Los cubanos
vivimos un gran reto, seguir construyendo una utopía de igualdades en medio de
una crisis económica internacional que agrava la nuestra que tiene tantos años
como la Revolución Cubana.
Es una hazaña levantar
un país con todos los logros sociales del nuestro teniendo como enemigo al más
poderoso país capitalista de la historia, junto con nuestras cegueras
políticos-sociales, el “síndrome de la sospecha” constante, la barricada sin
alternativa, la ideología de “panfleto” repetitiva y cansona y una sensación de
que nos hemos quedado atrás en un país con un alto índice de instrucción, pero
con una economía endeble y frágil, por el motivo que sea, que no es para nada
una alternativa de vida para muchos jóvenes graduados en Cuba, preparados para
determinada actividades, para después enfrentar la enorme aridez de
oportunidades para seguir adelante, construir familia, prosperar, ser alguien
en la vida.
El hombre antes
de pensar en política, debe asegurar un techo, sustento para él y los suyos, y
mucho de lo que forma parte de sus aspiraciones, eso ningún gobierno puede
garantizarlo plenamente, solo queda darle el derecho a prepararse para la vida
y que luego por su “libre albedrío”, encuentre su espacio en el mundo, con ello
no le hace mal a nadie.
En un fenómeno
el que enfrentamos hoy en Cuba, los jóvenes se van de Cuba, para cualquier país
que pague mejor, donde puedan tener, casa, carro, dinero, “reconocimiento”,
ayudar a los suyos que quedaron en Cuba y volver de visita a la tierra que
aman, al país que añoran, porque es un utopía.
Médicos,
ingenieros, atletas, artistas, mucha gente común de gran talento vuelan al
norte, al sur, a cualquier parte, muchas veces a hacer el trabajo que el local
no quiere por mal pagado, pero que este “sudaca” acepta porque es mejor que el
que tiene en su país.
Los oportunistas
de siempre, los capitalista pragmáticos y los oligarcas del norte se aprovecha
de esta oportunidad, crean programas para incentivar este éxodo de talentos, le
dan al cubano una entrada preferencial al “paraíso del sueño americano”,
acuñándolos de “perseguidos políticos”, ¿perseguidos de quién?...solo de sus
necesidades, de sus frustraciones y de la apatía que va llenando todo nuestro
ámbito, porque la vida es una sola, son muchos los sueños, las aspiraciones y
poco lo que pueden lograr en esta bella isla mía, que cambia poco a poco.
Me queda el
orgullo de la calidad de personas que son estos jóvenes profesionales, los
formó una sociedad distinta, nada egoísta, los protegió en la infancia, le dio
escuela y garantizó un futuro, pero al fin y al cabo ellos quieren ir a vivir
sus sueños junto al que pague más y si es posible tal vez guardando migajas
tener “cosas”, aunque el alma se les quede errante en la amargura de no ser de
ninguna parte, de no tener banderas, de ser un “neutral” que se hace de la
vista gorda ante las luchas de los que por millones tratan de alcanzar una
parte de lo que ellos dejaron en su isla hereje y hermosa.
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