Asi vio el artista Orestes Suárez a nuestro José Martí en la naturaleza de su isla
Dibujo de la revista Zun Zun
“Vivir en la Tierra no es más que un deber
de hacerle bien”
“Si la tierra espera y oye, ¿por qué no
hemos
de bajarla mano
amiga hasta la tierra?”
José Martí
El 5 de junio, es el Día Mundial del Medio
Ambiente, un día para recordar cuan irracionales hemos sido los seres humanos
frente a la Madre Naturaleza, nuestra creadora , la cambiante Pacha Mama de las
culturas precolombinas sudamericas.
La racionalidad, esa que
nos hace humano parece faltar cuando se tratan temas tan cardinales y todo
porque los que tienen mucho, desde el punto de vista material, no quieren ceder
un poco de sus privilegios y prefieren desaparecer a lo grande, que convivir de
forma más sencilla y “racional” con esos que somos las ⅔ parte, “los pobres de la tierra”.
¿De qué hablamos? De supervivencia, de futuro,
de paz, de bienestar, pero, “para todos” y ese TODO somos la aldea global de TODOS
los colores, de TODOS los pensamientos, de TODAS las orientaciones
espirituales, sexuales y de género, esos somos el mundo, una especie en vía de
extinción, como nos recordara Fidel en la Cubre de Rio de Janeiro, sobre este
tema en, pero con la solución en sus propias manos, ¡busquémosla!, aun cuando
un irracional gobernante de un país imperial haya decidido que el “cambio climático
no existe”
Para ayudar un poco a buscar la solución me
remito a la persona que más conozco después de mí, José Martí, el hombre que no
me canso de decir fue un humanista extraordinario, el mismo que en medio de
tareas que fueron para él de mucha importancia y a fines del siglo XIX cuando
esta espiral de envenenamiento de la tierra comenzaba escribió lo siguiente:
“Comarca
sin árboles, es pobre. Ciudad sin árboles, es malsana. Terreno sin árboles,
llama poca lluvia y da frutos violentos. Y cuando se tienen buenas maderas, no
hay que hacer como los herederos locos de grandes fortunas, que como no las
amasaron, no saben calcular cuándo acaban, y las echan al río; hay que cuidar
de reponer las maderas que se cortan, para que la herencia quede siempre en
flor; y los frutos del país solicitados, y éste señalado como buen país
productor.
“Es moda,
aunque vulgar e injusta, pensar que lo que no hace un pueblo práctico, o que
goza fama de tal no es práctico. Y las verdades suben de punto, cuando, luego
de haberlas dicho labios latinos, las repiten labios norteamericanos.
“”La
América”[1],
que sabe cuán cruel y locamente se- cortan en los países hispanoamericanos sus
magníficos bosques de maderas ricas; que ve cómo, a pesar de una que otra ley
desobedecida o mal cumplida, casi en parte alguna resiembran lo que arrancan,
sin pensar que, como en algunos lugares acontece, las maderas son la única
riqueza de la comarca...”[2]
Son reflexiones muy específica sobre el tema
que más afectaba a la naturaleza de su tiempo, la deforestación, ese mal
agravado en el siglo XX y que hoy se une a la emisión desenfrenada de gases de
efecto invernadero, la caza indiscriminada de animales, el envenenamiento de
las aguas de ríos y mares y tantos otros males que nos han traídos el
“progreso” desigual y egoísta, que no impide las grandes desigualdades humanas.
Eran solo las palabras de un ser humano consciente
del peligro y que no espera milagros, sino acciones de los que deciden,
expertos o no, políticos o científicos y que en estos temas cardinales de la
supervivencia humana dijo:
“El mundo sangra sin
cesar de los crímenes que se comente en él contra la naturaleza”[3]
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