los prejuicios raciales  que fueron evidentes a lo largo de los diez años de guerra (1868-1878), estas figuras negras, junto a los campesinos humildes y otros sectores populares constituyeron la vanguardia más combativa e intransigente por el logro de la independencia y la abolición de la esclavitud.

 Junto a prestigiosos jefes revolucionarios blancos crecieron por su entrega hombres de la talla de Antonio y José Maceo, Guillermón Moncada, Quintín Banderas, Flor Crombet, entre otros muchos que soñaron con la República de igualdad de oportunidades para todos los cubanos.


[1] José Martí. Obras Completas. Tomo IV, pág. 358. La Habana, 1975
[2] Hortensia Pichardo: Facetas de nuestra historia, Pág., 141. Santiago de Cuba, 1989
[3] Ídem
[4] 25 de diciembre de 1870

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