jueves, 12 de junio de 2014

SOLO EN LA MUCHEDUMBRE




Serie Flora
Dibujo de René Portocarrero
 Da la sensación de que cada día estamos más solo, nos cansamos de hablar y hablar, buscando un interlocutor racional o cuerdo, que tenga tiempo para escuchar a un alma que trata de comunicar y al final recibes respuestas incoherentes  que no son respuestas sino eco de sus mismas voces.
 El ser humano parece conformarse con su propia sombra, camina con muchos pero le teme al contacto con ese otro que va a su lado y que posiblemente tenga más en común con él que diferencias.
 Eso es raro en una época de tantos aparatos para comunicarse, tantos modos para saber de los otros  y sin embargo el humano prefiere enajenarse en una orgía lúdica que lo empequeñece.
 ¿Será eso casualidad?
 Creo sinceramente que no, los dueños del  mundo, los que deciden que nosotros somos “consumidores” y no seres racionales gregarios que nos necesitamos mutuamente nos sustituyen la libertad de pensar por una sensación de que somos dueños de nosotros mismos, cuando en realidad cada día estamos más solos sin que nos importen los problemas del otro, mucho menos si no habla nuestra lengua y no tiene nuestras costumbres, porque ese es un extraño y no el hermano que vive con nosotros la aventura más grande de la creación.
¿Por qué no juntamos nuestros pequeños planetas espirituales para impulsar las grandes causas del hombre y la mujer contemporáneos?
 Primero debemos dejar de estar solo, con nuestros egoísmos y nuestras muchas cosas materiales, esas con las que no cargamos al morir, esas por las que no nos recuerdan.
 Llevemos con nosotros la bondad y el amor, cultivemos la amistad y  llenémonos de la calidez de la fogata humana a la luz de la cual nuestras historias se fundan con las de otros para formar el gran canto humano.

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