Por tradición arraigada en
le sociedad cubana desde el siglo XX se instituyó el tercer domingo de junio
como el “Día de los Padres”, la otra parte de la ecuación, esos que por miles
de motivos no están junto a sus hijos, unas veces porque su rol de proveedor
familiar los hacen alejarse en búsqueda de la prosperidad para el hijo y la
familia, otras porque la formación “machista” de este mundo latino nuestro lo
hace entrar en contradicción con “ella”, ahora más liberada, necesitada de
hacer su proyecto, de participar en el juego social y proveedora también, en
una nueva armonía que en la sociedad cubana hace a la mujer decisora y
protagonista, más allá del hogar.
Pero hablamos de nosotros, los padres, siempre
vilipendiados con aquello de que: “Madre es una sola, padre puede ser
cualquiera”, burda manera de mirar la paternidad como el simple acto de
procrear, cuando hemos crecido con
nuestros hijos, viéndolos aprender, asustándonos por los cambios que nos roban
a nuestro niñito o nuestra niñita, pero orgullosos al verlos convertirse en
ciudadanos buenos o angustiados si se nos enferman o eligen un camino difícil o equivocado, de todos modos estamos
ahí para ellos, muchas veces con mamá a nuestro lado, otras solos o con una
madrastra a cuesta, es la vida.
No es fácil ser padre, cuando tienes que
pelear por un poco del cariño de tu hijo, porque las desavenencias de un
frustrado amor, llevan al rompimiento y lo dejan a él o a ella en calidad de
rehén del rencor y/o de los celos.
He visto a padres multiplicarse en pa y ma, esa
fórmula que no es muy frecuente pero se da, porque la vida es algo más que un
estereotipo.
¡Felicidades papás del mundo, luchen por sus
hijos y por su futuro mejor!
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