viernes, 8 de junio de 2018

ERNESTO GUEVARA DE LA SERNA (1928-1967)




Nació en Rosario, Argentina el 14 de junio de 1928 el mayor de cinco hijos del matrimonio de Ernesto y Celia, se graduó de médico en su país y emprendió varios viajes por América Latina que le permitieron tener un conocimiento mayor de sus penurias sociales y de las inquietudes de los humildes de esos países. En esta etapa de su vida fue madurando en él una posición Antimperialista y de apoyo a la causa de los humildes, que lo involucra en las luchas en defensa del gobierno progresista de Jacobo Arbenz en Guatemala y meses después unirse al contingente guerrillero que en México prepara Fidel Castro a fin de continuar el proceso revolucionario y derrocar a la dictadura pro yanqui de Fulgencio Batista. 
 Vino en el yate Granma con el resto de los expedicionarios, como médico del grupo pero los avatares de la guerra y sus actitudes como jefe lo llevaron a descollar desde los primeros momentos de la lucha guerrillera, organizando la segunda columna del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra y siendo el segundo en recibir los grados de comandante, después de Fidel.
 Para los cubanos Ernesto Guevara, es siempre el “Che” ese tratamiento familiar con el que entró en el corazón de los cubanos, no solo como jefe militar sino por su capacidad organizativa, su carisma, su humanismo y desprendimiento solidario que le hizo venir a Cuba a jugarse la vida por un pueblo, sin esperar nada, aunque todos sabemos que ha recibido la más alta consideración de todos los cubanos contemporáneos, que hemos admirado en él, su agudeza en la crítica, su capacidad de aprender y enseñar, su altruismo y una fresca mirada política desde la izquierda latinoamericana, en una época en que toda la teoría parecía venir de Europa y de otros centros de poder.
 Al triunfar la Revolución Cubana ocupó importantes responsabilidades en el Estado Revolucionario, jefe de la fortaleza de la Cabaña, presidente del Banco Nacional de Cuba y Ministro de Industria, era un joven de apenas treinta años, pero su quehacer marcó pauta, por su participación en los debates ideológicos de la época y por ser el primero de los guerrilleros en dar a conocer sus memorias: “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”, donde sin medias tintas y con una sinceridad propia de su personalidad ha dejado el mejor retrato de la etapa insurreccional de la Revolución Cubana.
 “Che” era y es un paradigma para estudiar, un hombre cuyas dimensiones humanas y revolucionarias dejan muy alto el listón para quienes pretenden seguirle, ser como él o al menos continuador de su obra, por eso su concepción de continuar la revolución anticolonialista y antimperialista, en cualquier parte del mundo, añade a la solidaridad revolucionaria, un apoyo real y militante, sin esperar nada a cambio, cumpliendo el deber de internacionalista que formó parte de su arsenal ideológico, muy alejado del egoísmo y el aventurerismo que han conocido las sociedades divididas clasistas, Che es un hombre símbolo, difícil de seguir, admirado y a veces desdibujado tras la mística de su ejemplo, pero vivo.
 En sus 90 años el Che sigue viviendo

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