Nació en Rosario,
Argentina el 14 de junio de 1928 el mayor de cinco hijos del matrimonio de
Ernesto y Celia, se graduó de médico en su país y emprendió varios viajes por
América Latina que le permitieron tener un conocimiento mayor de sus penurias
sociales y de las inquietudes de los humildes de esos países. En esta etapa de
su vida fue madurando en él una posición Antimperialista y de apoyo a la causa
de los humildes, que lo involucra en las luchas en defensa del gobierno
progresista de Jacobo Arbenz en Guatemala y meses después unirse al contingente
guerrillero que en México prepara Fidel Castro a fin de continuar el proceso
revolucionario y derrocar a la dictadura pro yanqui de Fulgencio Batista.
Vino en el yate Granma con el resto de los
expedicionarios, como médico del grupo pero los avatares de la guerra y sus
actitudes como jefe lo llevaron a descollar desde los primeros momentos de la
lucha guerrillera, organizando la segunda columna del Ejército Rebelde en la
Sierra Maestra y siendo el segundo en recibir los grados de comandante, después
de Fidel.
Para los cubanos Ernesto Guevara, es siempre
el “Che” ese tratamiento familiar con el que entró en el corazón de los
cubanos, no solo como jefe militar sino por su capacidad organizativa, su
carisma, su humanismo y desprendimiento solidario que le hizo venir a Cuba a
jugarse la vida por un pueblo, sin esperar nada, aunque todos sabemos que ha
recibido la más alta consideración de todos los cubanos contemporáneos, que
hemos admirado en él, su agudeza en la crítica, su capacidad de aprender y
enseñar, su altruismo y una fresca mirada política desde la izquierda
latinoamericana, en una época en que toda la teoría parecía venir de Europa y
de otros centros de poder.
Al triunfar la Revolución Cubana ocupó
importantes responsabilidades en el Estado Revolucionario, jefe de la fortaleza
de la Cabaña, presidente del Banco Nacional de Cuba y Ministro de Industria,
era un joven de apenas treinta años, pero su quehacer marcó pauta, por su
participación en los debates ideológicos de la época y por ser el primero de
los guerrilleros en dar a conocer sus memorias: “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”,
donde sin medias tintas y con una sinceridad propia de su personalidad ha
dejado el mejor retrato de la etapa insurreccional de la Revolución Cubana.
“Che” era y es un paradigma para estudiar, un
hombre cuyas dimensiones humanas y revolucionarias dejan muy alto el listón
para quienes pretenden seguirle, ser como él o al menos continuador de su obra,
por eso su concepción de continuar la revolución anticolonialista y antimperialista,
en cualquier parte del mundo, añade a la solidaridad revolucionaria, un apoyo
real y militante, sin esperar nada a cambio, cumpliendo el deber de
internacionalista que formó parte de su arsenal ideológico, muy alejado del
egoísmo y el aventurerismo que han conocido las sociedades divididas clasistas,
Che es un hombre símbolo, difícil de seguir, admirado y a veces desdibujado
tras la mística de su ejemplo, pero vivo.
En sus 90 años el Che sigue viviendo
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