jueves, 30 de mayo de 2019

“LOS NIÑOS SON LA ESPERANZA DEL MUNDO”




El sábado 1 de junio es el Día Internacional de la Infancia, no es un día para regalos y felicitaciones, sino para reflexionar sobre este eslabón fundamental de la cadena humana, EL NIÑO, abrace al suyo,   asegúrese de que crecerá en un mundo de valores humanos donde la bondad sea la brújula principal de su vida, él será el ciudadano del futuro, un reflejo de su familia, su sociedad y su grupo, pero único.
Desde el siglo XIX que le tocó vivir nuestro José Martí hizo mucho énfasis en la educación de las personas y por sobre todo de los niños, esas personitas que no pidieron venir al mundo pero que como fértil semillero crecen en cada familia y sociedad.
 A ellos les dedicó hace 120 años, la revista “La Edad de Oro” un tesoro de saber que no se pone viejo, y que podemos seguir leyendo en el formato que prefiramos.
“Ser bueno es mejor que ser príncipe”, con esta frase el Apóstol remarca la necesidad de una pedagogía de la bondad, que vaya más a formar valores y espiritualidad, que a cultivar el egoísmo y la vanidad en los niños. Ellos siguen siendo la prioridad mayor de la sociedad, porque son el futuro, serán el rostro del mundo de mañana y nada mejor que conozcan que no estamos solo en el mundo, que lo compartimos con otros en diversas situaciones sociales pero que su deber, nuestro deber, es preocuparnos por ellos, proveerlo no solo de las cosas materiales que necesitan, sino de las hermosas herramientas del espíritu que lo pondrán a la altura de la humano.
 Los niños en los sistemas de desigualdad, injusticia e inestabilidad social son los que más sufren, son la víctima más desgarradora, porque no entienden la tragedia que viven, sin embargo viven  abandonados por todos, olvidados por las grandes potencias decisoras que los tienen como “bajas colaterales”, “males necesarios” o cualquier otro eufemismo que oculten el terrible flagelo de ver sufrir a un niño por las guerras, el hambre, la falta de atención, la disolución de la familia o por perder la vida cuando vino al mundo para ser futuro y esperanza.
 La Revolución Cubana ha tenido siempre como su programa prioritario, la protección de la infancia, basada en esa máxima martiana que nos sirve de título: enseñanza universal y gratuita, acceso a la salud y al bienestar mínimo, legislación familiar que apuntala sus derechos a crecer sanos, protegidos por la familia o a falta de esta por las instituciones del estado, su preparación para el bregar por la vida, hacen de esta isla pequeña y utópica, una excepción, un paraíso para los niños.
 Somos la nación con la más baja tasa de mortalidad infantil en todo el continente americano, la enseñanza es obligatoria hasta el noveno grado y la educación de los primeros años del infante  es la prioridad primera del sistema de educación.
 No tendremos grandes parques de diversiones para los niños, pero la seguridad del niño cubano es sagrada, flagelo como el secuestro de niños, tráfico de sus órganos, esclavización como mano de obra, prostitución infantil, indigencia y abandono, son fenómenos que no existen en Cuba, a pesar de sus precariedades e incluso de las nuevas miradas consumistas de familias y ciudadanos que ven el bienestar humano en la acumulación de bienes.

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