Este
escrito de José Martí, mantiene toda su vigencia y frescura a pesar de haber sido escrito a finales del
siglo XIX, lea y reflexiones, Martí habla para hoy y para mañana y este dilema
es el principal acertijo que la sociedad cubana debe resolver si quiere seguir siendo
libre en una época de globalización mental encabezada por internet y sus
dueños, que no somos mostros los de a pie:
“Pasa
en los juicios que se publican sobre los pueblos lo que a los hombres de poca
edad con las mujeres que los deslumbran por su hermosa apariencia, sin ver que
puede una serpiente vivir escondida en la misma concha que parece morada de la
perla. Los mozos son así, y aún los que no son mozos en edad, sino en juicio,
aún cuando este parezca maduro por la gracia de la forma en que se expresa.
Toman lo pintoresco por esencial, y los detalles aislados y simpáticos por las
entrañas, que suelen ser muy diversas; como quien ve una mujer de ojos limpios
y cutis de rosa, vestida de encajes como podría un hada, y supone que aquella
serafina beldad, que es acaso una Manón irredimible, alberga una hermosura
semejante en el espíritu. A los pueblos se les ha de estudiar dos veces, como a
las mujeres. El frívolo se contenta con las impresiones, sobre todo si son de
su agrado, o concuerdan con su disposición personal. El que sabe que la pluma
se debe mojar en la sangre de la verdad, aunque nos salga del costado, deja
pasar los primeros vapores de la impresión, y escribe después del estudio
doloroso de lo real, sin que la simpatía injusta lo ponga ciego para cuanto no
le sea grato, ni desluzca sus opiniones la antipatía, que es la debilidad
indigna de cuantos aspiran a enviar su
voz con algún influjo entre los hombres.
“Y eso no va dicho por casualidad, sino porque
en lo que se escribe ahora por nuestra América imperan dos modas igualmente
dañinas, una de las cuales es presentar como la casa de las maravillas y la
flor del mundo a estos Estados Unidos, que no lo son para quien sabe ver; y
otra propalar la justicia y conveniencia de la preponderancia del espíritu
español en los países hispanoamericanos, que en eso mismo están probando que no
han dejado de ser colonias. Por supuesto que esto no pasa de ciertas capas
mentales, y ni una ni otra propaganda interesan hasta ahora más que a la gente
rudimentaria y juvenil de aquellos pueblos de nuestra América donde,
precisamente por el amor excesivo a la novedad extraña de los Estados Unidos, o
a la vejez de las cosas españolas, no se han desenvuelto como en algunas otras
repúblicas nuestras, la riqueza y la política. Pero de lejos se ve poco; y como
la literatura tiene la capa ancha y cubre más a menudo lo ligero, que nos
cuesta trabajo ni fatiga mucho el
pensamiento del que lee, que aquello que toma su peso del conocimiento de la
vida y exige mayor atención del lector, sucede que una y otra idea, la
americana y la española, hacen más camino del que debieran entre los lectores
sencillos y la juventud impresionable, mucha parte de la cual por la falsa
golosina de este país que le pintan de miel y oro trueca insensata la única
vida útil, que es la que trata de cumplir el deber de hombre en el país natal,
por la mezquina y secundaria empresa de procurarse en tierra extraña una
fortuna pecuniaria que casi nunca llega a más de lo estrictamente necesario
para el sustento. El hombre joven se debe a su patria.[1]
[1] La Doctrina de Martí.
New York, 15 de agosto de 1897. Posiblemente se publicó por primera vez en El
Economista Americano
Anuario Martiano.
Biblioteca Nacional José Martí. Tomo 3. Pág. 121-122
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