“Llegó
el Comandante y mandó a parar”
Carlos
Puebla
Los cubanos tenemos que
seguir recordando, contando historias que a otros parece que se le ha olvidado
o lo que es peor, les ha dado por contarla de modo maquillada, suave, fácil de
digerir, de tal modo que según sus conclusiones la Cuba de los años 50 era un
paraíso terrenal donde unos cientos de privilegiados vivían el idílico “sueño
americano” en suelo cubano, con casas a todo lujo en barrios exclusivos,
clínicas privadas, clubes y playas solo para ellos, donde ni por asomo un negro
podía estar, a menos que fuera empleado
y hubiera entrado por la puerta trasera.
¿La mujer cubana?, bueno resulta que las más pobres, que era mayoría, tenía
trabajo fundamentalmente como meseras de
cafetines o criadas en casa pudientes, si es que no tenía que vivir de la
prostitución o pegada a lavar y planchar para la calle, eran muchas, grandes
burdeles “oficiales” llenaban las ciudades de Cuba, desde La Habana hasta
Guantánamo, y miles de ellas eran analfabetas.
La memoria es flaca, pero la Revolución que
encabezó Fidel Castro y una generación digna de jóvenes, tenía por objetivos
barrer estos y otras miles de “manchas” de la República nacida el 20 de mayo de
1902, la vida que es la gran maestra, les enseñó que había que cambiar de raíz
esos males si se quería tener futuro y no tuvieron que convencer a nadie de que
esto era lo justo.
En un país donde el cubano era un paria, donde
las inversiones y propiedades de los estadounidenses eran mayores que las de la
exigua y vendida burguesía cubana; donde los presidentes salían millonarios del
poder y la “política” era el negocio mayor si se quería hacer carrera, no había
mucho que explicar al pueblo, la Revolución estaba latente, solo hubo que
decirle al pueblo, toma, lucha por tus intereses y por la vida mejor que te
mereces por ser humano.
La Habana del 50 tan revisitada por
articulistas y soñadores perdedores que cierran sus ojos a la realidad de que
Cuba cambió y sigue cambiando, no es un paraíso, hay muchas cosas que hacer,
como país asediado vive con un gobierno fuerte con gran apoyo popular, nosotros
mismos queremos un país mejor, próspero y rico, pero donde no se destruyan los
valores que estos sesenta años de Revolución construyeron: pueblo culto,
preparado como ninguno, con un sistema de salud de resultados palpables y donde
no existen desaparecidos, ni ejecuciones extrajudiciales, con un bajo índice de
delincuencia, donde el juego de azar es delito, la prostitución es remanente y
no cuenta con el apoyo del estado, con poco, pero sin nadie desamparado.
Los cambios se hacen en casa, sin recetas de
fracasados, ni perdedores, pese al
bloqueo económico de los Estados Unidos, su persecución a todo lo que tiene que
ver con la Cuba revolucionaria y los errores y oportunismo que nunca faltan en
toda sociedad,
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